No debería sorprendernos en absoluto que a estas alturas del partido Manuel García haya decidido marcar distancia con la trova que inundó sus dos primeros discos. De hecho, si en Tempera (2009) oímos pequeños guiños a la guitarra eléctrica fue en su tercer trabajo, S/T (2010), donde el chileno se lanzó de lleno al pop y al formato banda de rock, abandonando casi por completo el sonido limpio y desnudo de sus primeros años en solitario.
En ese sentido Acuario comienza exactamente donde S/T quedó, es decir, en ese rock de banda tipo Los Tres. El álbum da inicio con la sutil e íntima 'Madera´ seguida de la melódica y popera 'Carcelero' para posteriormente abordar la melancolía en 'Un rey y un diez', la que nos recuerda hasta donde puede llegar García con sus composiciones (algo parecido se vivirá más adelante con 'Tan dulce, tan triste'). Tremendo tema y un momento musical altísimo. Hasta acá todo marcha dentro de lo que podríamos haber esperado de un sucesor para S/T, sin embargo, a partir de este momento (el cuarto tema) el disco abre rumbos y gira bruscamente (quizás demasiado) hacia otro lugar, uno que privilegia las atmósferas por sobre las melodías y que se interna en terrenos electrónicos donde teclados y sintetizadores serán absolutos protagonistas. Esto se aprecia con claridad en la pasada por 'Acuario' + 'Sueños', que nos internan en terrenos completamente nuevos para Manuel García y que seguro descolocarán a cualquiera auditor casual.
En el nudo del álbum la ya mencionada 'Tan dulce, tan triste' traerá de regreso a la guitarra acústica + piano pero tras el respiro el viaje encontrará su mejor momento, primero mediante la sólida 'Hombre al precipicio' y su reflexión existencial ("Detesto la eterna costumbre de tener que siempre sonreír / Nunca debí aferrarme a nada en realidad...") y luego con 'El miedo', que aborda sonoridades más oscuras (ojalá la producción hubiese sabido sacarle mayor provecho a esto), para finalmente adentrarse en una recta final que retomará aspectos melódicos con el pop de 'Caprica', la acelerada 'Como partir' (otro momento fabuloso del álbum) y cerrar entre bases electrónicas con la irreconocible 'La hora nueve'.
Estamos sin lugar a dudas frente al álbum más arriesgado en la carrera de Manuel García y uno donde evidentemente el artista ha querido explorar fuera de la caja para ver hasta donde podría llegar. Se agradece y estimula el que un artista que ha logrado cierta masividad y encontrado una zona de confort arriesgue el pellejo como Manuel acá ha hecho, lo cual habla bien de él y su independencia creativa. El álbum toma el ejemplo entregado vente años atrás por aquella joya de Los Prisioneros titulada Corazones (1990), en aquel entonces Jorge González (con ayuda de Gustavo Santaolalla) fue capaz de romper con todo y sostener una identidad sonora durante todo el recorrido de dicho álbum, acá Manuel García ha abierto pisando terreno firme para luego lanzarse hacia la exploración encontrando en el camino más de alguna canción brillante y atmósferas reveladoras. Acuario no es Corazones pero dignamente lo ha intentado y ha triunfado.
8 / 10
Excelente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario