miércoles, 28 de abril de 2021

Mon Laferte : Seis (2021)

"Emoción sobre líneas..."

¿Qué es la música si no emoción sobre líneas? Y de eso sabe demasiado la música mexicana. Guarda total sentido entonces el que Mon Laferte, una interprete de aquellas que cada vez existen menos, durante su carrera haya dedicado varios pasajes a rancheras y corridos, sin embargo, nunca la chilena se había lanzado de lleno a México con el nivel de convicción que un álbum como Seis ostenta, un conjunto impecable, repleto de canciones frescas, cargadas de identidad y ante el cual no queda sino rendirse para así disfrutar del presente de una artista que mira hacia atrás y adelante sin temor a equivocarse. 

Funciona, por sobre cualquier otro concepto Seis funciona y suena creíble, porque hay que tener talento para cantar algo como 'Se me va a quemar el corazón' y no quedar a medio camino haciendo el ridículo, sobre todo no teniendo las raíces que una canción así exige. Pero Mon la aborda sin problemas, haciendo suyo el lenguaje ("Ay! Se me quema por los dos / ¡Tantita madre!") y también el dramatismo ("Me volví hipocondriaca /Todos dicen que estoy flaca/ Quiero del amor desaprender..."), sacando desde las entrañas una interpretación digna de la mejor Luz Casal. Lo mismo con el corrido 'Amigos simplemente', con referencia a besarse en "Obregón con Insurgentes" (Ciudad de México, claro) o generando la mixtura cultural al acordarse de su Chile en las terminaciones de ciertas oraciones en 'No lo vi venir' ("Que feliz me hací / Ahora se que de verdad tu me querí..."). Todo fluye cuando apuesta a sonar exagerada pero también convence bajando las revoluciones, primero yendo al desnudo en 'Amado mío' y luego al fado portugués entre orquestaciones en 'Canción feliz'

Entrando en el nudo del disco aparecerán dos canciones menores como 'La mujer' (cuya única anécdota es la participación de Gloria Trevi) y 'Calaveras', sin embargo, lejos de comenzar un declive en el álbum, estas serán la antesala del momento más alto del trabajo, protagonizado primero por la enorme 'Aunque te mueras por volver', que bebe mucho de la balada de Raphael y cosas del tipo 'Yo soy aquel', y a continuación por 'La democracia', donde la vocalista nos invita adorablemente a "hacer un trencito" bailando cumbia mientras aborda temáticas como la desigualdad y critica al mundo político ("Tu no tienes la culpa de que persigan a los migrantes / Tu no tienes la culpa de la masacre a los estudiantes..."). 

A estas alturas del álbum, con las cartas sobre la mesa, solo quedaba cerrar adecuadamente y ahí Mon decide cerrar el círculo y acabar donde el disco había comenzado, es decir, retomando las raíces mexicanas en 'Esa morra no se vende' y 'Que se sepa nuestro amor' (con Alejandro Fernández), para luego volver a emocionarnos con la hermosa 'Te vi' ("Cuando yo vivía dentro de tu panza / No me conocías y ya me cantabas / Yo aprendí a entenderte todos estos años / La vida es tan corta que no merecemos hacernos más daño...") y luego con 'Se va la vida', donde colabora con una orquesta compuesta solo por mujeres nuevamente afilando la lírica hablando de como "llora el cemento por la injusticia" por las mujeres presas en cárceles de Valparaíso, Chile.

Le debía la chilena un disco a México (y de canciones inéditas, no refritos como han hecho tantos/as), país que la ha cobijado (y valorado) desde ya hace bastante. Y bueno, acá está. En este sentido, Seis suena a un punto aparte en su carrera, al fin de un momento y será el tiempo el que hablará pero no cabe duda de que en este 2021 ha sabido encontrar un conjunto que funciona, a ratos sonando liviana y en otros emocionando sin recurrir a desbordes innecesarios. Un disco que parece de otra época pero que por sobre todo muestra a la vocalista funcionando bajo parámetros propios, lo cual en tiempos como este suena a oro puro.

¿Canciones? 'Aunque te mueras por volver', 'La democracia', 'Te vi'. 

8/10
Excelente.

