miércoles, 31 de agosto de 2022

20 Años De... Porcupine Tree: In Absentia (2002)

 "Ambiciosos y poderosos aires ..."

Durante esta última década, la figura de Steven Wilson se ha vuelto absolutamente reconocible dentro del mundo del rock, sin embargo, nobleza obliga a reconocer que el mito en torno al artista nació bastante tiempo antes, dos décadas atrás para ser exacto, particularmente gracias a la publicación de un álbum como In absentia. Y es que si bien Porcupine tree venía desarrollándose con solvencia desde hacía una década en el mundo del rock progresivo (con un nivel de prolificidad no menor además, fueron seis discos en diez años los publicados hasta 2000) fue el séptimo trabajo de la banda el que provocó el acercamiento masivo por parte del público. 

En ese camino, fueron varios los elementos que se conjugaron en aquel 2002 y que, entre todos, marcaron una positiva diferencia que se plasmó en In absentia. Podríamos hablar de la evidente madurez adquirida por Steven Wilson en composición, quien encuentra durante largos pasajes del trabajo un equilibrio impecable en el tridente rock/progresivo/meloso, también del cambio de sello (algo que se aprecia en la producción, fuerte y clara) así como la incorporación de Gavin Harrison en batería, quien aporta un elemento más duro y ligado al metal en varias de las canciones del álbum. El caso es que todo junto acabó por cuajar en un disco excelente, no exento de ciertos problemas pero que en gran parte de su trámite logra situar a la banda en otro lugar, metiéndolos de lleno en la entonces nueva década. 

El poderío de In absentia se muestra de inmediato, con una pasada doble que fluye tan bien que se percibe como una sola pieza de diez minutos, abriendo con 'Blackest eyes', con una banda entrando con todo, Harrison mostrando credenciales para luego dar paso a los afanes melódicos de Wilson entre exquisitas guitarras acústicas y eléctricas, fórmula que se volverá a desarrollar más adelante en cosas como 'The sound of muzak' (igual de sólida), mientras 'Trains' abordará una arista melancólica y sensible con notables juegos vocales (2:56 - 3:17) y una estructura dinámica. Que decir, la partida es enorme. A esta le seguirán los aires floydianos de 'Lips of ashes', Gilmour total en su partida y varios momentos de su desarrollo (aunque también me recuerda los tiempos más experimentales del Tears for fears noventero), la inmersiva 'Gravity eyelids', de casi ocho minutos, abriendo con una sección etérea para a medio comenzar a insinuar guitarras que acabarán explotando con mucha fuerza, y 'Wedding nails', instrumental que entregará la cara más ligada al metal progresivo por parte de los ingleses.

La mencionada 'Wedding nails' es una que habría enganchado perfecto con el rock directo de 'The creator has a mastertape' para quizás cerrar a lo grande con los siete colosales minutos de 'Strip the soul', sin embargo, entre todas estas tenemos una brusca baja de revoluciones con 'Prodigal' seguida de cosas muy atmosféricas como '.3' o 'Heartattack in a layby', dando luces acá del principal defecto del álbum: es demasiado extenso. Siempre lo he dicho acá en el blog, cuando los discos son complejos o particularmente densos, ocho o nueve canciones es la cifra adecuada, por lo que llevar este álbum a casi setenta minutos me sigue pareciendo a día de hoy un absoluto despropósito. De igual manera, el disco cerrará de manera adecuada sobre el piano en 'Collapse the light into earth', un tema que pese a lo repetitivo (es un acorde que se repite en loop por casi seis minutos). logra generar intensidad entre sus alzas instrumentales.  

Las sensaciones que acaba dejando In absentia, a veinte años de distancia, es la de ser un álbum fantástico que supo mostrar una cara más dura de Porcupine tree, fuera de marcar un claro antes/después para Steven Wilson a nivel compositivo. Sin embargo, no es un disco perfecto. Hay tres o cuatro canciones en donde la banda extiende demasiado el concepto, llevándolo a límites innecesarios (ojo: algo que entenderían para el siguiente Deadwing, donde si acotarían la duración), nada tan terrible de todas maneras, que cuando el disco funciona es una cosa gigante. 

¿Canciones? 'Blackest eyes', 'Trains' y 'The creator has a mastertape'.

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