martes, 23 de septiembre de 2025

Wet Leg: Moisturizer (2025)

 "Desfachatez e irreverencia..."

Deudoras del indie noventero, el debut de las Wet leg unos años atrás estuvo marcado por ese sonido de guitarras minimalistas, canciones simpáticas y una producción sucia sin demasiados artificios. Digamos, una especie de mix entre la actitud de Veruca Salt (aunque sin la estridencia grunge), Pj Harvey + Pixies. Y bueno, como era de esperar este segundo trabajo va por una línea similar, doce canciones que en poco menos de cuarenta minutos desenfundan un sonido que si bien posee una vibra inevitablemente punk coquetea constantemente con el pop y los afanes melódicos, armando así un compendio bastante especial y regular, un álbum que si bien constantemente suena a otra época no deja de parecer actual debido a la desfachatez e irreverencia que transmite en sus mensajes. 

En dicho sentido, la vocalista Rhian Tiasdale sabe meterse muy bien en el personaje que aborda el álbum. Su manera de vocalizar es por lo general ruda, acudiendo habitualmente a relatos hablados y susurros por lo que no cuesta oírla e imaginar a esa mujer de apariencia dulce pero tremendamente arisca, una mujer que no dudará a la hora de sacar las garras (algo de eso hay en la portada), algo que se expresa perfecto en una canción como 'Catch these fists', por ejemplo, donde se aborda el acoso que una mujer puede llegar a vivir en una disco ("Ocurre siempre tarde de noche / Algunos tipos vienen y me dicen que soy su tipo...") , aunque ojo, lejos de quedarse en la victimización el relato va directo al choque ("Sé bien como eres / Yo no quiero tu amor / Solo quiero pelear..."). De igual forma, más adelante en 'Mangetout' encontraremos también momentos que derrochan empoderamiento ("Dices que soy bonita , que quieres cogerme / Lo sé, gran parte de la gente también lo quiere..."), sin embargo, estos pasajes se equilibrarán con amplias referencias románticas en canciones como 'CPR', 'Liquidize' o la dulce 'Don't speak', aunque claro, siempre con simpáticas dosis de humor ("Seré tu Shakira / Whenever, whenever / Nunca te dejaría varado en una isla / Tu sabes, te apretaría más firme que una pitón..." - se expresa en 'Davina McCall'), generando un conjunto que se deja oír sin problemas, que en su recta final se entregará a dulces melodías en 'Pokemon' así como a guitarras en 'Pillow talk'

Puede que les sigan faltando a Wet leg canciones algo más ambiciosas musicalmente hablando, canciones que alcancen cotas de mayor intensidad. Puede ser. Quizás a futuro vayan por ellas o quizás se conformen con este espacio seguro que han sabido construir. Como sea, su segundo álbum consolida todos los elementos que impactaron de buena forma en el debut. 

¿Canciones? 'CPR', 'Catch these fists' y 'Mangetout'. 

7/10
Muy bueno.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Hayley Williams: Ego Death At A Bachelorette Party (2025)

 "Desangre y franqueza..."

Le ocurre a muchos músicos esto de tener que seguir girando con su banda madre siendo que su corazón está (ya) en otro lado. Como una pareja que se mantiene por mutua conveniencia. Uno de esos casos es el de Hayley Williams, quien debe continuar en giras junto a Paramore pues esto le da de comer, sin embargo, sus energías y desahogos del presente se encuentran puestos claramente en los tres álbumes solistas que ha lanzado en estos cinco años, siendo este Ego death at a bachelorette party el ejemplo más evidente de todos. Estamos ante un disco que funciona como un verdadero vómito de canciones, una extensa sesión terapéutica en donde la vocalista pretende exorcizar varios de sus demonios, hablando de su historia, dolores y vínculos en un tono siempre tremendamente personal.

A diferencia eso si de sus antecesores, que en general fueron álbumes breves, en esta ocasión Hayley entrega dieciocho canciones, lo que habla de una confianza adquirida y también las ganas de botarlo todo, muy consciente además de que vivimos en una era donde la idea del disco da un poco igual pues quienes de verdad la siguen se armarán su propia lista con estas canciones armándose un playlist con las que les apetezcan. Toca de todas formas comentar acá en orden el viaje que nos ha propuesto, yendo hacia el pasado en la partida con 'Ice in my OJ', recordando con euforia la alegría que le significó el estar dentro de una banda para luego lamentar el haber enriquecido a un montón de malditos empresarios ("Lotta dumb motherfuckers that I made rich..."), y volviendo rápidamente al presente en la curiosa 'Glum', donde decide filtrar su voz en las estrofas para lanzarnos un doloroso coro que expresa la soledad de su momento ("¿Nunca te sentiste tan sola que podrías implosionar y a nadie le importaría...?"). 

En adelante la lista será extensa con el foco evidentemente puesto en los mensajes. Las canciones todas serán simples y breves destacando la oda al antidepresivo 'Mirtazapine' donde la vocalista realiza referencias a la relación de dependencia que ha generado con el medicamento ("¿Quien soy yo sin ti ahora? / Me haces comer, me haces dormir / Me permites soñar..."), el medio tiempo acústico 'Disappearing man' en donde empatiza con una antigua ruptura ("Ahora entiendo que tan abandonado te sentías / A una profundidad que jamás habrías compartido conmigo...") o la popera 'Love me different'De igual forma en el nudo del disco encontraremos quizás el pasaje reflexivo más interesante de todos, con una 'Ego death at a bachelorette party' que habla del haber tocado fondo en soledad, la tétrica atmósfera de 'True believer' o una notable 'Hard' donde la vocalista se refiere a como debió "masculinizarse" para obtener validación en un mundo de hombres ("Solo escuchaba música con testosterona / Tuve que matar mi femineidad para hacerlo...") regalándonos además inteligentes metáforas que realizan referencias al pene y la fragilidad masculina ("Así que golpéame / No puedo ser suave y siempre estoy muy dura..."). 

Dicho todo lo anterior, en medida que el álbum avanza es inevitable sentir que la vocalista ha publicado todo lo que tenía sin filtro alguno por lo que como era de esperar... sobran canciones. De hecho, toda la recta final no logra estar a la altura, cargándose demasiado a la balada acústica en 'Zissou', 'Dream girl in shibuya', 'Blood bros' + 'I won't quit on you', y por lo mismo produciendo un extraño contraste cuando el disco cierre con una explosiva 'Parachute' (single evidente del álbum), otra de las buenas canciones del álbumes pero que luce completamente descolocada tras todas las mencionadas y no se entiende que pinta al final del trabajo. 

Evidentemente Ego death at a bachelorette party es un disco que con una lista de once o doce canciones podría haberse colado fácilmente entre lo mejor del año. La franqueza y el desangre están siempre presentes a lo largo de un trabajo que sin ser demasiado ambicioso en cuanto a arreglos logra compensar aquello con mensajes potentes y bien escritos. Ha metido mucha cosa de más pero esto también le honra pues habla de la valentía de su momento, que no es poco en estos tiempos...

¿Canciones? 'Glum', 'Mirtazapine', 'Hard'  y 'Parachute'.

domingo, 14 de septiembre de 2025

Haim: I Quit (2025)

 "Simples pero tremendamente diversas..."

Desde sus inicios las hermanas Haim se caracterizaron por llevar adelante un sonido suave e inofensivo, en sus primeros dos álbumes acercándose a ese pop de artistas como Taylor Swift (digamos... genérico, sin mucha identidad) mientras que en Woman in music Pt III (2020) se percibió cierto salto creativo al mostrar un trabajo más diverso con énfasis puesto en las percusiones y que musicalmente iba desde el folk hasta el soft rock (no por nada las comparaciones con Fleetwood mac han abundado)Hubo cosas interesantes en ese disco ('Up from a dream', por ejemplo) pero siempre en el marco de un sonido de bajas ambiciones, canciones casi todas de tres minutos en donde el foco suele estar puesto en el mensaje y en las vocalizaciones (siempre es un placer oírlas, todo sea dicho). Para este reciente I quit se han tomado cinco años, asunto que se ve reflejado en que esta vez al parecer tenían más canciones (son quince en total las que componen el disco, ¡demasiadas!) pero no tanto en materia de arreglos, pues el álbum sigue yendo por donde iba el antecesor, con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva.

Yendo a la música, prácticamente todo el concepto de I quit (el título anticipa) gira en torno a la ruptura de Danielle (una de las hermanas) con Ariel Rechtshaid, quien además había sido co productor de la banda desde los inicios. Aquello se declara desde un comienzo cuando 'Gone' abra los fuegos celebrando la libertad sobre los acordes de 'Freedom' de George Michael y vomitando líneas de despecho ("Puedes odiarme por lo que soy / Pues hago lo que quiero / Puedes avergonzarme por lo que hice / Pues veré a quien quiera ver...") en una estructura cambiante que ronda el sonido acústico (aunque a medio tema meten un solo estilo 'Sympathy for the devil' de los Rolling Stones) y que se enmarca como el tema más atractivo en todo el disco (aunque alguna explosión hacia el cierre no le habría venido mal). Otra que aborda de manera clara y cruda la ruptura será la acústica 'The farm', puesta inteligentemente a medio disco y en la cual encontramos un relato respecto a como Danielle enfrentó su quiebre yéndose a vivir Alana por un tiempo. 

Entre las mencionadas encontraremos un conjunto en general agradable que se deja oír, canciones donde la banda continúa ostentando su principal virtud: la capacidad de construir canciones simples pero tremendamente diversas. Destaca ahí el popero medio tiempo de 'Relationships' (perdón eh, pero Taylor Swift nuevamente en mi mente), la pasada acústica/folk por 'Down to be wrong' (esta vez recordándome la onda noventera de Sheryl Crow) + 'Take me back', así como esa ida a las guitarras más rock en 'Lucky years' (¡que alternativa suena!) o la electrónica en 'Million years'. Todas estas están bastante bien y habrían podido armar un excelente disco, sin embargo, se acompañan por otro puñado de temas que redundan demasiado y aportan pocazo al global, como 'All over me', la balada 'Love you right' y toda la recta final que sinceramente se hace eterna, con la única excepción de ese curioso cierre con 'Now it's time' donde samplean 'Numb' de U2 y que les ha quedado bastante simpático. 