 

domingo, 25 de abril de 2021

Godspeed You! Black Emperor : G_d's Pee AT STATE'S END! (2021)

"No bajan el nivel..."

Semanas atrás comentaba acá en el blog, a propósito de los lanzamientos de God is an astronaut y Mogwai, lo decaído que viene el mundo del post rock desde hace bastante, principalmente a causa de la repetición de fórmulas de sus máximos exponentes. Godspeed you! Black emperor, sin embargo, continúan luciendo como la principal excepción a la regla, los canadienses desde su regreso en 2012 con Allelujah! Don't bend! Ascend! no han parado de lucir en plena forma en base a sombríos y desoladores conjuntos pero sobre todo gracias a esa capacidad para continuar sonando frescos de ideas, y con G_d's Pee AT STATE'S END! lo han vuelto a hacer, regalándonos uno de los grandes álbumes que habremos disfrutado en este complejo 2021.

Si alguien estaba esperando una banda sonora para el período de pandemia que llevamos viviendo desde hace ya casi dos años, pues acá la tiene, y es que lo que logran con piezas como 'Job's lament', cocinando el asunto segundo a segundo con un cuidado que impacta, llevando tu ansiedad al límite al generar magníficas atmósferas de tensión que acabarán explotando en el soberbio minuto inicial de 'First of the last glaciars', vamos, que es gloria pura, catorce minutos que se enmarcan dentro de lo mejor que ha entregado la agrupación en su historia. Ahora, fuera de la pasada mencionada, el disco encontrará pasando el nudo su segundo plato fuerte en los once minutos de 'GOVERNMENT CAME', que se tomará su tiempo y bastante entrado en el tema (7:20) meterá una potente descarga de intensidad entre guitarras, teclados y aceleraciones en los tiempos, algo similar a lo que realizarán en 'Cliffs gaze / cliff's gaze at empty waters' aunque esta vez lanzándose sobre ambientes mucho más optimistas y esperanzadores. 

El resto del álbum se compone por los tradicionales interludios, algunos innecesarios considerando que todas las piezas extensas del álbum cuentan con minutos y minutos de calma en sus inicios o que el disco cierra con los casi siete entre violines de 'OUR SIDE HAS TO WIN', siendo este el único pero que se le puede achacar a una nueva gran entrega por parte de una banda que desde 2012 a la fecha ha sabido sostener un excelente nivel en cada uno de sus discos, lo cual continúa situándolos como el último bastión del post rock. Que decir, uno de los grandes álbumes de nos habrá dejado 2021.

¿Canciones? 'Job's lament', 'First of the last glaciars', 'GOVERMENT CAME'. 

8,2 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Godspeed you! Black emperor:

miércoles, 21 de abril de 2021

Lana Del Rey: Chemtrails Over The Country Club (2021)

"Un respiro..."

Ya sea motivada por el reconocimiento obtenido dos años atrás con su notable Norman fucking Rockwell! (2019) o el período de pandemia que continuamos viviendo, Lana del Rey está de regreso. Pronto, quizás demasiado, sin embargo acá está, y cuidado que para este año tiene anunciado un segundo lanzamiento. Ahora, como era de esperar tras un álbum tan ambicioso como el mencionado, esta vez tocaba bajar las revoluciones y apostar a la segura. Vuelve de esta forma con once canciones breves y sencillas, baladas en su mayoría que abordan atmósferas bajas y reposadas, un disco que se aleja de la complejidad y profundidad de su antecesor y seguro conectará con quienes le siguen el paso desde sus inicios, más no con auditores casuales. Dicho en simple: un disco para fans. Ahora, pese a ser un álbum que juega en su terreno, cabe el reconocerle a Lana lo única que continua sonando, la identidad que ha sido capaz de forjar disco a disco y también el que en su cadencia, este nuevo trabajo se disfruta pese incluso a no entregar ningún single claro. 

