viernes, 28 de junio de 2019

Baroness: Gold & Grey (2019)

“Experimento ruidoso y fallido...”

Baroness es una de aquellas bandas que no quisiésemos verla jamás fallar. Ya sea por la discografía que han sido capaces de entregar, con sus (hasta ahora) cuatro impecables discos de colores y únicas portadas, o por la tragedia que alguna vez tuvieron y supieron enfrentar, los liderados por John Baizley han sabido ganarse un pedacito de nuestros corazones durante esta década de existencia que han llevado adelante. No quisiésemos que fallasen pero esta vez han fallado medio a medio. En todo. Tras cuatro años de silencio y luego de dos álbumes realmente exquisitos, pese a lo diferentes que resultaron entre si, Baroness se enfrentaba al desafío de retomar la senda íntima/progresiva que tantearon en Yellow & green (2012) o volver a vomitar energía como hicieron en el directo Purple (2015). El camino que han decidido tomar, sin embargo, se encuentra a medio paso de todo. 

Nos encontramos acá con 17 piezas que extienden el total a 60 minutos que se hacen tan pesados como a momentos inaudibles. Y es que comencemos hablando de aquello: la producción. La maldita mezcla de sonido. Que ya en Purple nos había llevado a arquear la ceja pero toleramos de todas formas a causa de un conjunto de canciones que cumplían de sobra. Esta vez no ha sido así y el descalabro sonoro ha quedado en evidencia. Gold & grey es un verdadero tarro. Saturado todo el tiempo, imposible de oír (menos disfrutar) a un volumen alto. Y si, que siempre han jugado con este tipo de sonido pero esta vez se les fue total y absolutamente la mano. 

Ahora, pasando por alto la producción toca hablar de la música en si. Ahí nos encontramos con un álbum doble que si bien comienza con mucha energía en su tridente inicial compuesto por 'Front toward enemy' + 'I'm already gone' + 'Seasons' pronto comenzará a descender sus revoluciones y adentrándose en una sucesión de temas introspectivos (´Tourniquet', 'I'd do anything', 'Cold-blooded angels') que se vuelven más difíciles de seguir aún a causa de la inclusión de una serie de piezas cortas que pretenden ser puentes instrumentales entre tema y tema ('Sevens', 'Anchor's lament', 'Emmet - radiating light') pero únicamente entorpecen un trámite que por si solo ya era difícil de llevar.

Entre todo este ir y venir sonará una que otra canción que apuesta por la energía ('Throw me an anchor' o 'Broken halo') pero estas no poseen un gancho suficientemente atractivo como para sacarnos del tedio, el cual incluso acabará ahogando al álbum en su recta final donde continuarán intercalándose instrumentales ruidosos de dos minutos con una pieza directa como ‘Borderlines’ o la experimental ‘Pale sun’, cerrando así un álbum de confusas intenciones y que tras cuatro años de silencio siempre más dudas que certezas en torno al presente de esta gran banda.

4,5 / 10
Insuficiente.


Otras reseñas de Baroness:
2015: Purple
2012 : Yellow & green

viernes, 21 de junio de 2019

The National: I Am Easy To Find (2019)

"Se pierden en su profundidad..."

Basta darle play a aquel debut homónimo de 2001 o a Sad songs for dirty lovers (2003) para constatar el que The National fue una de esas bandas que “nació madura”, construyendo una carrera en base a profundas baladas y temáticas siempre asociadas a complejos procesos personales. De ahí el que se hayan mantenido durante todos estos años bajo la atenta mirada de un selecto grupo de seguidores y melómanos varios pero lejos, muy lejos, de la masividad. De hecho, fue recién en 2010 cuando muchos más lograron acercarse a ellos gracias al crecimiento que la banda evidenció en High violet. Desde ahí, The National ha administrado ese crédito, primero con el excelente Trouble will find me (2013) y luego mediante el más que correcto Sleep well beast (2017), sin embargo, la sensación de haber tocado techo estaba. La fórmula encontrada en 2010, basada en la aceleración de percusiones y un tino melódico maravilloso, comenzaba a repetirse con bastante frecuencia, de ahí el que hoy lleguen a nosotros mediante el proyecto más ambicioso que hayan desarrollado a día de hoy, como quien buscase removerse por completo y encontrar inspiración suficiente como para seguir adelante.

