sábado, 15 de agosto de 2020

20 Años De... Halford: Resurrection (2000)

"Histórico regreso en plena forma..."

Los años noventa fueron fabulosos, tiempos que como pocas veces en la historia de la música se prestaron para una abierta experimentación. Sin ir muy lejos, en el mundo del heavy metal no deja de ser curioso que dos vocalistas tan enormes como Bruce Dickinson y Rob Halford hayan experimentado años tan similares en términos creativos. Ambos a comienzos de década por razones creativas decidieron romper el cerco de su zona de confort, abandonar la gloria y fama para lanzarse al vacío en búsqueda de nuevas musas. En ese camino Bruce nos regaló Skunkworks (1996) y tras el rechazo obtenido (el cual se sabe lo sufrió bastante, dada la entrega puesta en dicho trabajo) decidió regresar al metal con álbumes fantásticos como Accident of birth (1997) o el sensacional The chemical wedding (1998), a los cuales ya me referiré en algún momento acá en mi querido blog. En paralelo, Rob Halford vivió quizás una vuelta algo más larga, intentando indagar en el mundo del groove metal junto a Fight mediante la publicación de War of words (1994) + un ignorado A small deadly spaces (1996), para luego romperlo absolutamente todo mediante el proyecto rock/electrónico/industrial Two (también conocido como 2wo) en 1998. Y bueno, tras toda esta vorágine no quedaba más que el regreso a las raíces, situación que se materializó entrando en el nuevo siglo con la creación de Halford, banda que le permitió al vocalista encontrar a sus cincuenta años aires renovados en el mundo del heavy metal.

Y es que si en Fight el vocalista vomitó toda su ira y en Two liberó sus ataduras, con Halford encontró su propia redención, asunto que se expresa con absoluta claridad en el álbum debut del proyecto: desde el título, la estética (vuelta al cuero y la motocicleta), líricas y sonido, todo en Resurrection habla del renacer con nuevos aires. Lo hace además mediante un conjunto fenomenal de canciones, producidas de manera impecable por Roy Z (quien antes trabajó como guitarrista en la banda de Bruce Dickinson) que apelan por momentos a la agresividad del metal, con una afilada dupla en guitarras compuesta por Mike Chlasciak y Patrick Lachman (que más adelante formaría Damageplan junto a Dimebag Darrell), pero que también dan muestras del camino recorrido por el artista, conectando por momentos con lo trabajado junto a Fight.

De esta forma el disco abre con una dupla absolutamente incontestable, suena primero 'Resurrection', una canción demoledora en donde Rob Halford apela a sus impresionantes agudos para transmitir desesperación en su relato ("Estoy cavando a fondo en mi alma / Para traerme de regreso desde ese maldito hoyo / Eliminé los demonios de mi corazón / Y encontré la verdad que estaba conmigo desde siempre..."), seguida de 'Made in hell', una cabalgata incesante que rinde culto en sus líricas al heavy metal y anuncia con letras mayúsculas el retorno del Metal God. Por cierto, en vivo esta canción es una jodida obra de arte...


Más adelante el álbum volverá a apelar a la velocidad como arma en canciones como 'Cyberworld', 'Savior' o 'The one you love to hate' (donde colabora en voces Bruce Dickinson), sin embargo, otra mitad del álbum correrá por una linea diferente, cargada al medio tiempo y en un tono profundamente reflexivo. Así, sonarán canciones oscuras como 'Locked and loaded' (una oda a la venganza), 'Night fall' (con esos exquisitos filtros vocales que aportan a la atmósfera del tema) o la fantástica 'Slow down', una verdadera pequeña joya oculta en este álbum en donde el vocalista clama en su búsqueda de paz ("Estoy tratando de todas las formas posibles / Estoy haciendo daño, lo entiendo...") y esperanza ("Estoy aquí para darme una oportunidad más / Esa opción está descansando en mis manos..."), mientras que en el nudo del disco encontraremos sin lugar a dudas la canción que define el espíritu de Resurrection en toda su magnitud: 'Silent screams', siete minutos de perfección en donde Rob Halford abre en plan balada acústica reflexionando en torno a la búsqueda de su verdad ("Lo que hoy soy es todo lo que importa / Las mentiras se han ido..."), explicando en los coros el porque vuelve al metal ("El mundo se mueve / En todo lo que se ha convertido / Y yo aún grito por dentro / Porque todo el dolor interno no ha cambiado...") para en la recta final estallar en velocidad encontrando un diálogo consigo mismo fascinante que cierra con esa maravillosa e inolvidable línea: "Porque cada vez que grito estoy matando mi dolor...".

No todo será perfecto eso si. El álbum complementará toda esta emocional pasada con una recta final que entregará los puntos más débiles del registro. Ahí Halford se lanza al groove y suena algo falto de chispa y repetitivo en canciones como 'Temptation', 'Drive' o 'Twist'. Como dato curioso cabe mencionar que años más adelante Rob Halford decidió renovar su catalogo, re mezclando sus discos y en esa pasada, agregó algunos extras al álbum que aparece en plataformas streaming, pese a no haber sido incluidas en el disco original de 2000, como las demoledoras 'Hell's last survivor' + 'Sad wings' (que aparecieron más adelante en versiones increíbles incluidas en el vivo Live Insurrection de 2001) o las curiosas 'God bringer of death' + 'Fetish' que definivamente parecen ser descartes de su era Fight. 

En definitiva, Resurrection representó en 2000 el regreso al metal de un Rob Halford de energías renovadas, que vocalmente deseaba demostrarse aún vigente (y vaya que lo estaba, esa gira fue brutal en términos de voz) y creativamente fresco. Un disco fabuloso que por todo lo que involucró y que dio pie para que el Metal God conectará a sus entonces cincuenta años con nuevas generaciones.

8,5 / 10
¡Excelente!


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