domingo, 30 de abril de 2023

30 Años De... Depeche Mode: Songs Of Faith And Devotion (1993)

 "Giro brillante y tormentoso..."

Hay sueños capaces de desmoronarse muy rápido. Esto a propósito de Depeche mode y su primer cambio de década, el cual no pudo haber sido más glorioso, el éxito obtenido con Violator (1990) tanto en términos artísticos como comerciales solo puede ser comparable a lo logrado por U2 en Achtung baby! (1991) o Metallica con su homónimo (el llamado "disco negro"). Sin embargo, quien diría que dicho éxito también acabo por quebrar algo en el seno de los ingleses, al punto de tan solo dos años después encontrarlos en un lugar muy muy diferente tanto a nivel individual como colectivo. El caso es que en 1992 la banda decide sumergirse en un espiral tóxico de desgaste que se extendería por tres años, incluyendo la grabación de Songs of faith and devotion + su posterior (y extenuante) tour de promoción, que los llevó a recorrer el mundo entero (dato: visitaron acá Latinoamérica por primera vez), tras el cual acabarían totalmente rotos, con Alan Wilder abandonando el proyecto en 1995 (marcando un claro antes/después para la historia de la banda en términos creativos), Dave Gahan sumergido en una adicción que casi le quita la vida, Andrew Fletcher en estado depresivo y Martin Gore absolutamente exhausto. El período 1990-94 acabó transformándose por tanto en un verdadero infierno para Depeche mode, sin embargo, a veces ocurre eso de que en las peores crisis surge la genialidad, que es en definitiva lo que quedó registrado en el octavo álbum de los ingleses, una verdadera catarsis en donde los esfuerzos individuales fueron capaces de esconder el duro momento colectivo. 

En lo musical, a la banda no le interesaba componer un "Violator 2" y para esto vuelven a asesorarse en producción con Flood, quien ya había trabajado con ellos en 1990 fuera de haber colaborado con un abanico bandas (U2, Nick Cave and the bad seeds, Nine inch nails, o Erasure, entre otros). Y dichas intensiones, el salto creativo entre este álbum y su antecesor se percibe desde la partida. Y es que si Violator abría con 'World in my eyes', una joya exquisita que sostenía la línea sinuosa y sexy trazada por la banda en torno al synth pop durante los años ochenta, Songs of faith and devotion abre con 'I feel you', que es OTRA COSA. De partida la batería se percibe 100% orgánica, lo cual le entrega una fuerza inaudita al sonido de Depeche mode, quienes jamás habían sonado tan banda de rock como acá hacen (asunto que le interesaba desarrollar particularmente a Dave Gahan, influenciado seguro por sus juntas en bares con bandas como Jane's addiction, entre otras). En 'I feel you' el vocalista suena inmenso (como en todo el disco por cierto, nunca cantó ni volvió a cantar así de rabioso) y Martin Gore es protagonista en las guitarras impregnando a Depeche mode de un sonido industrial inédito para ellos. Lo mismo sucederá con 'Walking in my shoes' aunque en una línea más delicada con teclados que marcan presencia y una letra brillante, de las más grandes que Gore haya escrito ("No estoy buscando absolución / Ni perdón por las cosas que he hecho / Pero antes de llegar a cualquier conclusión / Intenta caminar en mis zapatos...").

El tridente inicial cerrará con la imponente balada dramática  'Condemnation', otra que en su temática se referirá al juicio externo ("Condenación, ¿Por qué? / Si mi deber estuvo siempre con la belleza / Y ese fue mi crimen...") y que originalmente iba a ser interpretada por Martin Gore pero dada la insistencia de Gahan, Flood cedió a darle una chance con resultados impresionantes. Es una de las interpretaciones más emocionales en la carrera del vocalista. '

Mercy in you' será otra pieza fantástica que insistirá sobre el sonido industrial aunque esta vez apelando a la electrónica como complemento. A esta le seguirá una bajada de revoluciones a cargo de 'Judas' + la gigante 'In your room' (seis minutos de total oscuridad e intensidad), cerrando una primera parte del álbum sin ripio alguno. En contra parte, la recta final del álbum si bien no sostendrá el nivel de todo lo anterior, cumple de sobra apelando a la dinámica en cosas como 'Get right with me' (con detallitos góspel incluidos), la inquieta 'Rush' o en el oscuro cierre a cargo de 'Higher love', no sin antes haber pasado por la melosa calma de 'One caress', marcada por la presencia de vientos. 

