"En plenas facultades creativas..."
Hora de comenzar a ponerse al día con esta leyenda. Corresponde...
A los más jóvenes habría que explicarles que ese ancianito que ven hoy en 2024 sentado en silla de ruedas y que parece un pedazo de cartón, alguna vez fue un artista colosal, capaz no solo de haber publicado un puñado de discos increíbles si no que directamente cambiar la historia del rock latinoamericano.
Hay que ir cuarenta años atrás eso si para encontrar los momentos más fascinantes en la carrera de Charly García, tiempos donde el argentino dio muestras de encontrarse muy por sobre la comprensión de los mortales (no fueron pocos quienes lo criticaban por "haberse vendido") y decidió avanzar representando la absoluta vanguardia, encarnando a un verdadero monstruo de la música capaz incluso de iluminar al resto (la lista de artistas que despegaron bajo el ala de Charly es inmensa). A modo de muestra está lo que había logrado apenas un año atrás con Clics modernos (1983) y esa capacidad para equilibrar el pop extremadamente liviano de 'Nos siguen pegando abajo' + 'No me dejan salir' con cosas tan hermosas y delicadas como 'No soy un extraño', 'Los dinosaurios' u 'Ojos de video tape'. García sonaba como un artista multifacético y extraordinario, algo que confirmaría un año más tarde mediante este Piano bar, álbum que inevitablemente se encuentra hermanado con su antecesor pese a contar con elementos suficientes como para tener vida propia.
En efecto, cierta estructura de Clics modernos acá se replica, digamos, esa búsqueda del equilibrio antes mencionado, sin embargo, en Piano bar el asunto apunta a una mayor profundidad, incluso en sus momentos más "divertidos". En estos Charly apostará por menos baile y más guitarras, como es el caso de la sólida y golpeada partida a cargo de 'Demoliendo hoteles', marcada por esas frases tan históricas como monumentales ("Yo que crecí con Videla / Yo que nací sin poder / Yo que luché por la libertad pero nunca la pude tener...") o la rockera 'Cerca de la revolución' (otro hitazo eterno), siendo 'Rap del exilio' el único tema en todo el disco que carga su sonido hacia el funk e invita al movimiento y donde se ríe un poco de su desconexión con los medios de la época ("Tenía un sólido futuro artístico y me comí el bajón / Yo tenía tres libros y una foto del Ché / Ahora tengo mil años y muy poco que hacer...").
El resto apuntará más bien a facetas íntimas del artista, donde los teclados (a cargo de Fito Páez) son protagonistas, ya sea en medios tiempos como 'Promesas sobre el bidet' + 'Raros peinados nuevos' o elevando su sonido a otra dimensión en la maravillosa 'Piano bar', gran joya de este álbum gracias a su particular sensibilidad y esa estructura inquieta que muestra todo el tiempo. La solemnidad del sonido aparecerá en 'No te animás a despegar' (dedicada en ese entonces a Fabiana Cantilo, sin embargo, resulta paradójico que con los años la canción terminase hablando de sí mismo) para luego elevar el viaje mediante la dinámica 'No se va a llamar mi amor' seguida de la melódica y amigable (aunque algo repetitiva) 'Tuve tu amor', estas dos siendo influencia evidente para la posterior carrera en solitario de Fito.
El disco cerrará con la colaboración entre Charly y Luis Alberto Spinetta titulada 'Total interferencia' (se cuenta que estos dos tenían toda la intención de concretar un álbum, lo cual lamentablemente no se concretó), una que García dudó hasta último momento si incorporar o no en la lista definitiva del álbum (la leyenda cuenta que Páez le convención) y que funciona como una pequeña gran joya marcada por sus exquisitas atmósferas y crudas reflexiones ("Pienso que estamos como el amor que se echa a perder / Violamos todo lo que amamos / Para vivir..."), finalizando así un trabajo que en la odiosa comparación con Clics modernos queda un tanto abajo (hay momentos que se hacen algo pesados y la segunda línea no es tan potente como en el mencionado) pero que supo mostrar a un artista en plenas facultades creativas, lo cual no es poco para un músico que llevaba haciendo historia al menos una década. Finalmente este disco sería sustento para el notable Parte de la religión (1987) y bueno, la entrada a ese callejón sin salida que acabaría desembocando en el proceso auto destructivo que vivió una década más tarde...
¿Canciones? 'Demoliendo hoteles', 'Piano bar' y 'Cerca de la revolución'.
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