domingo, 29 de noviembre de 2020

Pallbearer : Forgotten Days (2020)

 "Diverso pero no consolidado..."

Tras un par de álbumes compactos y de difícil acceso, tremendamente densos y oscuros en su sonido como fueron Sorrow and extinction (2012) y Foundations of burden (2014), los estadounidenses de Pallbearer decidieron dar un giro con Heartless (2017), volviéndolo un poco más cercano hacia nuevos públicos (aclarar que no por eso más sencillo) abriéndose hacia una producción algo más luminosa y con canciones que fluyesen más arriba en sus atmósferas, coqueteando a momentos con el progresivo aunque siempre trabajando sonidos cercanos al stoner y al doom, con claras influencias de viejos próceres del heavy metal como Black sabbath. Era de esperar que dados los buenos resultados obtenidos y el que la banda efectivamente logró salir del anonimato para muchos, en una siguiente entrega Pallbearer insistiese sobre la misma tecla, que es lo que han hecho con Forgotten days, un álbum que sostiene el sello de la banda pero coloca hincapié en mostrar mayor diversidad respecto a sus primeros años, dando muestras también de la experiencia adquirida durante todo este tiempo. 

En la apertura del disco, por ejemplo, abordan el peso en la notable 'Forgotten days', que durante cuatro minutos replicará una estructura para en su cierre regalar explosiones varias, y en una canción como 'Stasis', que se acerca a sonidos más psicodélicos pero siempre con las guitarras como protagonistas. Esto a diferencia de lo que sucede en 'Riverbed', una pieza más limpia y cargada al sentimentalismo, mientras que en los doce minutos de  'Silver wings' traen al presente el sonido de sus inicios, desatándose en atmósferas y llevando la canción hacia múltiples lugares. La apuesta es diversa por tanto, es evidente que Pallbearer no desean amarrarse a ninguna arista y más bien ir expandiendo su sonido. Aunque desde ya percibimos que si bien las canciones cumplen, no terminan de encontrar fluidez que termine de convencer.

La segunda parte insistirá sobre esta tendencia, apostando por la dinámica en los constantes machaques y redobles de 'The quicksand of existing',  por el peso de las guitarras en 'Vengeance & ruination', una que dice bastante poco pero se salva por esa notable sección media que se marcan a los 4 minutos y medio, y en 'Rite of passage', con Brett Campbell aportando el matiz fluctuando bastante sus vocalizaciones, para finalmente volver a bajar la intensidad mediante la absolutamente emocional 'Caledonia'. 

Pallbearer siguen sonando atractivos entre canciones marcadas por guitarrazos pesados y un sonido siempre áspero pero que logra encontrar matices delicados, sin embargo, por momentos se pierden al jugar de manual y varias canciones se extienden pero no generan gancho a causa de la falta de sorpresa. Si bien la banda logra disparar hacia diferentes puntos en esta ocasión no parece acabar de consolidar ninguno, cumpliendo en general pero quedando un poco al debe frente a lo que fue su antecesor.

¿Grandes canciones? 'Forgotten days' , 'The quicksand of existing'.

6,5 /10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de Pallbearer:

jueves, 26 de noviembre de 2020

Travis: 10 Songs (2020)

 "Notables en su sencillez..."

Hay que tener los huevos bien puestos para en pleno 2020 publicar música teniendo que convivir con la sensación de que prácticamente nadie te escucha. Trabajar un par de años componiendo y encontrando los arreglos precisos a canciones que efectivamente poca gente escuchará. Es como cantarle al silencio. Porque así son las cosas hoy, sobre todo para una banda como Travis que ni siquiera en su momento de mayor popularidad (entre 1997 y 2001) reventaron estadios. El reconocimiento siempre les fue arisco, pese a haber lanzado discos tan contundentes como The boy with no name (2007), por lo que finalmente la banda acabó quedando bajo el tren entrando en la pasada década, sin embargo, es de agradecer que un compositor como Fran Healy lo siga intentando y que incluso en el silencio sepa encontrar inspiración suficiente como para regalarnos un álbum como 10 songs. .