Las ideas en torno a I am easy to find comenzaron a surgir en 2018 cuando el director Mike Mills se contactó con Matt Berninger con el fin de desarrollar un proyecto artístico interdisciplinario que abordase la complejidad del ser humano contemporáneo, lo cual acabó traduciéndose en un cortometraje protagonizado por Alicia Vikander y en una hora de música entregada por The National. Ahí percibimos desde un inicio el como la banda ha puesto todo de si en el proyecto, entregándonos un álbum en donde cada pieza es un mundo en si mismo aportando a un conjunto conceptual complejo y tremendamente profundo, marcado además por enorme presencia femenina, voces que interactúan constantemente en los diálogos con Berninger y que van desde Sharon Van Etten, Lisa Hannigan, Mina Tindle hasta Gail Ann Dorsey (la mítica colaboradora de David Bowie).

Cuesta por tanto hablar de temas en particular a la hora de hablar del álbum pero si es por destacar habría que mencionar toda esa primera parte, que comienza muy activa con las dinámicas ‘You had your soul with’ + ‘Quiet light’, ambas marcadas por su exquisito trabajo de percusiones y sutiles guitarras que en esta ocasión apenas emergen, y que poco a poco comenzará a adentrarse en ambientes mucho más lúgubres, como los vividos en ‘Roman holiday’ y la notable ‘Oblivion’ (mi favorita del disco con todo ese diálogo en torno a los miedos que contiene). De igual forma el trabajo de arreglos que regala ‘The pull of you’ vuelve a resultar atractivo pero será desde acá en que el álbum comienza a mostrar su principal problema: se vuelve muy pesado. La pasada por ‘Hey Rosie’ + ‘I am easy to find’ (la canción) o más adelante lo que ocurre en el eterno relato ‘Not in Kansas’  son claros ejemplos de lo espeso que se pone esto y ‘Where is her head’ o 'Rylan' casos de lo que sucede cuando centras demasiado tus energías en el fondo y no la forma, en que los arreglos sean consistentes pero no en que exista algo en la canción que interrumpa la monotonía.

La recta final del disco se hace extensa (al disco le sobran al menos quince minutos, que no es poco...), con un conjunto que se pierde en medio de su profundidad, pero que con todo regala escondidas joyitas como 'So far so fast’ (que es una que me ha recordado muchísimo a mis amados R.E.M de Up) o 'Hairpin turns' (que debe ser lo más "pop" que contiene el disco). El global por tanto habla de un producto que en lo lírico, interpretativo y musical es realmente delicado y hermoso pero que al mismo tiempo pierde de vista durante largos pasajes el trabajo de melodías o estructuras atractivas para quien oye. 

Sería injusto e ingrato afirmar que I am easy to find es un mal disco pero si uno que apostó todo en su denso contenido (lírico y musical) quedando a ratos excesivo y carente de inspiración a la hora de encontrar armonías realmente recordables. 

6,5 / 10
Cumple y un poco más...


Otras reseñas de The national:

miércoles, 19 de junio de 2019

Fleshgod Apocalypse : Veleno (2019)

“Avanzan sin convencer del todo...”

En 2016 los italianos de Fleshgod apocalypse marcaron un importante paso en su carrera con la edición de King, un álbum tremendamente ambicioso que introdujo elementos sinfónicos en su tradicional y potente death. El resultado, sin embargo, lejos de generar consenso dividió aguas entre quienes sintieron que el saco les quedó gigante y aquellos que valoraron el atrevimiento, al punto de incluso tres años más tarde y frente a la edición de Veleno continuar encontrándonos con reseñas en internet tremendamente disímiles en donde ciertos sitios deciden glorificarlos mientras que otros desprecian los artificios que aparecen en este nuevo camino escogido. 