Pese al tormentoso contexto que rodeo la grabación de Songs of faith and devotion resulta increíble constatar el sólido resultado que la banda logró entregar. El disco no solo funciona como una perfecta sucesión para Violator si no que además supo abrir nuevas puertas para Depeche mode, abandonando con estilo el synth pop para sumergirse en texturas más oscuras y cercanas al rock. La partida de Alan Wilder se anota sin duda como el lamentable costo a pagar por este período, uno que ciertamente jamás volvería a ser retomado por la banda a este nivel...

¿Canciones? 'I feel you', 'Walking in my shoes', 'In your room'. 

9,2 /10
Brillante.


Otras reseñas de Depeche Mode:

miércoles, 26 de abril de 2023

35 Años De... Depeche Mode: Music For The Masses (1987)

 "Contundente cierre de un ciclo..."

(36 años en realidad, pero que más da...)
Si hay un disco que catapultó a Depeche mode a ser lo que hoy y siempre serán, es este. Algunos seguro mencionarán a Black celebration (1986) como una primera joya de la corona, con su sonido sofisticado ('A question of lust'), sensualidad a tope ('Stripped'), espectaculares invitaciones al baile ('Question of time') y momentos emocionalmente potentes ('Black celebration', 'Sometimes'), sin embargo, no nos engañemos, que es Music for the masses el disco en donde los británicos encuentran su punto tanto a nivel compositivo como hitero. Esto último porque si bien la banda había golpeado el mercado durante los tempranos 80s con cosas como 'Just can't get enough', 'Everything counts' o 'People are people', faltaba un álbum que recogiese esa vibra y la expresase en un mismo conjunto, sin sacrificar además su esencia, que es lo que acá hacen alternando singles absolutamente incontestables con clásicas pasadas más oscuras e íntimas marca de la casa.

Yendo a la música, en su sexto álbum los ingleses van en busca de la pista del baile desde un comienzo. Abre 'Never let me down again' y entendemos de inmediato hacia donde quieren ir, con una salvedad además: suenan más contundentes que nunca. Esta vez el synth pop se oye profesional (y no tan notoriamente amateur como en sus primeros álbumes), convincente y con vocación de estadios. 'Never let me down again' es un himno pero no será el único, 'Strangelove' impactará con su fascinante coro y más adelante 'Behind the wheel' bajará las revoluciones para plantearse con su lírica sugerente ("Hay momentos en que prefiero no ser quien conduzca / Ven, tira mis cuerdas / Mira mis movimientos / Haré lo que sea / Por favor...") como una de las cosas más sensuales que la banda haya compuesto hasta ese entonces, aspecto que por lo demás en los siguientes dos álbumes sería profundizado y explotado.

 

Finalmente, cerrando esta línea cargada al synth pop de disco sonará 'Sacred', una que perfectamente podría haber sido single, y en menor medida el medio tiempo 'Nothing', mientras que el resto será ir intercalando pasadas algo más íntimas, canciones como 'The things you said', 'Little 15' o 'I want you now', que arman un relato sobre la sencillez de un desnudo sintetizador, cositas que insisten sobre el sonido industrial como 'To have and to hold' y un cierre absolutamente freak en plan instrumental con 'Pimpf', que pinta nada en el disco verdad sea dicha...