Sin embargo, hay que ser claros: no hay sorpresas con este, es Travis haciendo lo que mejor saben hacer, quizás si entre atmosferas incluso más sutiles que lo habitual, sin arranques grandilocuentes ni arreglos demasiado sofisticados sino más bien centrándose en la suavidad de las melodías y sabiendo sacarles partido. El punto es que lo hacen bien, encontrando altos momentos yéndose a las cuerdas en 'Butterflies' o en 'All fall down' (un tilín Thom Yorke en los agudos suena esta), al piano en la preciosa 'A million hearts' o en 'The only thing', incorporando momentos eléctricos y golpeados en la notable 'Valentine', aumentando la intensidad en 'Nina's song' e incluso emulando a viejas glorias como ocurre en 'A ghost', que suena muy similar a 'Side', el viejo clásico de 2001, y por ende a muchas otras canciones noventeras de Travis

Seguramente a Travis le pesará el no haber re inventado su carrera como si hizo Coldplay tras un par de álbumes, sin embargo, lejos de decepcionar y casi en el anonimato tiene mérito el que continúen regalando álbumes sólidos en su sencillez como el que acaban de entregar. 

¿Grandes canciones? 'Butterflies', 'Valentine' y 'A million hearts'.

7 / 10
Muy bueno.

lunes, 23 de noviembre de 2020

20 Años De... U2: All That You Can’t Leave Behind (2000)

 "Lo necesario para sobrevivir ..."

A la hora de analizar la carrera de U2 jamás hay que dejar de lado la obsesión de la banda por el éxito y la masividad. Y es que si bien durante los años noventa los irlandeses se dieron el gusto de romper sus fronteras pasando desde mesianismo de álbumes como The Joshua tree (1987) + Rattle and hum (1989) a la arrogancia y el descaro de Achtung baby (1991) + Zooropa (1993), dicha etapa no habría sido posible de no haber existido hitazos como 'One', 'Mysterious ways', 'Lemon' o 'Stay', canciones que le entregaron a U2 piso suficiente como para atreverse a más, primero mediante el absolutamente alternativo proyecto Passengers y luego a través de la confusa aventura que significó Pop (1997). Pero ahí toparon. Básicamente porque la humorada de 'Discotheque' no se entendió, 'Staring at the sun' como single algo sonó pero no se transformó en ese clásico inmediato que la banda esperaba y de canciones como 'Last night on earth', 'Please' o 'If god will send his angels' pocos se enteraron. Lo cierto es que con Pop los irlandeses (y su sello) cometieron el error de invitar al público a una fiesta teniendo en las manos un disco bastante oscuro, áspero, poco amable y, digámoslo, incluso triste. 

Aquel álbum de 1997, complementado con una gira como Popmart en donde la banda no reparó en gastos para acabar recorriendo Estados Unidos con estadios semi vacíos, acabó dejando a U2 en tierra de nadie, por lo que la única salida que la banda vio posible fue el recular, abandonar las luces, artificios, experimentaciones y personajes para volver a la simpleza del sonido, centrarse en melodías accesibles al gran público y tantear terreno desde ahí. Y eso fue All that you can't leave behind, el regreso a lo básico de una banda temerosa por acabar de perder lo ganado y que sintió el golpe de haber ido demasiado lejos. Sin embargo, algo hay que dejar claro: U2 lanza en 2000 un álbum por sobre todo comercial, y que si bien está compuesto en su mayoría por canciones agradables (una que otra notable), el énfasis estuvo puesto en publicar un disco en donde cualquiera de sus canciones fuese un single potencial, en la evidente idea de hacer todo lo contrario a la era Pop, cuando en el afán de comerse al mundo acabaron complicándose demasiado. 