En lo personal King me sigue pareciendo un disco sobrecargado. Un álbum que incluso en su versión exclusivamente sinfónica resulta realmente disfrutable (invito a los lectores a que se lancen sobre esa experiencia, que vale totalmente la pena) pero a la hora de darle play en su versión estándar el asunto se vuelve prácticamente inaudible, un tarro al que no se le puede elevar el volumen dada la saturación de arreglos que entrega. Que no, que no cualquiera posee el tino y talento de unos Septicflesh a la hora de combinar sonidos sinfónicos con la música extrema. El caso es que tras el paso dado, Fleshgod apocalypse acabó perdiendo a dos de sus guitarristas, conformándose hoy como un trío, y regresando en este 2019 con Veleno, disco que claramente recula respecto a su antecesor intentando evidentemente eliminar los excesos mencionados (¡este disco si se puede oír!) pese a conservar el trabajo orquestal durante gran parte de su trámite. En ese sentido, y como le gusta escribir a los catedráticos de las reseñas, Veleno se percibe como un álbum más “orgánico” que King.

Y es que claro, no es fácil la jugada, esto de introducir sinfónicas en el metal juega en el límite de la (innecesaria) pomposidad y cierto afán por entregarle profundidad a un sonido que en la realidad es mucho más simple de lo que evidencia. Algo así es lo que ocurre con ciertos momentos de Veleno, disco que se encumbra muy arriba cuando se lanza de lleno al metal duro, como en la partida a cargo de ‘Fury’ + ‘Carnivorous lamb’, dos que en realidad parecen una dada la fluidez con se desenvuelven, la cual se conecta sin problema alguno con ‘Sugar’, otra que no regala segundo de tregua entre un constante doble pedal y afiladas guitarras. Sin embargo, será con el minuto orquestal de ‘The praying mantis strategy’ cuando el álbum comenzará a dar un giro hacia lo que fue el sonido de King, marcando aquí un brusco antes/después en Veleno. Disminuyen así los tiempos en ‘Monnalisa’, introduciendo coros femeninos en el background mientras que ‘Worship and forget’ + ‘Absinthe’ serán dos que retomarán la velocidad pero también incorporando vocales que acompañan los coros y elementos sinfónicos en su pasar. El trabajo suena contundente, las ejecuciones son impecables y los arreglos en general están equilibrados pero algo falta, asunto que se evidencia nuevamente tras la pasada por ‘Pissing on the score’ , otro tema que está tremendo pero que muestra que cuando la banda se lanza sobre la brutalidad encuentra sus mejores momentos y no cuando desea azucarar el producto...

Sin ir más lejos, la recta final abre con una especie de dueto en plan ópera titulado ‘The day we’ll be gone’ que hace dialogar a una soprano con los guturales de Francesco Paoli pero que está muy lejos de emocionar o conmover a quien escucha, para finalizar nuevamente en la desconexión absoluta entre el metal de ‘Embrace de oblivion’ y una pieza de piano de dos minutos que francamente no se entiende que pinta acá.  

Tal parece que Fleshgod apocalypse ha decidido instalarse dentro del metal sinfónico, ahí Veleno muestra avances respecto al inaudible King pero aun se encuentra lejos de convencer dentro de un estilo donde otros han realizado esto mismo de manera mucho más fluida.


6,5 / 10
Cumple y un poco más...

miércoles, 12 de junio de 2019

Soen : Lotus (2019)

"Notables dosis de peso y efectividad ..."

Da gusto el presenciar la evolución que han vivido los suecos de Soen, quienes poco a poco han ido desmarcándose de ese progresivo de sus inicios tan evidentemente influenciado por Tool para encontrar su propio camino, hallando en su más reciente entrega sin lugar a dudas el punto más alto a la fecha. Nos encontramos así frente a un álbum que se caracteriza por el marcado peso de sus guitarras y una dinámica que equilibra de buena forma elementos progresivos con secciones melódicas realmente atractivas. 