Efectivamente Music for the masses no es un álbum perfecto pues se percibe cierta diferencia de nivel entre los puntos altos (que son MUY altos) de este (básicamente los singles más alguna a gusto del consumidor) y su segunda línea, lo cual lo priva de ser una obra maestra plenamente redonda, sin embargo, el trabajo efectivamente logra explotar aquella vocación de masas que la banda venía insinuando desde hace varios años y cosa curiosa: comienza a cerrar un ciclo. En el siguiente (y extraordinario) Violator (1990) si bien ciertos elementos synth pop volverían a ser retomados, poco a poco Depeche mode comenzaría a acercarse una versión algo más cargada al formato "banda de rock", pero aquello será motivo de futuras reseñas...

¿Canciones? 'Never let me down again', 'Strangelove', 'Behind the wheel'.

8,8 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Depeche Mode:

lunes, 24 de abril de 2023

Ne Obliviscaris: Exul (2023)

 "Menos caóticos, igual de ambiciosos..."

No es cosa fácil el componer metal por estos tiempos, no solo porque ya se ha hecho bastante si no también debido a que el nivel de músicos con que cuenta la escena es tremendo. Ahí, estos australianos vienen desde 2012 haciéndose de un nombre, construyendo un espacio en base a composiciones complejas, muy cercanas al black y al death atmosférico en sus primeros álbumes aunque siempre intentando incorporar elementos técnicos que volviesen más sabroso el plato (paradas acústicas o violines siendo protagonistas, por ejemplo) y entregasen algún sello particular que te invitase a sentir el no estar simplemente ante "una banda más". 

Como sea, tanto Portal of I (2012) como Citadel (2014) fueron verdaderas brutalidades de discos, álbumes colosales en su propuesta y donde en cada canción la banda apostó por devorarse al mundo, algo que fue matizado en el posterior Urn (2017), que centró su potencial en elementos melódicos, dejando de lado la arista más bestial de la banda para jugar entre terrenos marcadamente progresivos y técnicos. Y bueno, este reciente Exul corrobora dicho camino, otro álbum que muestra a unos Ne obliviscaris limpios en su sonido, incluso delicados durante largos pasajes, lejos, muy lejos del caótico metal de sus primeros dos álbumes aunque ojo al dato: no por esto menos ambiciosos. 

Exul ha sido un hijo de la pandemia, un trabajo que la banda tenía listo desde hace bastante pero vio limitada su publicación a causa de una serie de contingencias. Finalmente ha llegado a nosotros tras seis años de silencio, con tiempo de sobra para que la banda revisase una y otra vez cada pieza, de ahí seguramente el que estas suenen tan sesudas de comienzo a fin, abriendo el disco con treinta minutos impactantes desde lo compositivo, con 'Equus' + 'Misericorde' (I & II), una pasada que muestra con claridad por donde la banda ha deseado ir: estructuras que van y vienen, violines y teclados enlazando las voces limpias de Tim Charles + guturales de Xenoyr, con las guitarras y el peso por lo general en un segundo plano, apareciendo básicamente para riffear en determinados momentos pero nunca para provocar un desate.

Acá es donde cabe el detenerse a mencionar el gran problema con que cuenta el disco: su producción, la cual entrega protagonismo al violín e incluso al bajo, todo el tiempo presente en la mezcla, pero deja muy abajo a las guitarras e incluso a la batería, algo que en 'Suspyre' se nota demasiado, cuando por ejemplo el tema exige una explosión de proporciones (5:35 en adelante) pero esta no suena como corresponde, mermando claramente el resultado. Lo mismo en 'Graal', una canción fenomenal desde lo técnico pero que únicamente explota cuando Xenoyr estalla con sus vocales (5:30, donde incluso pareciese le suben drásticamente el volumen a la voz), entregando desde entonces cuatro minutos fantásticos pero que contrastan con los cuatro iniciales bastante planos. 

El cuarto álbum de Ne obliviscaris vuelve a entregar un cóctel técnico enorme, pensado al detalle y que coloca toda su fuerza en sus estructuras siempre complejas. Lamentablemente la producción y la falta de explosión en el sonido juegan en contra. El disco es un manjar desde su composición pero no saca provecho el nivel instrumental como corresponde.

¿Canciones? 'Misericorde II - Anatomy of quiescende' y 'Graal'.