De ahí que el álbum abra en plan optimista con 'Beautiful day', un golazo de entrada con el que la banda efectivamente logró su objetivo: sonar hasta en las cocinas. En ella percibimos de inmediato el que U2 no mira hacia atrás para conservar su identidad, pues no se emulan los punzantes riffs de Boy (1980) ni el espíritu combativo de War (1983), si más bien se concentran en ser efectivos con guitarras que aparecen solo en los coros y un mensaje contagioso que invita a mirar el vaso medio lleno de la vida ("Lo que no tienes no lo necesitas ahora..."). 


Esta idea de lograr bastante con poco se replicará de inmediato encontrando al mismo tiempo los primeros tropiezos del disco, primero en la hiper melosa 'Stuck in a moment you can't get out of' (dedicada a la memoria de Michael Hutchence, con Bono emulando aquellas palabras que no alcanzó a decirle a su amigo) y luego en una tremendamente mediocre 'Elevation', canción definitivamente indigna de la leyenda que tras un par de estrofas + coros + "Uuuuh uuuh" acaba por ir hacia ningún lugar. Esta irregularidad evidente acabará por inundar por completo al álbum, el cual de manera increíble y a la vuelta de la esquina recuperará el nivel en la apuesta por el himno y la épica que es 'Walk on' ("Y si la oscuridad nos mantuviese separados / Se fuerte") o la emocionante pasada por 'Kite' ("Quiero que sepas que ya no me necesitas más, ni a mi ni a nadie...") seguida de la delicada pero singular 'In a little while', con un Bono que se rompe vocalmente en la interpretación llevando al límite su dañada garganta (no hay que olvidar que tras la gira 1997/98 el hombre fue operado de sus cuerdas vocales) pero transmitiendo al mismo toda la intensidad que el tema requiere.  

Hacia el final del álbum este volverá a encontrar un momento particularmente desnudo y honesto en la excelente 'When I look at the world' y cierto grado de visceralidad en el sonido llegará con 'New York', sin embargo, gran parte de la cara b continuará dando muestras de la irregularidad mencionada, entre una totalmente olvidable 'Wild honey' (que realmente parece un demo) y dos piezas que son azúcar a cucharadas como 'Peace on earth' (¡malditas campanadas!) y 'Grace', cerrando así un álbum que regala momentos pero que en general evidencia que los momentos más inspirados para U2 habían quedado atrás.

All that you can't leave behind debe ser el álbum "más Bono" en la carrera de los irlandeses, un disco donde el fuerte está en las letras + producción melosa pero donde (valga la redundancia) el filo de la guitarra de The edge se encuentra en general ausente. El resultado, sin embargo, en términos de resonancia fue positivo para la banda. Habrán perdido audacia y sacrificado el espíritu salvaje de años anteriores pero ganaron sin duda en aceptación masiva, metiendo al menos tres singles entre las masas, llenando recintos y abriéndose espacio para una tercera década de existencia con altas expectativas. Mirado a la luz del tiempo quizás esta era la única manera que tenían para sobrevivir.

¿Grandes canciones? 'Kite', 'In a little while' y 'When I look at the world'

6,5 / 10
Cumple y algo más...


lunes, 16 de noviembre de 2020

ACDC: Power Up (2020)

"Todo en su lugar..."

Veinte años atrás ACDC publicaban un poco agraciado Stiff upper lip (2000), disco que abordaba una tonalidad más blusera que lo habitual por parte de la banda y que por lo mismo quedó inevitablemente sabiendo a poco tras la larga sombra dejada por álbumes como The razor's edge (1990) o el fantástico Ballbreaker (1995). Por esto mismo, fuimos muchos quienes gozamos con la vida la llegada de un disco como Black ice (2008), que traía de vuelta al ACDC más afilado y que en temas como 'Big Jack', 'War machine' o 'Wheels' daban muestras de aún poder sacudir nuestros corazones como solo ellos saben hacer. En la gira de promoción del álbum, sin embargo, pudimos apreciar que el paso del tiempo llega para todos y si bien ese concierto grabado en Buenos Aires en 2012 volvió a mostrar a una banda dejándose la vida sobre el escenario, algo en esas interpretaciones ya no era igual y, digámoslo, Brian Johnson en las vocales se oía ya algo tocado entre canciones bajadas de tono y tiempos levemente más lentos. Un par de años más tarde dicho (inevitable) declive se apreció en la publicación de un disco de manual como Rock or bust (2014), el cual derivó en la confusa salida de Brian de la banda por asuntos de salud y una gira con Axl Rose al frente sacando adelante la tarea. Si a esto agregamos la dolorosa partida en 2017 del insigne Malcolm Young y los problemas judiciales del batería Phil Rudd, que decir, todo parecía indicar que el fin para la leyenda había llegado. Pero para sorpresa de todos, aún habría algo más...

Cuando realmente nadie podría haberlo esperado, y bajo la consigna de que "así lo habría querido Malcolm", en este especial 2020 llegó a nosotros la noticia de golpe: volvía ACDC, con Brian en las voces, Phil Rudd en batería y material que venían preparando desde hace un año aproximadamente. Y de eso se trata Power up, el más reciente zarpazo de una banda que se niega a dejar lo que son: la definición misma del rock and roll. ¿Y alguien podría culparlos acaso? Sobre todo cuando nos regalan un disco que en sus cuarenta minutos de duración entrega la mejor versión posible de ACDC en la actualidad. No se han querido complicar y mucho menos re inventar la rueda sino simplemente sacarle partido a unos cuantos riffs que tenían, pasarse un buen rato y de paso compartirlo con nosotros. Y eso es lo que han logrado. Dicho en simple: Power up mejora lo entregado en Rock or bust pero no se acerca al filo ni a la creatividad mostrada en Black ice. Las cosas como son.

La comparación con los dos antecesores inmediatos tiene sentido pues han vuelto a trabajar con Brendan O'brien en la producción, el mítico colaborador de Pearl Jam o Stone temple pilots en los 90's, quien ha sabido sacarle partido al potencial de banda, en un conjunto de canciones que en contados momentos vuela alto para en general cumplir. A destacar la fantástica partida a cargo de 'Realize', que de entrada en su buen rollo se come con papas fritas al Rock or bust completo, 'Witch's spell' o 'Demon fire' (si, es 'Whota lotta rosie´ todo el rato), que entregan esas dosis necesaria de velocidad en cualquier disco de ACDC, mientras que 'Rejection', 'el single 'Shot in the dark' (muy en la línea de 'Hard as a rock' del Ballbreaker) o 'Code red' son pura fuerza y 'Through the mists of time' es exquisitamente melódica aportando diversidad y sorpresa al conjunto. 

A destacar el cometido de Brian Johnson, absoluto protagonista del álbum sonando enorme en sus registros en un regreso que sabe gloria, mientras que Angus Young suena en general bastante contenido al punto de dejar en varios solos con gusto a poco. Por supuesto que el álbum cae por momentos en el relleno, ahí 'Wild reputation' o 'No man's land' es poco lo que suman armando una recta final que únicamente deja los minutos correr.  

El tiempo dirá si esta efectivamente será la última entrega de ACDC, de ser así, estamos pagados y no podemos sino sentirnos agradecidos por haber vuelto a sentir la magia de la banda una vez más en un trabajo más que digno que sin alcanzar sus cotas más brillantes si coloca las cosas en su lugar. 

¿Grandes canciones? 'Realize', 'Through the mists of time' y 'Demon fire'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas de ACDC:

sábado, 14 de noviembre de 2020

Fleet Foxes : Shore (2020)

 "Abriendo nuevos y luminosos caminos..."

