sábado, 28 de diciembre de 2024

30 Años De... Charly García: La Hija De La Lágrima (1994)

"Fallida y descarnadamente honesto..."

Hay discos a los cuales el paso del tiempo les viene bien, sobretodo a esos álbumes que fueron despreciados en su momento. Un caso así es el de La hija de la lágrima, un trabajo que en su momento fue tremendamente denostado pero que hoy, a treinta años de distancia puede ser valorado de otra manera al comprender el contexto de aquel Charly García, uno que a sus veinte años había ya conocido el respeto y la fama para luego durante sus treintas lograr reinventarse mediante una seguidilla de álbumes tan fantásticos como históricos. La pasada 1987/1990, sin embargo, causó estragos en la vida del argentino, de pronto esta se volvió caótica entre problemas emocionales (incluida la muerte de su hermano) que derivaron en abuso de sustancias y adicciones varias (cabe recordar que por aquellos años estuvo incluso internado un par de veces). Todo esto evidentemente encontró reflejo en lo musical, con un artista que intentó enfrentar sus vaivenes con trabajo, de ahí la colaboración con Pedro Aznar en Tango 4 (1991) o el confuso regreso en 1992 de Serú Girán. El momento, sin embargo, de volver a hacerse cargo de su obra era inevitable y aquel llegó en 1994 mediante un álbum que extenso (veintitrés piezas en sesenta y ocho minutos) y conceptual que expresó a cabalidad el momento de un Charly García absolutamente consumido por su momento. 

Ante todo, La hija de la lágrima es un álbum anti climático. Dicho en simple: un disco que te saca constantemente. Existen quienes aseguran que esta característica fue intencionada, que Charly en el inicio de un proceso claramente auto destructivo arremetió incluso contra su propia obra, olvidándose de aquel "viejo Charly" que se ocupaba tanto de la belleza de las formas y aspirando más bien a la desestructura (tanto individual como del conjunto). Están también quienes afirman que el disco no es más que la primera señal de un talento agotado, carente de norte e inspiración, a causa de los excesos (digamos que el tiempo y la evidencia inclinó la balanza hacia esta segunda teoría). Como sea, La hija de la lágrima resulta ser un disco que oscila constantemente entre extremos opuestos, yendo con facilidad desde el minimalismo a arreglos excesivos, con canciones e interludios que se enmarcan entre atmósferas oscuras, tristes y cargadas de desesperanza, lo cual habla de un trabajo tremendamente honesto, desgarrado y que ciertamente no concesiona absolutamente nada con el auditor. Todo eso hay que dárselo, independiente de si que tan bien funcione el conjunto.

Dentro de las canciones que destacan están los paisajes lúgubres y personales de 'Víctima', donde declara intenciones abriéndose en canal ("Víctima de soledad / Víctima de un mal extraño / Mi corazón se ha partido en dos / ¿Quién te ha visto y quién te ve? / Quien te ama te hace daño..."), así como la sensible y dolorosa 'Kurosawa', abordando con claridad el tema de su depresión ("La sombra llega y no espera / Se presenta y no te deja opción / Todo se vuelve madera, yo lo siento / Y no tengo un amor para dar...") y la pérdida ("La llama ya se abre / Porque mi ángel se fue / Cuando estaba acá..."). En la misma línea funciona 'Love is love' mientras que 'Fax U' si bien sostiene el tono acústico del álbum (con María Gabriela Epumer haciendo su debut en la banda) aportará un lenguaje más rabioso y descarnado mediante un ambiguo juego de palabras que podría aplicarse tanto a la falta de conexión que puede provocar la tecnología como a una relación de desamor. Mención aparte merece esa belleza titulada 'Chipi chipi', una singlazo que vivirá por siempre (por eso mismo él la hizo así...) lleno de ternura y que aparece como una luz de esperanza en medio de un álbum generalmente por lo general oscuro. 

Si el disco hubiese sido todo lo anterior más tres o cuatro canciones trabajadas al detalle, estaríamos hablando de uno de los mejores álbumes en la carrera de Charly García y efectivamente ese regreso de nivel que se esperaba para 1994. Sin embargo, no fue así. El resto del trabajo es un total desvarío, encontramos temas que no pasan de ser meras improvisaciones rocanroleras o bluseras, como 'La sal no sala', la sesentera 'Chiquilín', 'Workin' in the morning' o 'Waitin', sumado a un conjunto de instrumentales de dos a tres minutos (no hay que olvidar que el disco se supone era una especie de banda sonora para una película imaginaria de Charly), algunos de estos dan muestras de algo bien pensado ('Overture' o 'Interludio de la lágrima', por ejemplo) pero la gran mayoría son idas de olla sin ton ni son, muchos de ellos puestos además de manera consecutiva en la lista, volviendo aún más compleja la experiencia.  

A treinta años de distancia, La hija de la lágrima no se aprecia como el desastre que en su época pareció ser, si no más bien como un trabajo descarnadamente honesto en donde Charly García no se propone acá gustarle a alguien ni componer una joya si no más bien plasmar su momento y ser en una obra musical. El resultado por ende fue verborreico y ciertamente inclasificable. Para 1994 Charly ya había destruido su voz y perdido prácticamente toda dulzura (para muestra el Unplugged que grabaría ese mismo año para MTV), sin embargo, se pueden identificar acá atisbos de una sensibilidad particular, propia de un artista en estado depresivo que iniciaba un camino hacia la locura, auto destructivo y delirante, algo que se expresaría con aún más fuerza en los posteriores Say no more (1996) y El aguante (1998), el verdadero descenso a los infiernos. Aunque aquello será materia de análisis en futuros años si es que la vida me acompaña...

¿Canciones? 'Víctima', 'Chipi chipi', 'Fax U' y 'Kurosawa'.

5,9 / 10
Caótico.


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