7,9 / 10
Excelente.

jueves, 20 de abril de 2023

Metallica: 72 Seasons (2023)

"Colección de riffs con poco sentido..."

¿Qué esperar de una banda como Metallica a estas alturas del partido? He ahí el dilema. ¿Debemos conformarnos con que "existan"? ¿Ansiar algo a la altura de su legado? ¿O qué simplemente mejoren respecto a su antecesor? Sea como sea, el contexto en este caso es verdaderamente relevante y ahí hay que sincerar el asunto desde un inicio: lo último realmente innovador que la banda intentó entregar en su carrera fue, primero St. Anger (2003) y luego la aventura Lulu (2011) junto a Lou Reed. Y ya sabemos en ambos casos como les fue. ¿Y el resto? Pues el constante auto homenaje. Ahora, a Death magnetic (2008) uno le podrá criticar el descaro de utilizar riffs prácticamente calcados a los de su primera era (1983/88), así como su horrorosa producción, pero con todo, varios de sus temas han sabido sobre vivir al tiempo ('All nightmare long', joya, la mejor canción que han compuesto en veinte años) mientras que otros entregaban giros estructurales que tenían un sentido ('The end of the line' o 'Broken, beat & scarred', por ejemplo). De igual forma, en Hardwire... to self-destruct (2016) intentaron matizar dicho sonido con algunas bajadas de revoluciones acercándose a la etapa noventera de la banda, sin embargo, ahí quedó 'Halo on fire' entre otras como buen recuerdo, cosa que esta vez dudo suceda con 72 seasons, disco que pretende continuar el camino trazado siete años atrás pero queda a medio camino de todo como una colección de riffs estirados hasta decir basta, sin un sentido claro más allá de la repetición y que van en la evidente búsqueda de hacer ver algo más complejo de lo que realmente es. 

En dicha línea el resultado tiene sus momentos, aunque claramente insuficientes como para justificar casi ochenta minutos de música. Entretienen por tanto aquellos momentos en donde la banda acelera buscando emular el thrash de Kill'em all (1983), como ocurre en 'Lux Aeterna' (el gran hitazo del disco por donde se mire, aunque claro, es la enésima 'Motorbreath' que componen), sin embargo, en dicha búsqueda también acaban por exponer todas las limitantes con que cuenta hoy Metallica, y digámoslo con todas sus letras, dichas limitantes tienen nombre y apellido: Lars Ulrich + Kirk Hammett. Para muestra un botón, la partida con '72 seasons', gran canción en su comienzo (también en el coro) pero donde recién al minuto la banda debe desacelerar para que Lars respire. Dramático. Lo mismo ocurre en la simpática 'Screaming suicide', una que además no justifica en absoluto sus dos minutos finales con una repetición hasta el hartazgo del riff principal. 

Ahora, con todo, quizás un disco breve con este tipo de canciones podría haber funcionado mejor pues cuando Metallica intenta ir hacia otros lados, ya el descalabro es total. Lo de 'Shadows follow' carece de todo sentido e incluso sentimiento (¡y la han puesto como segunda del álbum!), 'Sleepwalk my life away' o 'Crown of barbed wire' son derechamente aburridas, en 'You must burn!' intentan recuperar la vibra del disco negro (es muy similar a 'Sad but true') o la de Load/Reload (ese filtro vocal de James) pero fallan groseramente a causa de la falta de ideas, y así, el disco avanza sin convencer entre cosas repetitivas y eternas como 'Chasing light' o 'If darkness had a son'. No mejorará demasiado el asunto con el relleno de la ocasión a cargo de 'Too far gone?' + 'Room of mirrors' , olvidables de comienzo a fin, para recién en el cierre jugar a atreverse con algo como 'Inamorata', donde van con descaro en los coros en busca de 'My friend of misery' (la mítica del black album) pero dejamos esto de lado gracias al solo melódico de los minutos finales, cuando al menos se atreven con una sección no tan obvia donde la banda parece salir del piloto automático y la colección de riffs sin sentido. 