En pleno período de crisis y confinamiento llama la atención positivamente un álbum como el que Fleet foxes han entregado. Llama la atención porque sabemos que a un tipo como Robin Pecknold le brota por los poros la melancolía, nostalgia y profundidad, sin embargo, contrario a lo que cualquiera podría haber esperado para este año, el compositor se ha encerrado a escribir y producir un álbum que marca un claro giro respecto a lo que significó Crack-up (2017) para la banda, ese disco que los trajo de regreso tras seis años de silencio y que intentó estar a la altura de las expectativas indagando sobre atmósferas folk profundas, densas y estructuralmente complejas. En esta ocasión, sin embargo, Pecknold ha querido ir contra su naturaleza, arriesgando terreno mediante un álbum en general luminoso, con momentos alegres e incluso dulces, un conjunto que recupera de cierta forma la vibra optimista de aquel ya lejano debut de 2008, aunque sosteniendo siempre el sello identitario y característico de Fleet foxes, digamos, las clásicas armonías vocales y los arreglos folk en el sonido. 

De esta forma, la primera mitad de Shore es la que mayores luces muestra, ahí quienes creíamos que nunca esta banda podría componer una canción de pop contagiosa hemos tenido que mordernos (con gusto) la lengua ante un singlazo como 'Can I believe you', una adictiva canción que ha llegado para abrir puertas que quizás la banda debería intentar revisitar a futuro. También han abordado sonoridades similares en 'A long way past the past', aunque sin la misma efectividad, y sonado tremendamente contundentes en la enorme 'Maestranza' (donde la producción se luce al hacer brillar la instrumentación al detalle). Ahora, el resto de toda esa primera mitad del álbum sabe a gloria, con ese tierno susurro de dos minutos que abre los fuegos en 'Wading in waist-high water', el cual acabará rompiendo aguas mediante el pop agradable y acústico de 'Sunblind' (dedicada a esos músicos que han inspirado a Pecknold), todo un acierto que más adelante encontrará par en el tono de 'Young man's game', aunque el momento más alto del disco se alcanzará en la pasada por 'Jara' + 'Featherweight', la primera es un precioso medio tiempo que realiza mención a la memoria del cantautor chileno Victor Jara, mientras que la segunda es una perla que en cuatro minutos es capaz de exponer todo lo que vuelve tan especial a esta banda: suaves guitarras, un piano que se insinúa todo el tiempo para en la recta final tener su momento y vocalizaciones que erizan la piel.  

Habrá de todas formas espacio para la melancolía y profundidad en Shore, esta aparecerá durante la segunda mitad en canciones como 'I'm not my season', 'Going-to-the-sun road' o en 'Thymia', una pasada que inevitablemente se acabará volviendo algo espesa entre tanta balada y marcando el principal (y único) defecto con que carga el disco: hay un exceso de canciones (son quince en total, con once o doce estábamos más que bien). Esto provoca que temas más exploratorios e interesantes como 'Quiet air / Gioa' o 'Shore' luzcan desencajados en medio de una recta final que se vuelve algo espesa.

En definitiva, pese a ese cierre en donde el exceso de canciones acaba restando algo de fuerza, Shore es un disco que da muestras de un Robin Pecknold diferente, más luminoso e incluso liviano (en un buen sentido), lo cual lo continúa mostrando como un compositor y letrista realmente iluminado dentro de su generación.

¿Grandes canciones? 'Can I believe you', 'Jara' y 'Featherweight'

8 / 10
Excelente.


Otras reseñas de Fleet Foxes:

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Kylie Minogue: DISCO (2020)

"Vuelta al pop efectivo, aunque genérico..."

Tras no haber cosechado los resultados esperados en su aventura country/pop (Golden, 2018) y considerando la resonancia obtenida por artistas como The weeknd o Dua Lipa de la mano del revival pop/funk/disco setentero, todo parece indicar que a la australiana Kylie Minogue no le ha quedado otra que subirse a un carro que otros/as vienen empujando desde hace un buen tiempo. Lo hace mediante un álbum en general sencillo, de sonido dinámico, contagioso y también algo artificial (incluida la voz de Kylie, que a ratos utiliza un filtro que suena como si hubiese tragado helio), digamos, ese disco que te gustaría tener a mano mientras realizas ejercicio físico. ¡Aunque cuidado! Tampoco da para mirar en menos lo que Kylie Minogue ha conseguido en DISCO (si, con mayúsculas, por si alguna duda quedaba), un trabajo coherente y que encuentra varias canciones que son verdaderos golazos. Hitazos que no le oíamos desde hace bastante.

El álbum funciona por tanto como una constante invitación a la pista de baile, y si bien hay momentos en donde sentimos que la canción la hemos oído antes (me pasa con 'Magic', aunque al momento de escribir esta reseña aún no descifro de donde han tomado prestada esa línea de bajo del coro, o en 'Last chance', que es puro Abba), el asunto en general irradia gratos momentos, sobre todo entrando en su nudo, donde 'Supernova' acelera bruscamente los tiempos regalando un momentazo digno del mejor Jamiroquai, 'Say something' suena tremendamente elegante en su cadencia, la ya mencionada 'Last chance' convence mientras que 'I love it' rinde culto a la onda disco setentera con gran talento. En dicha pasada DISCO encuentra quince minutos que saben a gloria pura y si bien tanto previamente como en el cierre el álbum no desentona si huele en reiterados pasajes a descarado refrito, como en 'Miss a thing', que me ha recordado al Random access memories de Daft punk (¡que ya sabía a refrito!) o en 'Real groove' donde la Dua Lipa de Future nostalgia brota por todos lados. Entonces, a momentos Kylie Minogue suena a la copia de la copia, lo cual nunca es bueno, marcando uno de los principales lastres con que carga el álbum. 

Con todo, DISCO no está mal, es un trabajo que en lo suyo cumple regalando un buen conjunto de canciones, incluidos dos o tres singles de alto nivel, sin embargo, mucho más allá tampoco llega, con pasajes en donde la vocalista no parece estar buscando un sello propio sino más bien intentando retornar al pop efectivo utilizando fórmulas que otros/as vienen trabajando desde hace bastante.

¿Grandes canciones? 'Magic', 'Say something' o 'Last chance'.

6,5 / 10
Cumple y un poco más...

lunes, 9 de noviembre de 2020

Sufjan Stevens: The Ascension (2020)

"Igual de íntimo aunque en otro traje..." 

Gran parte de quienes conocen a Sufjan Stevens llegaron a él por el precioso Carrie & Lowell (2015), además de su aporte a la banda sonora de Call me by your name, sin embargo, la carrera del norteamericano ronda los veinte años de existencia, período donde el compositor ha desarrollado una discografía marcada por la exploración. Ahí, el referente inmediato para The ascension está lejos de ser el mencionado Carrie & Lowell sino más bien un trabajo como The age of Adz (2010). Diez años por tanto ha tardado Stevens en retomar dicha senda mediante un disco extenso y denso (quince canciones en ochenta minutos de música) pero rico en matices, un disco que continúa mostrándolo como uno de los referentes creativos interesantes de la actualidad. 

De esta forma, el álbum abre de manera impresionante con los cinco minutos de 'Make me an offer I cannot refuse', con un sonido repleto de artificios electrónicos y adictivos cambios estructurales. De ahí en adelante, The ascension funcionará como un viaje diverso, un cóctel electrónico en donde los teclados serán absolutos protagonistas, en ocasiones jugando con atmósferas bajas y relajantes como ocurre en 'Run away with me' o 'Tell me you love me ' y en otras apostando sutilmente hacia la pista de baile en 'Video game' (notable esta) o desatando la hiperquinesis en 'Lamentations' o en 'Landslide'. La sensación que transmite por tanto The ascension es la de estar frente a un Sufjan Stevens que ha querido marcar bruscas distancias respecto a lo trabajado cinco años atrás y para esto ha querido ir lo más lejos posible, incluso provocando al auditor en una pieza como 'Die happy' que durante tres minutos repite insistentemente "quiero morir feliz" para luego lanzarse a dos minutos de dinámica, aunque siempre con cierto tono caótico. Para colmo, en las siguientes el artista no muestra en absoluto intenciones de ser amable, con diez minutos casi inaccesibles protagonizados por la pasada 'Ativan' + 'Ursa major' (el Radiohead de Kid A muy presente este todo este nudo del álbum) o más adelante en las casi industriales 'Death star' + 'Goodbye to all that'.

Sin embargo, no hay que perderse, que la capa electrónica que cubre a todo el disco no implica en absoluto el que este haya renunciado a su identidad pues su música continúa sonando íntima y espiritual pese a que el traje esta vez sea diferente. Para prueba, toda la recta final del disco, con 'Sugar' como singular declaración amorosa ("No me hagas esperar / No me hagas cantar canciones tristes..."), el confesional relato de 'The ascension', en donde Stevens suelta estrofas tras estrofas que hablan de su gradual pérdida de fe en la sociedad, o los doce minutos (aunque la canción propiamente tal dura siete) finales de 'America', otro momento personal, desafiante y político, marcado por ese potente "No me hagas a mi lo que le has hecho a América".

"De alguna forma siempre seré un cantante folk, pero necesitaba liberarme de todo aquello y dejar de cantar acerca de mi madre muerta..." - Ha declarado Stevens en la promoción de The ascension, y bueno, eso es lo que ha hecho. Nos ha entregado un disco que escapa y se sacude de ese sonido acústico que tan buenos resultados le entregó en 2015, y más bien se ha volcado hacia una música maquinal y sintética, marcada por una electrónica caótica pero que en lo temático continúa mostrándolo abierto, particularmente rabioso y también político. ¿Excesivo a ratos? Absolutamente. Pero también valiente y creativo. Con giro incluido, continuamos observando el proceso de crecimiento de un artista que no para de sorprender.

7 / 10
Muy bueno.

Otras reseñas de Sufjan Stevens:

viernes, 6 de noviembre de 2020

System Of A Down: ¡Dos Nuevas Canciones!

Notición, eh? Quien se iba a imaginar que tras quince años de silencio y luego de numerosos conflictos internos, con egos desbordados y disputas políticas incluidas entre Serj Tankian y John Dolmayan en torno a la figura de Donald Trump, los System of a down se lograrían poner de acuerdo para lanzar, al menos, dos canciones nuevas. Lo han hecho por una causa además, critican en un texto los abusos cometidos por parte de los gobiernos de Turquía y Azerbaiyán en contra de Armenia, disponiendo de dos canciones cuyo financiamiento irá en pro de la causa.

¿Anticipa esto un nuevo álbum? Honestamente lo dudo. Pero las canciones están bien, digamos que no restan en absoluto...

martes, 3 de noviembre de 2020

Bruce Springsteen : Letter To You (2020)

"Lo mejor en largo tiempo ..." 

"Un minuto estás aquí, al siguiente te has ido...". El nuevo álbum de Bruce Springsteen abre con una sentida reflexión y convence de entrada. También declara intenciones. Con su tenue interpretación el vocalista llega a donde desea, transmitiendo a la perfección la resignación de un artista que entiende, como nunca, que el tiempo es un regalo. Ha decidido por tanto celebrar el momento junto a su banda, metiéndose al estudio durante cinco días para grabar en vivo doce canciones (algunas nuevas y otras que datan de más de cincuenta años de existencia) llenas de magia y vitalidad. De esta forma, en Letter to you el compositor ha encontrado un buen conjunto que irradia frescura y que sin lugar a dudas queda bien parado dentro de lo que ha sido su prolífica carrera.  

Lo dicho, Letter to you fue grabado en vivo en unos cuantos días, al respecto Bruce afirma haberse pasado un buen rato junto a la E Street Band y a juzgar por el resultado... le creemos. Fuera de la mencionada apertura en acústico con 'One minute you're here' (cuestión aparte: cuanto de Bruce hay en el Eddie Vedder de esta última década) el álbum rápidamente subirá las revoluciones transmitiendo siempre naturalidad en su sonido, tanto en el single 'Letter to you' como en 'Burnin' train', esta última funciona como una apasionada declaración de amor plagada de guitarras punzantes que inevitablemente te dejan bien arriba. Inmediatamente después sonará otro de los grandes momentos que regala el disco, hablo de los casi siete minutos de 'Janey needs a shooter', una vieja canción de Bruce escrita en 1972 y grabada en algunos demos de 1979, recuperada para esta ocasión de manera memorable con un sonido country bien logrado y una vocalización llena de energía, sin ir muy lejos, lo que Springsteen hace en los dos minutos finales, dándole una vuelta de tuerca a la canción cuando esta perfectamente podría haberse ido en un típico fade out, resulta sencillamente genial. 

Otro momento lleno de nostalgia y emoción es el que se vive en 'Last man standing', que entre potentes cuerdas realiza referencia a la primera banda de Bruce de fines de los años 60s (The castiles), de la cual él es el último integrante que permanece vivo tras la muerte en 2018 de su amigo George Theiss, a quien también estará dedicada más adelante la enorme 'Ghost'.  

Luego una referencia a la fe en 'Power of the prayer' ("Puedes huir de la religión pero no de tu verdadera fe" - ha declarado en la promoción de el álbum), elemento que volverá a hacerse presente en la política plegaria que es 'Rainmaker' o en 'If I was a priest' (otra canción que data de 1970) , que trae a cuestas nuevamente todo ese rollo country con piano de cantina y armónica incluida, un llamado popular en 'House of a thouseand guitars' ("Así que despierta y sacude tus problemas, amigo / Iremos donde la música nunca termina..."), una preciosa 'Song for orphans' (que huele a Bob Dylan por todos lados) para cerrar definitivamente con una bonita y correcta 'I'll see you in my dreams'

Bruce Springsteen ha compuesto su mejor trabajo en largo tiempo, un álbum profundo en cuanto a temáticas y letras, un viaje emotivo y plagado de reflexiones propias de un artista que enfrenta a sus fantasmas mostrándose más consciente que nunca de su momento. ¿Qué el disco a ratos roza el auto plagio y recupera varias canciones que no son precisamente nuevas? Pues si, y nos da igual, que el disco es un verdadero regalo. 

8 /10
Excelente.


Otras reseñas de Bruce Springsteen:
2014: High hopes

domingo, 1 de noviembre de 2020

Adelantos: Steven Wilson

En marzo pasado Steven Wilson adelantaba su próximo álbum con 'Personal shopper', una aventura de casi diez minutos en donde el artista declaraba principios acercándose con descaro a la electrónica y anticipando desde ya que los coqueteos melódicos de To the bone (2017) quedarían pequeños ante lo que se vendría. Pues bien, lejos de repetir la fórmula, en septiembre llegó a nosotros 'Eminet sleaze', con ese bajo lleno de sabor y la clara intención de componer un tema declaradamente sexy. Los coros femeninos y las apariciones esporádicas de guitarras parecen ser factor común en canciones que pese a escapar del rock están muy lejos de ser piezas inmediatas, y más bien se cuecen a fuego lento. 



Y bueno, entrando en la recta final (el próximo 21 de enero The future bites vivirá entre nosotros) Wilson ahora nos adelanta 'King ghost', la cual si bien continúa haciéndole el quite a las guitarras y vuelve a centrarse en los teclados + electrónica, parece acercarse un tanto más a los ambientes íntimos que suelen caracterizar su sonido. Como sea, claramente el asunto viene en serio. Wilson es un artistazo, uno de los creativos más auténticos de la escena actual y uno que continúa rindiendo cuentas únicamente consigo mismo. En enero de 2021 analizaremos los resultados (seguro que algún adelanto más llegará a nosotros durante diciembre) pero hasta ahora la expectación no baja...