No explora en cuanto a arreglos pero si en materia vocal, como se aprecia en 'White dress', donde su interpretación juega al límite e incluso se quiebra entre agudos, recurso que más adelante volverá a repetirse en 'Not all who wander are lost' o en la acústica 'Yosemite', piezas delicadas donde las cuerdas son preponderantes. Habrán otros momentos absolutamente marca de la casa pero bien logrados, como cuando juega a varias voces en 'Tulsa Jesus freak', sobre un piano en la elegante 'Let me love you like a woman' o 'Wild at heart', que abrirá en soledad para tras un minuto soltar sus clásicas estructuras orquestadas, mientras que puntos altos se encuentran en 'Chemtrails over the country club' (la canción), en 'Dark but just a game', la primera del álbum que acelera levemente los tiempos y juega con sus cambios de estado, o abordando el desamor en la sencilla pero notable 'Breaking up slowly' ("Así que no me envíes flores como sueles hacer / Es duro estar sola pero es lo correcto...").

Ya le había sucedido antes. Tras la publicación en 2014 de un sólido Ultraviolence rápidamente la tuvimos de vuelta con dos álbumes que bajaron el nivel como Honeymoon (2015) y Lust for life (2017). Esta vez, tras haber encontrado pie firme en 2019 ha decidido tomarse un respiro con Chemtrails over the country club. No encontramos acá desates de locura como 'Venice bitch' o la guitarra de 'The greatest' sino más bien una vuelta a las melodías desnudas y sencillas. No será recordado como uno de sus mejores trabajos pero si como continuo digno de atención. 

¿Canciones? 'Chemtrails over the country club' , 'Let me love you like a woman' ,'Breaking up slowly'  y 'Yosemite'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

domingo, 18 de abril de 2021

The Antlers: Green To Gold (2021)

 "Escucha efectiva y respirar profundo..."

El tiempo pasa, más rápido de lo que quisiésemos, y lejos, muy lejos en el camino han comenzado a verse álbumes como Hospice (2009) y Burst apart (2011), ambos representantes del pico creativo de The antlers. El primero fue un álbum áspero y deprimente, arisco pero atrevido, mientras que el segundo abordó aristas más dulces y melosas, con coqueteos electrónicos incluidos. Aquel sonido fue confirmado en Familiars (2014) y desde entonces habían transcurrido largos siete años de silencio, período que ha llegado a su fin con la publicación de Green to gold, un trabajo que funciona en dirección completamente opuesta a lo que habríamos esperado de un "regreso" para la banda. Y es que dicho en simple: lo lógico era recibir un álbum dinámico, contagioso, que te re enganchase al sonido de The antlers, sin embargo, lejos de aquello, lo que ha llegado a nosotros es un disco que avanza a su tiempo, que se cuece a fuego bajo e invita al auditor a detenerse, a disfrutar de los detalles y matices que solo aparecerán si efectivamente este logra desconectarse de la vorágine para entregar espacio a la música.

Nos llega de esta un álbum tranquilo, otoñal, bonito y compuesto por diez canciones que transmiten paz absoluta en su andar. No encontramos singles ni piezas particularmente contagiosas por tanto en el conjunto si no más bien un continuo que se deja oír y que como banda sonora para un pensativo atardecer, sumado a una copa de vino, queda realmente perfecto. Difícil destacar alguna canción en especial pero si me apuran tendría que inclinarme por la sutileza del piano que suena en 'Stubborn man' o ese saxo exquisito que acompaña en 'It is what it is', sin embargo, el álbum funciona en su extensión, transmitiendo efectivamente la calma que pretende. 

En tiempos de vorágine se agradece el recibir un disco profundo, reflexivo y sensorial como Green to gold, un trabajo que apuesta por la escucha efectiva e invita a detener la marcha, sentarse y respirar profundo. No cabe duda de que el sexto disco de The antlers no será uno con el que la banda despegará en popularidad pero si uno que logrará conmover y entregar ese momento de calma necesario a quien sepa agradecerlo.

¿Canciones? 'Stubborn man', 'It is what it is' y 'Volunteer'. 

7,5 /10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de The antlers:

jueves, 15 de abril de 2021

Manuel García: Compañera De Este Viaje (2021)

"Amor y compañerismo, principios y presente..."