En definitiva, no sería justo decir que 72 seasons es un desastre de álbum pero si uno que da muestras de una falta de ideas tremenda. Tampoco es que tuviésemos la vara demasiado arriba, insisto, que siempre estará el argumento con Metallica de que "ya hicieron lo que tenían que hacer", pero aún así, es realmente poco lo que han entregado esta vez. Han hecho lo que han podido y esto es lo que es...

¿Canciones? '72 seasons' y 'Lux Aeterna'.

sábado, 15 de abril de 2023

Lana Del Rey: Did You Know That There's A Tunnel Under Ocean Blvd (2023)

 "Máquina vanguardista..."

Ya estaría bueno se reconociese a Lana del rey como la máquina que es. La mujer no para e impacta la cantidad de música que ha escrito en poco más de una década, publicando álbum tras álbum llegando en este 2023 a su noveno en once años. Y si, que a causa de su verborrea seguro los productos han acabado por mermar en calidad, sus discos claramente adolecen de edición + poder de síntesis y seguro que con los nueve que ha publicado se podrían armar cuatro o cinco obras maestras pero que más da, que el arte y la vanguardia es así, no conoce de límites. Yendo al detalle, encontramos puntos altos en el debut de 2012, Ultraviolence (2014) y (el mejor de todos) Norman fuckin Rockwell! (2017), álbumes que han sido complementados por obras aparentemente menores pero que le han permitido mantenerse en activo, creando y relatando su momento. Did you know that there's a tunnel under ocean blvd se suma a ese camino en su línea: extenso, exagerado, sin contención alguna pero libre, por sobre todo libre. Lo cual en tiempos como los que vivimos vaya que se agradece.

Yendo al disco, conocido es el que no se puede entender a Lana del Rey sin entregarse a la experiencia de seguir sus líricas. Quienes enfrenten sus álbumes obviando este elemento se perderán del 80% del chiste, y para muestra la homónima 'Did you know that...', donde vuelve a meter mano a la relación entre amor, sexo y auto estima mediante líneas tan explícitas como fascinantes ("Ábreme, dime que te gusta. Cógeme hasta la muerte. Ámame hasta que me ame a mi misma..."), en un entramado tan complejo como (a ratos) irreverente, el cual entrará también en contradicción cuando aborde con pasión el nacionalismo y la religión, elementos que dirán presente en la apertura (con toques góspel) de 'The grants', vistiéndose de amante una vez más ("¿Dices que hay una oportunidad para nosotros? ¿Debería por fin bailar? Tu eres un hombre de familia, pero..."), haciendo mención a la fe ("¿Piensas en el paraíso? ¿Piensas en mi? / Mi pastor me ha dicho que al morir solo nos llevamos los recuerdos / Y yo me llevaré los míos contigo...")  y citando incluso al gran John Denver con su 'Rocky mountain high' (original de 1972). Que decir, ya solo con estas dos tienes disco, sin embargo, hay más, mucho más...

Sobre el piano 'Sweet' será tan auto referente, desafiante como preciosa ("Lo que no entiendes es que tengo magia en mis manos / Estrellas en mis ojos / Soy una mujer diferente / Si buscas una perra básica, pues ve al Beverly Center y la encuentras..."), la cual dará paso a 'A&W' (que no es otra cosa que la abreviación para "American whore") , sin lugar a dudas lo más grande que nos regala en este álbum, entregando cuatro minutos fascinantes en donde Lana luce personal ("No he visto a mi madre en un largo, largo tiempo / O sea, mírame... / Mira el largo de mi pelo, la forma de mi cuerpo / ¿Realmente crees que me importa?"), desafiante a rabiar ("Llamándolo a mi cuarto / Terminó cogiéndome en el piso del hotel / No se trata de buscar a alguien que me ame / Esta es la experiencia de ser una puta americana..."), hastiada y empapada en decepción ("Si te dijese que fui violada, ¿en serio no crees que pensarían que me lo busqué? / No lo busqué / Pero no declararé / Ya jodí suficiente mi historia..."), para luego hacer el giro, meter una base electrónica, ponerse a rapear y llevar la pieza hacia otro lugar.

