"Hambriento y salvaje cambio de piel..."
¿En qué me baso para afirmar semejante disparate? Pues en que si bien Bunbury se aventura en su debut en solitario con sonidos que se alejan forma del rock duro y ortodoxo desarrollado junto a su ex banda (también marca claras diferencias en lo estético, yendo a los colores y cortándose el pelo), lo que cambia acá es la piel, el envoltorio, más la fuerza, pasión, el desgarro y la convicción se siguen percibiendo muy a flor de piel, esto a diferencia de cualquiera de los futuros álbumes del vocalista.
Aunque no lo pareciese en su momento, el rock sigue corriendo por las venas de Enrique Bunbury en Radical sonora, sin embargo, al no estar ya acompañado por sus antiguos compañeros de ruta, el vocalista pudo dar rienda suelta a todo aquello que retumbaba en su cabeza por aquellos años, dicho por él mismo: el trip hop de cosas como Massive attack o la electrónica inquieta de bandas tipo The prodigy. Se acompaña para esta labor de Phil Manzanera en producción (quien había trabajado con él en un par de álbumes de Héroes, además de haber colaborado a mediado de los noventa con Os Paralamas, Fito Páez y Aterciopelados) publicando un disco poderoso, descarnado en lo lírico y explorador en materia de arreglos. Lo dicho se aprecia con claridad en la partida del álbum, en 'Big-bang' hay guitarras y Bunbury suena desaforado y desafiante ("Derrumba los muros, abre las puertas / Deshazte los nudos que te sujetan..."), sin embargo, las baterías programadas serán absolutas protagonistas, algo que también ocurrirá más adelante en cosas como 'Negativo', en la declaración de principios que es 'Contra corriente' (donde Enrique manifiesta su intención de rebelarse la perfección y lo programado abrazando el desorden y lo espontáneo), en el grito rebelde que es 'Servidor de nadie' (reiterando conceptos estilo "Extravagancia, irreverencia, desobediencia o impertinencia / Insolencia , desvergüenza, rarezas y resistencia") o llegando al cierre en 'Nueve'.
En otra arista del álbum, las atmósferas calmas vendrán empapadas de electrónica + trip hop en canciones como 'Encadenados', 'Planeta sur', 'Despacio' o 'Alfa', en el single promocional 'Salomé' desatará de manera fantástica su curiosidad por los sonidos orientales (no olvidar que viajó a Marruecos para grabar el álbum), mientras que 'Alicia (expulsada al país de las maravillas)' o 'Polen' serán las únicas excepción del álbum, digamos, baladas pop acústicas y melosas que escapan del salvajismo que ronda en el álbum y, por cierto, las únicas que harán de puente con todo lo que vendría a futuro para el vocalista.
En su momento, en aquel ya lejano 1997, Radical sonora sufrió de la incomprensión del público a causa de la ruptura del vocalista con Héroes del silencio. Mirado a 25 años de distancia, sin embargo, el álbum no solo se valora por el tremendo nivel que muestra en el canción a canción y por la valentía que transmite durante todo su trayecto, si no que se enmarca (junto al inmediatamente posterior Pequeño, de 1999) como lo mejor que Bunbury ha compuesto a día de hoy. Lo que si está claro es que el vocalista nunca volvió a sonar así de salvaje e iracundo, y que si algo quedaba en sus venas de la furia de su ex banda, aquello quedó inmortalizado en los cincuenta minutos de este enorme álbum.
¿Canciones? 'Big bang', 'Contracorriente', 'Salomé'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario