lunes, 29 de mayo de 2023

25 Años De... Pearl Jam : Yield (1998)

"Consolidación de la transición..."

En 1996 un álbum como No code representó un claro momento de transición para Pearl jam, digamos, un limbo entre la fase más cruda de la banda y una necesaria madurez que les permitiría sobre vivir. Y si bien sortearon el momento con enorme lucidez entre canciones llenas de fuerza ('Hail, hail', 'Habit', 'Lukin'), momentos introspectivos ('Sometimes', 'Present tense') y otros gloriosamente experimentales ('Who you are', 'In my tree'), el disco dejó a mucha gente en visto, sin respuesta, considerando el que las expectativas con los norteamericanos eran altas tras su increíble trilogía inicial. Contextualicemos: el grunge agonizaba en la segunda mitad de los años noventa, la muerte de Kurt Cobain pegó fuerte y varias bandas sintieron la presión. Algunas intentaron sostener la bandera (Stone temple pilots), otras daban sus últimos coletazos (Soundgarden, Alice in chains) mientras que algunas buscaron sobrevivir haciendo un brusco giro (Smashing pumpkins). Pearl jam, sin embargo, vivía una lucha interna propia, el éxito de Ten (1991) les había colocado junto a Nirvana como puntales de la escena y de aquella responsabilidad necesitaban sacudirse. En dicho sentido, la portada de Yield no es casualidad: ese símbolo de "ceda el paso" en plena carretera hablaba de una banda que se negaba a asumir el relevo, de ahí el paso reflexivo que dieron con No code, el cual se vio definitivamente consolidado en su quinto trabajo.

Yield es un disco de continuidad claramente, hermanado con su antecesor apunta a los mismos sonidos pero con un grado de sofisticación que se encuentra un peldaño por encima. Y es que si bien la producción del trabajo vuelve a correr por parte de Brendan O'brien, las canciones transmiten esas ganas de "sonar a más", abandonando el amateurismo (intencionado, claro) de No code. Y si bien abrirán muy arriba con los tres guturales minutos de 'Brain of J.', una que seguro en aquel 1998 habrá acelerado el corazón de MILLONES que esperaban con ansias volver a oír a ese Pearl jam agresivo y desangrado de sus inicios, bruscamente el álbum declarará intenciones con 'Faithful', reflexiva como ella sola, comenzando en total calma y explotando en los coros con ese inolvidable "Like echoes nobody hearts, it goes! it goes! / We're faithful, we all believe it...", contando además con una estructura desafiante: estrofa + coro / solo / coro  + estrofa. Detalle no menor y que habla de las ganas que tenía la banda de salir de lo esperado, algo que corroborarán de inmediato con la hipnótica 'No way' (tercera en el álbum, tal como hicieron en No code con 'Who you are'), que juguetea muchísimo con las guitarras, seguida del absoluto clásico que es 'Given to fly', emocionante hasta decir basta, una donde la banda encuentra el punto yendo de la calma a la intensidad con un Eddie Vedder increíble transmitiendo a la perfección aquello que el relato desea transmitir. 

"Y aún entrega su amor. Simplemente lo regala.
El amor que recibe es el que guarda.
A veces se ve una mancha extraña en el aire. 
Un ser humano creado para volar..."


La línea reflexiva del álbum continuará su camino en medida que este avance entre canciones que se instalan y construyen desde la absoluta calma como 'Wishlist' o la acústica 'Low light' (una de las dos compuestas por Jeff Ament), las cuales se complementarán con cosas algo más explosivas (básicamente en los coros) estilo 'Pilate' (la segunda de Ament) o 'In hiding' (fenomenal Vedder en esos altos), y el rock algo más desatado del clásico 'Do the evolution' + 'MFC'. Finalmente, el viaje llegará al final de manera sobria con un bicho raro como 'Push me, pull me' y la nostálgica balada 'All those yesterdays', cerrando de manera beatlesca un álbum por sobre todo maduro y ambicioso en el contexto de Pearl jam, quienes realizan un esfuerzo acá por escapar del desgarro adolescente en la búsqueda de melodías más ricas y, por sobre todo, emotivas. 

¿El comienzo del fin para Pearl Jam o el fin del comienzo? Aquel debate lo dejamos a gusto de consumidor, cada cual tendrá su opinión. Para muchos el de 1998 quedará escrito en la historia como el último GRAN disco de la banda, para otros aún habría magia por entregar, aunque en una dirección completamente diferente. Lo cierto es que a veinticinco años de distancia Yield continúa transmitiendo esas ganas de volver a nacer en gloria y majestad, sin renegar de sus crudos inicios pero si abrazando nuevos paisajes. Lo que si está claro es que sin la pasada No code + Yield, hoy difícilmente tendríamos banda. 

¿Canciones? 'Faithful', 'Given to fly', 'Do the evolution', 'In hiding'.

9/10
Brillante.

sábado, 27 de mayo de 2023

DevilDriver: Dealing With Demons - Vol II (2023)

"Obvio, poco inspirado e innecesario..."

Es sabido que la carrera de DevilDriver viene a tropezones desde hace bastante, algo que incluso el mismo Dez Fafara tiene claro al punto de que ha decidido (por enésima vez) sacar del closet a Coal chamber para una próxima gira de reunión. Por lo mismo llama la atención el que insista en la publicación de discos, uno tras otro, dejando poco espacio para la novedad incluso recurriendo a la rotación de integrantes al interior de la banda (para esta publicación ha vuelto Jon Miller al bajo, quien lo había dejado en 2011, sumándose a los debutantes Davier Pérez en batería y Alex Lee en guitarras, dejando unicamente a Fafara + Mike Spreitzer como miembros originales). Todo un enredo que evidentemente no ha ayudado a que DevilDriver retome un camino relativamente regular. Sin ir muy lejos, lo último que hemos recibido por parte de la banda fue el álbum de refritos country Outlaws 'til the end (2018), seguido de la primera parte de este Dealing with demons (2020) y en este 2023 ha llegado su respectiva continuación, sin embargo, bien sabemos que cantidad no implica necesariamente calidad y en este caso dicha línea solo se confirma.

Como suele ocurrir cuando existen cambios de integrantes en una banda, DevilDriver intentan en esta segunda parte de Dealing with demons el exponer una faceta extrema en lo musical y dramática en lo lírico (el álbum habla del enfrentar terrores internos y todo eso), el problema es que para esto apelan a aquello que Dez Fafara viene desarrollando desde hace bastante: un groove metal agresivo con cositas metalcore. ¿Y por qué problema? Porque lo hacen recurriendo todo el tiempo al manual, entregando nueve canciones que en poco más de media hora (es un disco breve al menos) suenan obvias, sin ganchos particularmente atractivos o algo que te invite a volver. 

Se suceden acá por tanto canciones marcadas por la violencia del sonido pero una violencia impostada, sin filo ni inspiración. Porque gritar no necesariamente implica el transmitir algo en especial, algo que pese a su experiencia tal parece Fafara aún no comprende del todo. 

¿Canciones? Cualquiera, da igual.

4/10
Malo.


Otras reseñas de Dez Fafara:

martes, 23 de mayo de 2023

The Smashing Pumpkins : ATUM - Act II (2023)

"Frío, mediocre y agotador..."

Vamos a seguir con esta travesía, que si decidí comenzar con esto hay que ser responsable y continuarlo. El caso es que meses atrás escribí respecto a la primera parte del coloso último proyecto de Billy Corgan usando la marca The smashing pumpkins, titulado ATUM, armado en tres "actos", cada uno compuesto por once canciones. Así que hoy vamos por esa segunda parte, una que insiste en aquellos sonidos que poblaron la primera: el constante vaivén entre baterías electrónicas, sintetizadores, teclados y guitarras, situando siempre a la voz de Billy en un lugar protagonista, muchas veces de manera totalmente injustificada. 

Es demasiado evidente el que Corgan ha intentado emular con descaro en esta obra a su Mellon collie and the infinite sadness, enlazando canciones que desde lo musical tienen poco y nada que ver entre si. Sin embargo, ese lujo (que fue llevado al extremo en esa obra maestra de 1995) te lo puedes dar cuando tienes en tus manos cosas como 'Tonight, tonight' + 'Jellybelly' o 'Bodies' + 'Thirty three', es decir, canciones TAN brillantes que son capaces por su sola presencia de iluminar un momento estén donde estén... cosa que acá no ocurre. 

Esto último a propósito de la apertura acá que corre por cuenta de 'Avalanche', cuatro minutos que te dejan totalmente frío a causa de la evidente falta de gancho, para luego pasar al rock desafiante (al menos en el texto) de 'Empires' y seguir con la monotonía de 'Neophyte', que no deja de repetir en bucle un desesperante "It ain't right, it ain't right, it ain't right, oh! it ain't right". Esta tendencia a suceder canciones diversas de nivel mediocre hacia abajo será constante en la lista. 'Moss', por ejemplo, no está del todo mal, desprende mal rollo con su riff principal pero rápidamente se queda con poco que decir pues (una vez más) acude a la repetición como arma. ¿Será que Billy cree que repitiendo algo hasta el hartazgo nos terminará gustando? En fin, el caso es que a esta le seguirá otra de teclados como 'Night waves', que no solo es agotadora si no que recurrirá a un recurso que al mismo Billy Corgan se lo hemos oído muchas veces antes (a las pruebas me remito: vayan a 'One diamond, one heart' de Oceania (2012) y niéguenme que es la misma idea... y peor), asunto que no mejorará con 'Space age', 'Every morning' ni 'To the grays', tremendamente aburridas todas, haciendo abuso del sonido electrónico/plástico pero tremendamente frío a la vez. 

En la recta final se agradecen las guitarras de 'Beguiled' (con ese riff que recuerda al 'Eye of the beholder' de Metallica), pese a que la canción no sea más la constante repetición de un riff (y ya van...), así como el cierre de este acto con la pasada más experimental de todo el trabajo, primero con 'The culling', la cual instala un emocional solo al 1:50 tras el cual vendrá una sección instrumental que al menos suena interesante, lo mismo que 'Springtimes', que comienza con la voz de Billy a todo dar (¡demasiado e innecesario protagonismo hombre!) pero pasado el primer minuto irá internándose en una atmósfera reflexiva que algo agradable transmite (esta vez en acústico).

Alguien debería decirle a Billy Corgan que la electrónica no es lo suyo y si la búsqueda de melodías. Un productor, claro. Uno bueno quizás le habría recordado que ya tuvimos unos años atrás a Cyr (2020) como prueba de que el tener y tener canciones no funciona porque si o haberle recomendado armar con algunas de estas canciones un correcto álbum de rock en lugar de aburrir(nos) con sus constantes alardes de extravagancia. Como sea, ATUM en su segundo acto es aún peor que el primero, lo cual ya es bastante decir. Me falta ahora abordar la tercera parte y final de esta obra, a ver si en unos meses me animo pues por ahora no quiero saber más de esto...

¿Canciones? 'Empires'.

lunes, 22 de mayo de 2023

Daughter: Stereo Mind Game (2023)

 "Con las cosas (demasiado) claras..."

Siete años es bastante para un tercer álbum pero entre la pandemia y las jugadas en solitario de Elena Tonra, la propuesta de Daughter acabó por quedar en un stand by indefinido que muchos lamentamos, sobre todo considerando el nivel mostrado en aquel profundo Not to disappear (2016). Aquella línea oscura, atmosférica y tremendamente emocional se sostiene en Stereo mind game, un álbum donde predomina el sonido minimalista (ya sea en materia de guitarras o teclados), intentando retomar donde había quedado el asunto años atrás pero añadiendo algunas tonalidades algo más optimistas, digamos, en el contexto de lo que es la banda.

Pese a estar recién en una tercera entrega, Daughter parecen tener las cosas demasiado claras por lo que acá vuelven a insistir en la canción de corto alcance, esa que apunta a generar emoción desde los ambientes sutiles y susurros característicos de Elena. De todas formas esta vez han intentado subir salir un tanto de lo lúgubre, de ahí cosas como 'Dandelion', donde sutiles arreglos de cuerdas acompañan un acelerado relato, lo mismo con 'Future lover', la partida con 'Be on your way' o 'Swim back' (de lo mejor del álbum), marcada por un bajo sucio y exquisito.  A estas se sumará el dream pop de 'Party', cosas totalmente atmosféricas como 'Neptune' o la interesante 'Junkmail', la única del álbum que muestra algún grado de explosión o crecimiento en su estructura. 

A favor del álbum juegan los bonitos y delicados arreglos que marcan cada una de las canciones de la lista. En contra el que, más allá de la dinámica que entregan ciertos momentos, no hay demasiadas sorpresas en el sonido de Stereo mind game, lo cual habla mal de un álbum que marca un regreso tras bastantes años.Tampoco pasa nada, que el disco funcionará entre quienes les han disfrutado en el pasado... pero no muchos más.

¿Canciones? 'Dandelion''Swim back' y 'Junkmail'.

6,9 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Daughter:
2017: Not to disappear
2013: If you leave 

jueves, 18 de mayo de 2023

The National: First Two Pages Of Frankenstein (2023)

"Vuelta al redil..." 

Cuando The national publicaron una década atrás aquel precioso Trouble will find me la duda quedó instalada: ¿Y ahora qué? Porque digámoslo, si en High violet la banda pareció encontrar su punto, en el de 2013 definitivamente tocaron techo con "la canción melancólica". Desde entonces, en esa dirección, no quedaba más repetir ideas y por ahí anduvo el siguiente Sleep well beast (2017) aunque nobleza obliga admitir que en I am easy to find (2019) lo intentaron, buscaron hacer un giro de tuerca aunque con resultados no tan logrados. El caso es que First two pages of Frankestein es la vuelta al redil, otro disco donde la melancolía vuelve a ser absoluta protagonista, transformando al trabajo en uno de aquellos que sabrás disfrutar únicamente conoces bien a la banda y les has seguido, si no, será difícil. 

No hay medias tintas por tanto en este álbum y aquello lo declara de inmediato algo como 'Once upon a poolside', con Sufjan Stevens acompañando y Matt Berninger narrando sobre un delicado piano lo que significa el convivir con una depresión siendo una estrella de rock ("No hagas esto más difícil / Todo el mundo está esperando..."), a la cual le seguirá una dinámica 'Eucalyptus', situado en la ruptura de una pareja que debe vivir ese difícil momento donde toca repartir tanto lo material como lo que no ("Deberías llevártelo porque yo no lo haré / Deberías llevártelo porque yo lo romperé..."). De ahí en adelante se sucederán baladas tras baladas, algunas yéndose a las cuerdas ('New order T-shirt') y otras al piano ('This isn't helping', con Pheobe Bridgers o 'The alcott' junto a Taylor Swift), con alguna excepción donde la banda acelerará un tanto yendo a las baterías electrónica ('Tropic morning news' o 'Alien'), esto en un camino donde cada cual sabrá encontrar su favorita pero siempre en márgenes plenamente reconocibles y, por cierto, con una recta final que se vuelve complicada de seguir.

En la apacible calma de quien arriesga poco, The national reculan con su noveno álbum. Cumplen, encuentran sus momentos pero siempre en su zona de confort. Y no hay mucho más...

¿Canciones?  'Eucalyptus', 'The alcott'.

6,8 /10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de The national:

viernes, 12 de mayo de 2023

Jessie Ware : That! Feels Good! (2023)

 "Pop de banda que se consolida..."

Otra pequeña joya pop que vive en el completo (e ingrato) anonimato. La británica Jessie Ware logró  mediante el sólido e infravalorado What's your pleasure (2020) instalarse como una realidad de la mano de un pop de banda sinuoso, sexy y cargado hacia la pista de baile, con claras influencias setenteras, aspectos que en este That! Feels good! son llevados a tope sin medias tintas. En este sentido, la inglesa nos entrega un trabajo de intenciones evidentes, un disco que afina puntería, acelera respecto a su antecesor yendo más al grano en sus objetivos, sacrificando de cierta forma la diversidad de su propuesta en busca de mayor efectividad.

En su quinto álbum (si, quinto álbum, la mujer lleva su tiempo intentando encontrar su punto) Jessie Ware apelará de entrada a un sonido de connotaciones sexuales mediante 'That! Feels good!' (la canción), con un bajo predominante, vientos y líneas del estilo "Eso se siente bien...!" o "Si vas a hacerlo, hazlo bien...". Musicalmente el asunto es un sólido mix entre Diana Ross y Donna Summer, tributando de paso en su fraseo al 'Blood on the dance floor' de Michael Jackson. Que decir, el cóctel de influencias es tan evidente como exquisito. Ahora, lo notable es que la vocalista funciona en esa línea pero también cuando explota entre himnos, como sucede en sus joyas de la corona, ambas conocidas previamente como singles, me refiero a la enorme 'Free yourself', con toda esa oda a la cultura LGTBQ, y la contundente 'Pearls'. Luego, de manera atinada el disco regalará una pausa con 'Hello love', una balada de ruptura que funciona perfecto en la lista ("No es que me haya rendido, es que dejé de intentarlo / Tenía mi mente armada para dejar de llorar...") para luego volver a acelerar con 'Begin again', esta vez jugando con los coros a varias voces y cerrando una Cara A del disco realmente impecable. 

Como punto débil cabe mencionar que con las cartas sobre la mesa el disco en su segunda parte simplemente estirará la vibra bailable setentera, a veces funcionando entre cosas contagiosas como 'Freak me now' + 'Shake the bottle' , pero en 'Beautiful people' o en la segunda balada del álbum, 'Lightning', se quedará sin muchas ideas, lo mismo con el cierre en 'These lips', que parece limitarse a repetir fórmulas ya utilizadas en el mismo disco.

That! Feels good! comienza mejor respecto a como termina. Siendo claros, nunca el disco está realmente mal pero la primera mitad resulta de tan alto nivel que acaba por comerse al álbum completo. El resultado no supera lo logrado dos años atrás en What's your pleasure pero de todas maneras confirma la buena mano que muestra la vocalista con el "pop de banda", consagrándose así como una de las tipas más interesantes de oír dentro de la escena actual, aunque el mundo no se entere...

¿Canciones? 'Free yourself', 'Pearls' y 'Hello love'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!

lunes, 8 de mayo de 2023

Overkill : Scorched (2023)

 "En la cresta de la ola..."

Dato curioso pero que se presta para el análisis: los más recientes álbumes de Metallica y Overkill fueron lanzados exactamente el mismo día, el pasado viernes 14 de abril. Coloco sobre la mesa esta loca coincidencia para realizar la odiosa comparación entre dos bandas que comenzaron donde mismo pero siguieron caminos diferentes. Mientras los de James Hetfield decidieron mantener su formación por ya casi treinta años (salvo lo de Dave Mustaine en sus inicios y los cambios forzados en el bajo), la dupla Ellsworth / Verni ha ido modificando integrantes durante este mismo período según necesidad. Sin ir muy lejos, desde 2017 cuentan con Jason Bittner en batería, un tipo diez años menor a ellos que seguro consideran puede dar con el nivel que el proyecto requiere. Los resultados musicales de ambas bandas son por tanto abismalmente opuestos, Metallica publica un álbum cada 6-7 años y estos se encuentran lejísimos del nivel que en sus inicios ostentaron mientras que Overkill lanza disco cada 2-3 años, con un nivel técnico que muestra ripio alguno, compitiendo unicamente contra si mismos entre álbumes que se esfuerzan en dar muestras de un thrash característico, incombustible, afilado y que desborda energía. Ahora, en términos de popularidad el asunto es a la inversa, Metallica revienta ventas en giras mundiales mientras que Overkill se presentan en recintos pequeños y/o festivales. 

Siguiendo con el paralelo, ninguna de las dos propuesta está mal, ambas cuentas con sus pro y contras, sin embargo, algo que no puede negarse es que el combo Bobby 'Blitz' Ellsworth + D.D. Verni se niega a renunciar a sus banderas y este Scorched, su álbum número veinte, viene a ser la confirmación de que tampoco tendrían por qué cambiar. Un disco sólido de comienzo a fin, suficientemente diverso como para mantenernos atentos durante cincuenta minutos de música y que ciertamente sube un par de peldaños respecto a cualquiera de sus antecesores inmediatos. 

Abren de manera notable con 'Scorched' (la canción), veloz desde su partida aunque con el tino suficiente como para saber cuando hacer la pausa (pasando el minuto 3), darte un respiro, tomar aire y volver a acelerar. Más adelante realizarán jugadas similares en cosas como 'The surgeon' o 'Twist of the wick' (qué sólido está con sus agudos el buen Bobby, increíble tras tantos años) mientras que con mucho tino en determinados momentos bajarán los tiempos sacando a la luz todo su arista más Black Sabbath en la excelente 'Wicked place' o 'Fever', con ese oscuro primer minuto. ¿Y el resto? Pues una segunda línea sólida como la roca, cosas de manual como 'Goin' home' y una recta final afiladísima con 'Harder they fall'bestial la velocidad y ese doble pedal!) + 'Know her name' (el bajo de Verni, que maravilla como marca presencia) + 'Bag o' bones' , la cual no entrega respiro ni espacio a la insatisfacción. Heavy metal puro y duro.

En la lógica del disco cada 2-3 años es lógico que no todo lo que publiquen Overkill va a ser de alto nivel, sin embargo Scorched los ha atrapado en la cresta de la ola. Es lo mejor que podrían publicar tras treinta años de carrera, más no se les puede pedir. Benditos sean...