Y bueno, tras los contundentes veinte minutos iniciales la sensación es la de estar ante un partido que muy temprano se ganó, por lo que solo queda administrar el resultado. Lana lo entiende y decide darse el gusto de desatar al álbum por distintos lugares. Primero metiendo un interludio en donde Judah Smith (una especie de guía espiritual al que acuden ricachones de la industria del cine y música) realiza una prédica que realiza referencia a su conexión con un supuesto Dios (y dónde se oyen comentarios + risas en vivo de la misma vocalista), y más adelante otro (algo más prescindible) interpretado por el cantante Jon Batiste. En cuanto a lo musical, el disco abordará en su segunda mitad (mucho más pesada que la primera) lugares comunes de la artista en 'Candy necklace', 'Kintsugi', 'Fingertips', 'Grandfather please...' o 'Margaret', con seguridad la pasada más espesa en todo el álbum, pero matizará con las dulces 'Paris, Texas' y 'Let the light in' (en esta yendo a la guitarra acústica). Finalmente, cerrará de la manera más curiosa cuando Tommy Genesis la acompañe a rapear en un tema que habla de Angelina Jolie para luego pasar a una completamente desestructurada 'Taco truck', donde incursiona con el español e incluso revisita líneas de 'Venice bitch' (esa joya incluida en Normal fuckin Rockwell!). 

Did you know that there's a tunnel under ocean blvd es un verdadero freakerío de álbum, un acto de libertad que va por allá y acá a antojo, que encuentra momentos enormes, realmente brillantes en su primera mitad y otros excesivos (y olvidables) en su segunda. Con tres o cuatro temas menos seguro estaríamos hablando de uno de los discos del año, sin embargo, nadie puede criticarle a Lana el darse cuanto gusto quiera darse. Que de otra forma no sería ella...

¿Canciones? 'The grants', 'Did you know that there's a tunnel under ocean blvd', 'A&W' y 'Paris, Texas'.

7,9 / 10
Excelente.


Otras reseñas de Lana del Rey:

martes, 11 de abril de 2023

Suicide Silence: Remember... You Must Die (2023)

 "Poderosamente diversos..."

Pese a que un álbum como Become the hunter (2020) supuso un alza respecto al experimento homónimo de 2017 (donde lucieron más perdidos que nunca), tampoco digamos que aquel disco dio para generar demasiada ilusión. Más bien fue un "Ooook", un trabajo en donde Suicide silence decidieron recular, detener los inventos para jugar a la segura y ganar algo de tiempo mientras decidían hacia donde ir. Por lo mismo, tras su sexto álbum la incógnita quedó instalada: ¿Y ahora qué? ¿Otro álbum en la zona de confort o ir por más? En dicho dilema, lo que nadie seguro tenía presupuestado es que la banda no solo tomaría el segundo camino si no que sería capaz de entregar su trabajo más sólido a la fecha, y si, que lo diré tal cual: Remember ... you must die es lo mejor que los norteamericanos han parido en su carrera, situándose incluso por encima de sus dos primeros álbumes, que pueden haber sido "la novedad" (mérito tienen, no lo vamos a desconocer acá) pero jamás sonaron tan poderosamente diversos como acá si ocurre. 

En su séptimo disco, Suicide silence han optado por una apuesta que efectivamente les renueva, acercándoles a su arista más death de la mano de un Eddie Hermida que en las voces suena más gutural (y cómodo) que nunca. Y si bien habrán momentos donde el disco realizará guiños (solo guiños) a esos pasajes histéricos tan típicos del deathcore, como ocurre en la partida a cargo de 'You must die', más adelante en 'Kill forever' (genial en esta la batería del ahora oficial Ernie Iniguez) o hacia el cierre en 'Dying life' + 'Full void' (el solo melódico, her-mo-so), poderosas todas por cierto, gran parte del álbum se moverá en latitudes muchísimo más oscuras y de un metal que sacrifica la velocidad en busca de mayor peso.

