sábado, 5 de marzo de 2022

20 Años De... Muse: Origin Of Symmetry (2001)

 "Fascinante rock barroco..."

Veintiún años en realidad, pero qué más da. Aunque me haya pasado por algunos meses, nunca estará demás hablar del segundo álbum de Muse, sobre todo considerando que los ingleses han publicado música semanas atrás y prometen un álbum para 2022. 

Pero antes, comencemos haciendo historia:  En aquel entonces no era fácil verlo pero los de Matt Bellamy disfrazaban sus intenciones. Esto pues mediante un par de álbumes cargados a las guitarras, psicodelia y con vocación grandilocuente nos llevaban a creer que apostaban por ser la nueva esperanza del rock, a ser la alternativa ante un numetal que por entonces continuaba devorándose todo. El tiempo, sin embargo, acabaría demostrando que la ambición de Muse estaba puesta nada más ni nada menos que llegar a los grandes estadios y espectáculos extravagantes, donde la música más que un fin funciona como un "medio para", digamos, hacer el relevo de lo que alguna vez fue Queen o Kiss, U2 o los Rolling Stones. Y bueno, lo lograron, que eso es lo que hoy son Coldplay, Rammstein y efectivamente Muse

El giro definitivo llegaría en 2003/06 con la publicación de Absolution + Black holes and revelations, pero antes tuvimos a Showbiz (1999) y este Origin of the symmetry que hoy nos ocupa, dos discos que dan muestra de la búsqueda que la banda estaba desarrollando previo a que calibrasen sus recursos, dos álbumes desatados, de grandes ambiciones y exagerados como solo Matt Bellamy podía ser por aquel entonces. Basta oír la partida a cargo de 'New born' para entender lo que escribo. Una intro de piano + voz que tras minuto y medio se estrellará entre guitarras para continuar con una notable descarga de intensidad, velocidad y energía que se extiende por seis minutos, en una tendencia a la exageración que volverá a vivirse en piezas como 'Space dementia' (que abre cual pieza de música clásica y cierra entre fanfarrias, o bien avanzado el disco en la pasada por 'Micro cuts' + 'Screenager', en la primera llevando los agudos de Matt Bellamy al extremo y en la segunda bajando los tiempos entre guitarras acústicas. 



Por lo mismo, ante esta tendencia al barroquismo viene bien un complemento más breve y efectivo en canciones como 'Bliss', que entra trotando con toda su atmósfera espacial y fantástico coro, 'Hyper music' o 'Plug in baby', todos momentos en donde el formato banda de rock (guitarra + bajo + batería) luce y se toma el escenario entre estructuras directas, temas de tres minutos y coros de buen gancho. Son todas canciones perfectas para saltar y cantar en un concierto, mientras que donde se alargarán será con algo como 'Citizen erased', intentando dar con su ópera rock en siete gloriosos minutos que suben y bajan a placer. 

Como detalle estará la extensión del disco, casi una hora (55 minutos para ser exacto) que en su recta final se hace sentir. Ahí, la jugarreta de 'Feeling good' (versionada por decenas de artistas, pero original de Nina Simone allá por 1965) queda bastante bien (y ha hecho historia en esta sensual versión rock) pero cosas como 'Darkshines' o 'Megalomania' sobrecargan un álbum que de por si ya era sobre cargado. Como siempre cuando la propuesta es contundente, ocho a diez canciones habrían sido suficientes.

De todas maneras, en 2001 Muse se anotaban en Origin of symmetry como una realidad a disfrutar y vivenciar. Con el tiempo nos romperían la ilusión y dramáticamente el corazón pero de todas formas siempre quedará este álbum como muestra de lo osados que algunas vez llegaron a ser. En tiempos donde todo se volvía muy blanco o negro, Muse se planteaba como un delicioso y atractivo punto medio, aspecto que en sus siguientes dos discos intentarían explotar para luego perderse en el abismo de la intrascendencia. Pero todo aquello será motivo de futuras reseñas...

¿Canciones? 'Bliss', 'Citizen erased', 'Plug in baby'.

8,5/10
¡Excelente!

No hay comentarios:

Publicar un comentario