¿Canciones? 'Scorched', 'Twist of the wick', 'Wicked place' y 'Harder they fall'

8,5 / 10
¡Excelente!

viernes, 5 de mayo de 2023

Depeche Mode : Memento Mori (2023)

 "Lo mejor desde ..."

Hay consenso generalizado respecto a que la carrera de Depeche mode durante los últimos veinte años ha sido irregular. La pasada por el tridente incontestable compuesto por Music for the masses (1987) + Violator (1990) + Songs of faith and devotion (1993), más su posterior resaca Ultra (1997), no encontró relevo adecuado en el extremadamente espeso Exciter (2000), abriendo un cambio de folio complejo para la banda (ya sin Alan Wilder en las filas). Y si bien Playing the angel (2005) pareció traer de vuelta la fuerza de su sonido, tanto con Sounds of the universe (2009), Delta machine (2013) como Spirit (2017) volvieron a irse cada vez más abajo en cuanto a atmósferas, algo en lo que insisten en este Memento mori (si, quienes sueñan con el regreso al synth pop de baile tendrán que seguir esperando), con una diferencia eso si no menor: esta vez el conjunto completo si convence, en lo individual hay nivel y en lo colectivo se percibe total cohesión.

Memento mori se encuentra marcado desde su portada y concepto por la muerte, la idea de la pérdida se percibe todo el tiempo tanto en lo musical como en lo temático, y si bien el álbum estaba compuesto antes de la partida repentina de Andrew Fletcher, su recuerdo se percibe presente inevitablemente a lo largo del álbum. Esta oscuridad aparece desde el comienzo, cuando 'My cosmos is mine', que retoma donde la banda lo había dejado con Spirit: en crítica al mundo político ("No te metas con mi mundo / No te metas con mi mente / No cuestiones mi espacio / Mi cosmos es mío..."). Abren entonces como suelen abrir desde Sounds of the universe, es decir, con un tema que comienza muy abajo para lentamente ir ganando fuerza. Esta vez, sin embargo, con un matiz: el tema se queda intencionalmente en las catacumbas, insinuando una subida que nunca llega. Viene bien por tanto subidón que protagonizan 'Wagging tongue' + 'Ghost again' (un neo clásico de la banda en toda regla), donde los teclados adoptan protagonismo y la fuerza si aparece. 

Desde acá, el viaje no bajará el nivel aunque no estará exento de problemas. La fantástica 'Don't say you love me' con su dramática letra ("Tu serás la asesina / Yo seré el cuerpo / Tu serás el suspenso / Y yo seré el drama, por supuesto...") será una que recordará con fuerza las últimas andanzas en plan crooner de Dave Gahan pero a esta le seguirá 'My favourite stranger', donde arqueamos ceja por primera vez, una canción realmente exquisita en términos de arreglos (¡como se insinúan esas guitarras!) pero que sucede estrofas + coro sin llegar a punto, sin jamás escapar de lo obvio, dejándonos una canción "buena", correcta, pero que no termina de impactar. Algo similar ocurrirá con 'Caroline's monkey', que está bien pero le falta fuerza o más adelante en 'People are good', que realiza un bonito tributo en sus teclados a Kraftwerk (padres de todo esto, se sabe) pero que no escapa de la sucesión de estrofas y donde la banda se conforma en solo dar vueltas en círculo sin saber dar un paso hacia adelante con la estructura. Dado lo anterior, la pasada por 'Before we drown' se agradece, una que siendo tremendamente oscura si logra a partir de un momento (minuto 3 en punto) elevar intensidad y explotar en magia, lo mismo con 'Never let me go', el único tema del disco que insinúa una propuesta de rock bailable. 

Funcionan también las baladas. 'Soul with me' está preciosa con un Martin Gore sólido en las voces y enorme en las letras ("Estoy listo para las páginas finales / Un beso de despedida para mis jaulas terrenales...") así como el notable y delicado cierre con 'Speak to me',  dejándonos un disco que funciona de comienzo a fin y que no tiene canción mala. Sin embargo, se percibe esa sensación de no querer (o derechamente ya no poder) llevar algunas canciones correctas a otra dimensión, medio disco se queda ahí, en el limbo del "cumplir", lo cual frustra un tanto. Con todo, lo mejor de Depeche mode en casi veinte años. 

¿Canciones? 'Ghost again', 'Don't say you love me', 'Before we drown y 'Soul with me'.