martes, 17 de octubre de 2023

35 Años De... Metallica: ... And Justice For All (1988)

 "Ambicioso y brillante cierre de ciclo..."

Ok. Hora de escribir respecto a un CLÁSICO. Pero así, con mayúsculas. Uno de esos discos que ayudaron a cambiar la historia de la música, un álbum icónico del que se habla y discute a día de hoy, del que se graban podcast, del que lanzan líneas y se seguirán trazando mientras exista música, mientras exista vida en este planeta. 

Por lo mismo, no es cosa fácil abordar un álbum como ...And justice for all pero nobleza obliga el comenzar desde el contexto, uno por todos conocido: la muerte de Cliff Burton en un terrible accidente de bus ocurrido en Europa mientras la banda giraba por Dinamarca promocionando Master of puppets (1986), suceso que desembocó en la polémica incorporación de Jason Newsted a Metallica. Y digo polémica porque conocido es el ninguneo que recibió el bajista en la producción del álbum (direccionada por Lars Ulrich), donde el bajo prácticamente no se oye. Y bueno, dicen que "lo que comienza mal... termina mal", por lo que tanto desde aquí no extraña el que el bajista haya acabado por renunciar a Metallica quince años más tarde. El caso es que en medio de un luto no del todo asumido la banda decide continuar adelante y vomitar toda la rabia contenida mediante un disco extenso, denso y ciertamente el más oscuro (y complejo en cuanto a arreglos) en la carrera de la banda. 

En términos estructurales ...And justice for all responde al diseño que Metallica venía trayendo desde su segundo álbum, es decir: abren y cierran el disco mediante un thrash duro dispuesto a volar cabezas en 'Blackened' o 'Dyers eve', en el trámite incorporan 'One', una canción con arreglos particularmente melódicos (lo que antes fueron 'Fade to black' o 'Welcome home (sanitarium)') y que acabó volviéndose eterna por todo su entramado de arreglos pero particularmente a causa de ese redoble inolvidable propio de un Lars Ulrich inspiradísimo. De igual forma en la recta final vuelven a añadir un instrumental y donde antes sonaron 'The call of Ktulu' u 'Orion', ahora aparecen los casi diez minutos de 'To live is to die', la única por cierto con participación de Cliff Burton en composición, volviéndose así en un un claro e histórico homenaje al bajista. 

Ahora, si bien el trabajo responde a la columna vertebral que caracterizó a discos como Ride the lighting (1984) o Master of puppets (1986), los matices aparecerán en la crudeza del sonido, marcado por una producción seca en donde la batería adopta especial protagonismo, en el apartado técnico (evidentemente se propusieron hacer algo más complejo que lo habitual) y en la ambición compositiva en canciones particularmente extensas (que como único detalle, quizás dan una que otra vuelta de más) como '...And justice for all' (otra de casi diez minutos), 'Eye of the beholder' (nuevamente Lars a tope acá) o 'The frayed ends of sanity' (con un Kirk Hammett glorioso en los solos), las cuales son complementadas con pasadas algo más "breves", como la espesa 'Harvester of sorrow' (clara antesala de lo que sería 'Sad but true' en el futuro "álbum negro") y 'The shortest straw', una verdadera joya oculta en el álbum. 

...And justice for all es el último disco de lo que podríamos llamar "la primera era" de Metallica, una marcada por la agresividad y filo de un sonido dispuesto a hacer historia, uno que fue sosteniendo una línea álbum tras álbum pero siempre incorporando algún nuevo condimento que volvía particularmente especial el plato. Acá tocarían techo, sin embargo. La extensión y densidad de las canciones acabó por hartar a la dupla Hetfield/Ulrich y la sensación de que solo quedaba repetirse en esta dirección era evidente, por lo que el paso a los años noventa estaría marcado por el conocido cambio de chip de la banda, girando hacia un sonido más cercano al hard rock con claros elementos comerciales en su sonido. Aunque eso ya es parte de otro capítulo de este libro, en la historia han quedado estos sesenta y cinco minutos de música, registro de una banda que vivía sus más grandes momentos.

¿Canciones? 'Blackened', 'One', 'The shortest straw'. 

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