A estas alturas del partido nadie podría reprocharle a Manuel García el que regrese a la guitarra de palo y a la intimidad de su cama, que el hombre se ha dado una vuelta larga fuera de la caja, ya sea lanzándose a la electrónica en Acuario (2012), experimentando folclor junto al Clan Parra en Retrato iluminado (2014), también con sonidos foráneos en Harmony Lane (2017) o colaborando recientemente con Pedro Aznar en Abrazo de hermanos (2019). De esta forma, la pasada década representó para el cantautor chileno una constante búsqueda, por lo que encontrarse en este 2021 con un back to the basics hace sentido, pues representa la vuelta al redil por parte de un artista que sabe no debe explicaciones a nadie más que a si mismo. 

Con esa tranquilidad llegan a nosotros estos cuarenta y cinco minutos de música que desnudan como nunca al autor tanto en términos musicales como narrativos, porque incluso álbumes como Pánico (2005) o Témpera (2008) contaron en su producción con instrumentos de viento o cuerdas que complementaron el sonido de varias canciones, cosa que acá no ocurre. Compañera de este viaje es un disco que reúne a Manuel García únicamente con sus letras, voz y guitarra, insisto: como nunca en estos casi veinte años de carrera. 

En términos temáticos el disco navega por distintos lares, aunque todos suenan conectados. Destacan en un inicio las declaraciones de compañerismo (porque hablar de "canciones románticas" sería simplificar demasiado el asunto), donde impacta de entrada la preciosa 'Tu voz de agua clara', donde García toma su guitarra e interpreta en soledad realizando sutiles referencias al momento político/histórico que vive su Chile ("Por eso parece que no hay nada más que este fragmento de historia que estamos viviendo /Otro fragmento de historia que se va a quebrar...") pero también a su cotidiano en pareja ("Los mejores amigos cruzando la puerta nos van a abrazar / Todos los ritos antiguos estarán contigo / Música, vino y cariño nunca están de más..."). Sin embargo, así como esta, habrán otras canciones que funcionan y encuentran varias de las mejores líneas que García ha escrito en su carrera, como 'Compañera de este viaje' ("Tal como puse en tu vientre promesas que fueron hijas..."), la dinámica 'Quiero tocar el sol de noche' ("A una pregunta tuya, sentado en nuestro lecho, respondo con las manos desnudando tu cuerpo..."), que en su rasgueo inicial trae de regreso la memoria de su viejo clásico 'Piedra negra' (S/T, 2010), o 'Lo haces bien', confirmando todas estas su carácter de extraordinario letrista. 

Fuera de las referencias de pareja, el álbum abordará también otras aristas, en lo musical mostrando una cara más folclórica en 'La flor del horror', donde la influencia de la eterna Violeta Parra se hace carne en su guitarra e interpretación, 'Belén un día', 'La vasija' (donde no teme quebrarse vocalmente) o 'Una dulce amiga mía', mientras que el contacto con las temáticas sociales aparecerá en la tonada 'Profesora y profesor' o en 'El oro del tiempo' ("Todo lo que debo me está rompiendo los nervios con el tiempo..."), así como en 'La nueva canción de la trova' el vocalista rendirá notable tributo a Silvio Rodríguez (y a la Trova Cubana de paso), en un acto de consecuencia dada la evidente influencia que este ejerció en su obra. 

Siendo claros, el álbum es una declaración de amor y compañerismo, principios y presente, es Manuel García y su guitarra, su momento y sentir. Ahí, en ese camino encuentra un puñado importante de canciones notables que pese a su simpleza serán capaces de conectar con cualquiera que sepa abrirse a su obra. De lo mejor que ha compuesto en un largo, largo tiempo...

¿Canciones? 'Compañera de este viaje', 'Quiero tocar el sol de noche', 'La flor del horror' y 'Lo haces bien'.

martes, 13 de abril de 2021

King Gizzard & The Lizard Wizard: L.W. (2021)

 "Fluyen como pocos..."

Diecisiete álbumes en nueve años, una locura de cifra es la que ostentan estos australianos liderados por Stu Mackenzie, a quienes por razones evidentes cuesta seguirles el paso pero cuya propuesta siempre trae algo que nos llama a seguir ahí, atentos. En ese sentido, 2017 fue el año desate, con cinco discos publicados, siendo por consenso Flying microtonal banana el más consistente de todos. Luego tuvimos un lógico año de respiro para regresar en 2019 con dos álbumes, y en 2020/21 con otra entrega doble. Lo increíble es que pese a que la banda produce como quien respira aún se las ingenian para hacerte sentir que algo interesante siempre hay por decir, asunto que se había anticipado en K.G. (2020), con todo su aire psicodélico/oriental, y se confirma en esta notable segunda parte, cuarenta y dos minutos de música que deben situarse entre lo más accesible que ha entregado la banda en su carrera, aunque no por esto menos atractivo. 

El álbum entra por la puerta grande con 'If not now, then when', que abre exactamente donde K.G. cerró, pues los últimos cinco segundos de distorsión de aquella 'The hungry wolf of death' son los primeros cinco de este álbum, en una clara señal de que ambos trabajos están absolutamente emparentados aunque con una marcada (y genial) diferencia esta vez, y es que si K.G. cerraba entre guitarras muy Black Sabbath en esta ocasión aquellos murallones giran hacia sonoridades limpias, abrazando un funk marcado por bajo + teclados, entregando así una atmósfera contagiosa e impecable que rompe de entrada con todo lo esperado. Luego aparecerá el rock, en la pasada por 'O.N.E' + ´Pleura' + 'Supremacy ascendancy', canciones con estructuras más tradicionales que rondan los cuatro minutos y donde los arreglos orientales se cruzarán con eléctricas guitarras, algo que en la recta final volverá a abordarse en 'Ataraxia' (aunque con menores resultados), mientras que en 'Static electricity' + 'East west link' (que en realidad suenan como una sola) o 'See me' el asunto se disparará hacia la psicodelia entre bongós, teclados y guitarras, para finalmente cerrar el círculo con la caótica, pantanosa y oscura 'K.G.L.W'.   

Diecinueve canciones distribuidas en dos álbumes es lo que King Gizzard & the lizard wizzard han entregado en K.G + L.W, dos trabajos marcados por una identidad pero sobre todo por las ansias exploratorias de un conjunto que no para de sonar interesante, abiertos a llevar su sonido a donde tenga que ir. Acá pese a contener un tanto la propuesta, con canciones más concretas y menos "volátiles", fluyen como pocos en la actualidad y han regalado nivel de sobra. 

¿Canciones? 'If not now, then when?'. 'O.N.E', 'Pleura', 'K.G.L.W'.

8 / 10
Excelente. 

viernes, 9 de abril de 2021

Evasnescence: The Bitter Truth (2021)

"Guiño a los fans, y poco más..."

Demasiado pronto se quedó sin ideas esta banda. Tras un bullado debut, verdad sea dicha, no pasó demasiado antes de que acabasen quedando como una mera anécdota, digamos, un par de hits para el recuerdo y sería, no mucho más. Y es que esa fórmula desarrollada en Fallen (2003), un rock emo melódico con tintes oscuros (pero ni tanto), intentó ser replicada tanto en The open door (2006) como en el homónimo de 2011, sin embargo, la falta de fuerza y nivel resultó tan evidente que acabaron transcurriendo diez años para que la banda se animase a lanzar un cuarto álbum. El caso es que una década de silencio daba como para esperar algo relativamente interesante o que al menos encontrase canciones que justificasen el regreso, sin embargo, ni lo uno ni lo otro: The bitter truth (título nunca mejor puesto) suena a lo de siempre, y peor, porque ni siquiera funciona en lo individual. 

Tras una introducción que aporta cero (eternos se hacen sus más de dos minutos) el disco quiere abrir entre sonidos duros, suena el buen redoble de 'Brokes pieces shine' y nos ilusionamos pero este acabará desembocando en un sonido procesado a más no poder (al punto de sonar tremendamente artificial) y lo peor, siempre contenido, la banda juega a romperse pero eso, que juegan, al final todo suena tan maqueteado que el plumero se les ve a distancia. Lo mismo con 'The game is over', que tiene un buen coro (de lo mejor del disco), pero eso, que toda la canción parece una excusa para mostrar el coro, al que Amy Lee ciertamente sabe sacar partido. Donde tropiezan con ganas es en 'Yeah right', que me ha recordado a los Muse más recientes gracias a su búsqueda de ritmo contagioso entre sintetizadores y guitarras, y de ahí en adelante el asunto solo irá a peor, en ocasiones buscando el coro explosivo ('Feeding the dark' , 'Better without you') o veces yendo a revivir el recuerdo de 'My immortal' mediante baladas sobre piano ('Wasted on you', 'Far from here'), el problema es que no les crees, ni siquiera diez años de parón permitieron a Evanescense dejar de sonar a fórmula inofensiva. La amarga verdad es que no son metal, no suenan oscuros, tampoco duros, no hay profundidad ni en lo lírico ni interpretativo y como fórmula pop tampoco enganchan...