Destacará ahí 'Capable of violence (N.F.W)', que es (valga la redundancia) un absoluto desate de violencia, con un Hermida que en las estrofas (y también en ese genial "Capable of! Capable of! Capable of!" que repite al cierre) se disfraza de George Corpsegrinder Fisher y en los coros a dos voces de Phil Anselmo. Sin embargo, ese grito desesperado y depresivo ("Dame lo que sea que me mantenga vivo / No siento nada, nada / Esto es jodidamente inútil / ¡Dime que está mal conmigo...!") que es 'Fucked for life' no se queda en absoluto atrás, tampoco 'God be dammed' (genial el parón a media canción), 'Alter of self' o 'Endless dark', que si bien se mueven en tiempos más lentos resultan igual de brutales, regalándonos una serie de pasajes que solo llevan a pensar que si este va a ser el camino de ahora en adelante, pues bienvenido sea. 

Puede que algunas canciones redunden o derechamente sean innecesarias de oír en medio de un conjunto tan sólido (me refiero a 'The third death' y 'Be deceived', totalmente prescindibles) pero estos son detalles en medio de un trabajo que desde lo instrumental, creativo e interpretativo muestra realmente pocos ripios. Quien lo diría, que a estas alturas Suicide silence vendrían a renacer de esta forma, pero acá están, situándose de regreso como pilares a tener en cuenta dentro del metal joven y actual.

¿Canciones? 'Capable of violence (N.F.W)', 'Fucked for life' y 'Full void'.

8,5 / 10
¡Excelente!

Otras reseñas de Suicide silence:
2020: Become the hunter

viernes, 7 de abril de 2023

Insomnium : Anno 1696 (2023)

 "En su contexto, más que bien..."

En la línea conceptual que suele caracterizarles, los finlandeses Insomnium están de regreso. Vuelven esta vez metiendo mano a la Europa del norte de pleno Siglo XVII, a sus atmósferas frías e historias de cazas de brujas. Desde ahí, el álbum es interesante, también lo es en lo musical, donde la banda se esfuerza por no agotar, yendo de aquí para allá, en ocasiones sacando el manual del death melódico clásico, a veces apelando a la épica bajando los tiempos con temas dramáticos o metiendo de vez en cuando interludios folk, todo con el fin de entregar un conjunto contundente que no sacrifique la esencia del concepto. Y digamos que en general lo logran...

Como buen disco conceptual, el álbum abre con un relato de dos minutos que se desarrolla sobre arreglos folk y desde ahí '1696' desenfundará un metal ágil y efectivo. Este tipo de canción volverá a decir presente a lo largo del álbum en cosas como 'Lilian' (mucho de los suecos Amon amarth en esta) o 'The witch hunter', que son death melódico de manual, el cual se equilibrará con pasajes más oscuros y lánguidos, principalmente en la pasada por 'White Christ' (en un gran duelo junto a un roto Sakis Tolis de Rotting Christ), 'Godforsaken' (con atinadas vocalizaciones que corren por parte de la finlandesa Johanna Kurkela) o 'Starless paths', estas tres ciertamente representan lo más interesante del disco debido a las atmósferas pesadas y oscuras que logran transmitir el espíritu del disco. Finalmente, el viaje comenzará a cerrar en plan relato acústico con los cuatro minutos (demasiado quizás) de 'The rest' para desenfundar luego 'The rapids', un tema de guitarras donde la banda se deja todo persiguiendo la épica. 

Anno 1696 es un álbum que cumple de sobra en el estándar de una banda como Insomnium. No es ni cerca un Winter's gate (2016) pero encuentran inspiración suficiente en algunos momentos y en otros tiran del manual. Y si, que se extienden de sobra en algunas canciones pero bueno, para una banda con veinte años de carrera no está nada mal... 

¿Canciones? 'White Christ' y 'Godforsaken'.

7 /10
Muy bueno.

martes, 4 de abril de 2023

Caroline Polachek: Desire, I Want To Turn Into You (2023)

 "Salto cualitativo..."