Para muestra su dupla inicial compuesta por  'Opponent' + 'Lascivious', donde la banda trabaja formulas similares, apuntando a una estructura potente durante sus primeros minutos para luego introducir una baja de intensidad que desemboca en una sucesión de coros bastante reconocibles. 'Martyrs' es otra que comenzará muy arriba (exquisita la sección de arreglos por cierto, ¡qué bien suenan!) para poco a poco ir desprendiendo un sonido que oscila en sus influencias entre los más recientes Opeth y las secciones más melódicas de los noruegos de Leprous, mientras que la primera pausa marcada del álbum llegará con 'Lotus' (la canción), muy Steven Wilson por cierto. A estas alturas del disco, entrando en su nudo, cabe mencionar el que ya nos ha convencido por completo en base a su sonido tan contundente como diverso, pero es con 'Covenant' y aquel convincente "the sinner will die..." que acabamos por rendirnos. Pedazo de tema. Las revoluciones descenderán un tanto con 'Penance' (quizás la más monótona del disco y una que me parece se podrían haber ahorrado y así no extender tanto el minutaje) para rapidamente retomar la emocionalidad con la notable 'River' y las guitarras con la pasada final por 'Rival' + 'Lunacy', acabando el disco tal como había comenzado, entre el peso y la efectividad. 

A favor de Soen en Lotus se encuentra la diversidad que muestra, las ejecuciones precisas y la evolución que la banda continúa mostrando disco a disco. Como reto, sin embargo, queda el intentar escapar un tanto del manual progresivo melódico que en esta ocasión han abordado, que mal no está y evidentemente funciona pero rara vez ha dejado espacio durante esos 54 minutos de música a la sorpresa. Ahí si lograsen explotar dicho factor podríamos estar a futuro frente a una de las grandes bandas del momento. Por ahora continúan siendo promisoria promesa. 

8 / 10
¡Excelente!

lunes, 10 de junio de 2019

Rammstein : Rammstein (2019)

“Una excusa para mantener la máquina rodando...”

Las cosas como son: a estas alturas del partido no parece ser demasiado lo que una banda como Rammstein tenga que decir. Sin ir más lejos, demasiadas expectativas no existían en torno a esta nueva entrega, la cual ha llegado a nosotros para confirmar precisamente la sensación mencionada, de  que al haber agotado las giras de grandes éxitos los alemanes necesitaban material nuevo para mantener la máquina rodando. Por cierto: no pasa nada si lo admitimos. 

Nos encontramos así frente a un disco homónimo que ya desde su portada nos dice poco y al adentrarnos en su contenido menos aún. Se suceden de esta forma una seguidilla de medios tiempos tan correctos como planos, un conjunto que entrega dos o tres temas que sin duda funcionarán en sus conciertos (‘Deutschland’, claro ejemplo) pero que no apunta mucho más allá. 

En este sentido, el álbum se plantea como una colección de lugares comunes de Rammstein, ahí los teclados de la bailable ‘Radio’ activan la nostalgia de los inicios de la banda, divierten los coros femeninos + extrañas pronunciaciones de ‘Auslander’ (ojo a los remix electrónicos que se entregan en la versión single, que están simpáticos), engancha el desgarro vocal de Tinn Lindemann en ‘Puppe’ y funciona la grata pasada melódica que entrega ‘Was ich liebe’, sin embargo, no encontramos suficiente peso en ‘Zeig dich’ (que se construye sutilmente además sobre la melodía de ‘Aerials’ de System of a down) ni demasiado aporte en la acústica ‘Diamant’, mientras que con ‘Sex’ quedamos mirando el techo al constatar que si imaginamos la voz de Matt Bellamy, estamos frente a un tema 100% Muse (y del mal Muse).

Que un disco de 45 minutos se quede sin argumento entrando en el nudo (el álbum se termina al séptimo tema, tras ‘Was ich liebe’ no hay nada más que oír) habla de unos Rammstein que desde una década al menos se han reconocido abiertamente como “una banda de directos”, una especie de Kiss actuales. Ahí, sobre el escenario, todo anda como debería: la pirotecnia, el fuego, las luces y colores. Ahora, en el estudio es otra cosa, ahí este disco no es más que una excusa para salir a recorrer el mundo. 

5 / 10
Nada muy especial...