En definitiva, The bitter truth seguramente caerá bien entre quienes crecieron en su adolescencia con esto y hoy rondan los treinta años (por arriba), sin embargo, dejando el factor nostálgico/emocional de lado, no hay nada en estos casi cincuenta minutos de música que resulte particularmente relevante.

¿Canciones? 'The game is over', 'Use my voice'.

4/10
Malo.

lunes, 5 de abril de 2021

Eyehategod : A History Of Nomadic Behavior (2021)

"Firmes en la trinchera..."

En 2014 Eyehategod regresaba con un álbum homónimo tras catorce años de silencio, sin embargo, el destino se ensañó con los de New Orleans pues al fallecimiento en 2013 de Joey LaCaze (baterista histórico de la agrupación) se sumó el comprometido estado de salud de Mike Williams, quien cayó en desgracia en 2015 a causa de una cirrosis. Finalmente en 2016 el vocalista vivió un trasplante que le permitió seguir entre nosotros y de paso continuar en la música. Había ganas y rabia por tanto frente a este (nuevo) regreso, aspectos que se transmiten en los cuarenta minutos de metal que han regalado en su más reciente trabajo, más allá de que el conjunto efectivamente se encuentre a la altura de la leyenda...

Pues lo dicho, que la rabia y el sonido están, aunque esta vez este aparezca un tanto más depurado que lo habitual en términos de producción, no se les oye tan sucios como de costumbre aunque esto tampoco molesta, que siguen siendo Eyehategod. El peso de las guitarras y el andar característico están, también el clásico protagonismo de Mike Williams en sus vomitivas interpretaciones, abriendo con 'Built beneath the lies' entre rabiosas estrofas que se suceden para al minuto de duración frenar en seco y ralentizar el paso. En general el asunto irá por ahí, a veces apostando por el peso para luego acelerar ('The outer banks') o romper entre alaridos de ira ('Current situation', donde Williams nos regala un minuto de ... gritos), aunque en otras luciendo algo monónotos y predecibles mientras se escupen líneas tras líneas ('Fake what's yours', 'Three black eyes' o 'High risk trigger'). 

De todas formas, fuera de los riffs entre cortados de Jimmy Bower (ejecutados en perfecta complicidad con la batería de Aaron Hill), las vocalizaciones de Mike Williams son protagonistas siempre en la mezcla y todo este conjunto sabe encontrar excelentes momentos en la cara b del disco, tanto en 'Anemic robotic', en la notable 'Circle of nerves' (hermoso ese "I live in a hole in the ground! Motherfuckeeeeeer!" en el minuto final) o en el cierre a cargo de 'Every thing, every day', repetitiva hasta decir basta pero efectiva en su idea de desatar rabia contra la rutina del levantarse temprano a la escuela o al trabajo "every day, every day, every day..."

El disco es lo que es, Eyehategod en su esencia jugando en terreno merecidamente propio. No suenan demasiado inspirados y claramente apuestan a la segura, pero saben mantener los elementos ahí, bien conjugados en un sludge metal que suena vivo y (aún) lleno de energía. Cuesta distinguir, sin embargo, si los disfrutamos porque el resultado efectivamente es de nivel o por el placer de saber que aún siguen ahí, firmes en la trinchera. 

¿Canciones? 'Built beneath the lies', 'Circle of nerves', 'Every thing, every day'

6,5/10
Cumple y algo más...

viernes, 2 de abril de 2021

Rob Zombie : The Lunar Injection Kool Aid Eclipse Conspiracy (2021)

 "Un pasatiempo..."