En el mundo del pop suele ocurrir eso de que se hable demasiado de artistas que no necesariamente merecen tanta atención y se ignore a quienes buscan proponer algo diferente. Esto a propósito de Caroline Polachek, una tipa creativamente inquieta que durante estos quince años ha probado suerte con distintos proyectos, incluso con diferentes identidades (en 2014 lanzó un álbum como Ramona Lisa, en 2017 otro como CEP) pero que finalmente ha decantado por promover su música con nombre y apellido. En ese camino, en 2019 "debutó" mediante un correcto Pang, álbum que instaló buenas sensaciones además de dejarnos algún hitazo (como la genial 'So hot you're hurting my feelings') y cuatro años más tarde la tenemos de vuelta con este Desire, I want to turn into you, un disco en donde la electrónica minimalista vuelve a marcar el camino pero donde el canción a canción muestra un evidente salto cualitativo, tanto en materia de arreglos como diversidad.

Un ejemplo de aquello a donde Caroline ha buscado llegar con este álbum se aprecia en 'Bunny is a rider', un tema que logra demasiado con muy poco. Una percusión que apenas marca presencia y donde toda la potencia se centra en el relato, impecable, contagioso y consistente. En esa misma línea funcionarán canciones como 'Pretty in possible' o 'Crude drawing of an angel' (muy oscura esta), que con sus sutiles arreglos e incluso momentos vocales desnudos se enmarcan dentro de lo más interesante que regala el álbum. 

Eso si, este no se olvidará de que es un disco de pop, por lo que de vez en cuando diversificará entregando momentos más cercanos y comerciales, de ahí la luminosa apertura con 'Welcome to my island', adictiva y personal (tira líneas acá a su fallecido padre), la playera 'Sunset', el single incontestable 'I believe' o la electro acústica 'Blood and butter' (cosa curiosa: esta presenta a medio tema un solo de gaita). Ahora, si bien al disco le hace bien no estancarse en tanto momento oscuros y acercarse a cosas más dinámicas, cabe mencionar que en estas Caroline Polachek sacrifica bastante su identidad y suena como cualquier otra artista pop, presentando desde ya un dilema a futuro para ella. ¿ir por la masividad con este tipo de canciones o profundizar en sonoridades más complejas? Bueno, el tiempo dirá. Por ahora pareciese mantenerse en el límite, tanteando terreno aquí y allá. 

Este ir y venir continuará haciendo presencia en la cara b del disco, que abrirá con ese curioso pero satisfactorio experimento electrónico que es 'Fly to you', donde interactúa con Grimes y la siempre característica Dido, que podría haber encontrado una atractiva continuación en 'Smoke' (que re utiliza la melodía del fraseo de 'Pretty in posible'), sin embargo, Caroline decide antes ir muy pero muy abajo con 'Hopedrunk everasting' (que suena a canción de cierre, no se entiende mucho que tras esta suenen tres más) y 'Butterfly net' (esta si que derechamente se la podría haber ahorrado) para cerrar efectivamente con 'Billions', un baladón que por sus arreglos + trabajo melódico también se enmarca dentro de lo más interesante del álbum. 

En contra jugarán esas dos almas que conviven en el álbum, una (muy) comercial y otra (muy) íntima / reflexiva, también el que la cara b por momentos se vuelve algo pesada. A favor está la ambición que muestra la artista y lo consistente que en general suena, pese a abordar una electrónica desnuda y que en contadas ocasiones se desata. Durante todo el álbum este pareciese tiene algo que decir, una propuesta en cuanto a arreglos y mensaje, lo cual viniendo del mundo del pop no es poco. Caroline Polachek se ha transformado en el nuevo juguete indie pop, digamos, esa artista que está haciendo grandes cosas pero que no es reconocida. Y bueno, el tiempo dirá, por ahora nos quedamos con su mejor disco a la fecha y uno de los grandes que habremos oído en este 2023.

¿Canciones? 'Pretty in possible', 'Crude drawing of an angel' y 'Billions'.

8,2 / 10
¡Excelente!