Los fantásticos años noventa abrieron puerta a que una serie de bandas alternativas llegasen a primera plana en términos mediáticos, siendo White zombie una de ellas, quienes alcanzaron popularidad en 1995 gracias a la edición de Astro creep: 2000 (desde donde explotó el singlazo 'More human than human'), cuyo éxito incluso dio para un posterior álbum de remezclas publicado en 1996 que incluyó ese curioso refrito de 'I'm your boogieman' (aunque la versión que efectivamente sonó en esos años fue la de la banda sonora de The crow: City of angels). El caso es que la banda dio hasta 1996 y desde ahí fue Rob Zombie en solitario quien intentó sostener el legado, encajando un notable Hellbilly deluxe (1998) que supo ir a contra corriente de lo que estaba sonando a fines de siglo, encajando además un tremendo single como 'Dragula' en tiempos donde la oscuridad y lo sucio ya no la llevaba. Yendo más allá, aquel síndrome de 1998 acabó por caracterizar la carrera de Rob, quien dicho en simple "se quedó pegado" en lo suyo, intentando desde entonces disco a disco replicar aquel sonido conseguido entre 1995 y 2000 (siendo Educated horses de 2006, la única excepción a la regla donde intentó expandir un tanto su sonido). En 2010 incluso tituló a uno de sus discos Hellbilly deluxe 2, o sea, que más claro...

Lo del estadounidense por tanto es conocido, no posee sorpresas y se limita desde hace un buen tiempo a la fecha únicamente a entregar buenas dosis de lo que le conocemos. Los motivos de este estancamiento seguramente se encuentran en que la música no es lo único que lo motiva, conocida es su carrera como director de cine además de sus labores como dibujante, de ahí que la música en estos veinte años más recientes se perciba como un pasatiempo, más no algo que se tome realmente en serio. Con todo, en The lunar injection kool aid eclipse conspiracy ha intentado entregar un conjunto diverso y ambicioso, el problema es que dispersa tanto los objetivos, intenta abarcar tanto en un disco de apenas cuarenta minutos, que el resultado jamás alcanza a despegar como debiese. 

Abre este álbum emulando la intro de 'More human than human', lo cual desde ya no anticipa buenas cosas, luego viene el groove acostumbrado en 'The triumph of king freak (a crypt of perseveration and superstition)', con sus respectivos sampleos entre estrofas, lo cual te enciende el corazón en una primera impresión pero en medida que el tema avanza observamos que mucho más no tiene para ofrecer. Con sus sucesoras ocurre algo similar, canciones de tres minutos de corto alcance. De todas formas algo atractivo hay en el sonido rocanrolero de 'Shadow of the cemetery man', pero eso, en el sonido, porque el coro acaba agotando rápidamente, así como en '18th century cannibals, excitable morlocks in a one-way ticket on the ghost train' toda esa onda country resulta singular pero más allá de lo simpático no llega. Mención aparte merecen las intros... ¡son demasiadas! Tras cada canción suena una nueva introducción lo cual ya a medio disco te saca por completo, e insisto, que hablamos de un álbum de solo cuarenta minutos y que a los veinte ya hayas perdido el interés es evidencia clara de lo poco efectivo que el trabajo resulta. 

Se agradece por tanto el rock directo y veloz de 'The eternal struggles of the howling man', aunque toda su sección intermedia mate completamente la pasión, y más aún los dos minutos de 'The satanic rites of Blacula', que se contraponen a la monotonía (muy Manson 94/95) de 'Shake your ass-smoke your grass'. Y así, el álbum tiene momentos que tienden a enganchar para luego soltarte abruptamente, por lo que en la recta final la única que acaba agradando es 'Crow killer blues', basicamente por la interpretación de Rob, ya que en su estructura tampoco parece demasiado pensada.

No se puede tener todo en la vida. Si quieres realizar un trabajo complejo y ambicioso, dedícale el tiempo que merece, ahora, si no tienes ese tiempo, entonces concéntrate en hacer algo simple pero contundente. Acá Rob Zombie ha querido hacerlas todas, fallando una vez más. Pero no pasa nada, que siempre estarán sus viejos discos y películas. 

¿Canciones?  'The triumph of king freak (a crypt of perseveration and superstition)', 'The satanic rites of Blacula' y 'Crow killer blues'.