Haim se instalan definitivamente en este álbum como una de esas bandas cuyo sonido liviano les sitúa en un lugar difícil de clasificar. A las chicas les tira el folk claramente pero tienen al mismo tiempo facilidad para no encasillarse ahí, siendo este su principal mérito. Este disco les ha quedado (muy) bien pero claramente le sobran canciones. Habrá que ver de todas maneras con el tiempo si este es su techo o son capaces de construir algo que musicalmente suene más consistente. 

¿Canciones? 'Gone', 'Down to be wrong'  y 'Lucky years'.

6,8 / 10
Cumple y algo más...

miércoles, 10 de septiembre de 2025

King Gizzard & The Lizard Wizard : Phantom Island (2025)

"Viaje sensorial..."

El concepto de libertad es complicado de abordar en la actualidad. ¿Qué tan libres somos? ¿Tenemos realmente margen de acción y decisión cuando nos encontramos absolutamente sometidos a los vaivenes del mercado en prácticamente todos los sentidos imaginables? Pues bien, si hay una banda que en estos tiempos al menos ha decidido intentarlo, esa es King Gizzard & the lizard wizard. Prueba de esto es la cantidad desbordante de música que han publicado desde sus inicios (veintiún álbumes en diez años), esto siempre bajo la idea de que sus trabajos lleguen al público de una u otra manera, así como la reciente polémica decisión que han tomado y publicado: el retirar todo su catálogo de la plataforma Spotify debido a los 600 millones de dólares que el CEO de esta empresa decidió invertir en la creación de armamento militar mediante inteligencia artificial. En valentía no se quedan por tanto los de Stu Mackenzie, y bueno, su música continúa hablando también de aquello pues en Phantom island volvemos a oírles ansiosos por experimentar y llevar su sonido hacia nuevos lugares, esta vez hacia una arista sinfónicaabrazando una clara vibra setentera y una multiplicidad de arreglos que van desde vientos a cuerdas entregándole al álbum unos aires barrocos bastante singulares (la portada anticipa) en donde el foco principal esta puesto en el viaje sensorial propuesto y no tanto en el gancho individual. 

Siendo claros: si alguien busca guitarras o peso, para eso tiene discos recientes de la banda como Petrodragonic apocalypse... (2023) o Flight b741 (2024), pero esto va por un lado completamente diferente. Esto se aprecia con claridad desde la partida, 'Phantom island' (la canción) entra con un misterioso piano para lentamente ir dando paso a trompetas, flautas y una aparición absolutamente exquisita con la banda en pleno abordando una estructura cambiante con aires funkeros aunque de todas formas regalando un subidón rockero hacia su recta final. Si no es la canción del año, pega en el palo. Queda escrito. En adelante el disco planteará un camino siempre atrevido y cambiante, planteando las guitarras más alegres del disco en 'Deadstick' (que me ha recordado en algo al Paul McCartney de la era Wings), coqueteando con oriente en la genial 'Lonely cosmos', poniendo énfasis en el divertido relato de 'Eternal return' o trayendo a Bowie al presente en 'Aerodynamic'

Por supuesto que en su propuesta el disco siempre rondará el sobrecargo, ahí tienes como ejemplo a 'Spacesick' o toda la recta final, por lo que inevitablemente el trayecto se podría volver pesado para muchos (aún siendo un disco corto, de solo diez temas), pero bueno, es la historia de una banda que con todos sus pros y contras continúa luciendo inagotableEs cierto que salvo en su partida, este Phantom island no parece alcanzar cotas tan brillantes pero vamos, que han vuelto a regalar una propuesta colorida, atrevida y multifacética. 

¿Canciones? 'Phantom island', 'Lonely cosmos' y 'Eternal return'.

7,2 / 10
Muy bueno.


Otras reseñas de King Gizzard & The Lizard Wizard:

sábado, 6 de septiembre de 2025

Deftones: Private Music (2025)

"No se complican..."

Abriré con una provocación: ¿Es Deftones la banda más trascendente (en activo) de los últimos treinta años? Puede ser. Y es que realmente muy pero muy pocos (en el universo del rock) son capaces de reunir hoy las características de esta agrupación: un sonido fresco que aún genera expectativas ante sus lanzamientos y, ojo acá, con llegada en las nuevas generaciones. Por lo mismo, la tentación de enaltecer en exceso cada nuevo álbum de la banda es grande, cuesta mantener los pies sobre la tierra e intentar escribir con objetividad, más aún cuando los de Sacramento es esfuerzan por entregar precisamente lo que sus fans esperan oír en sus álbumes. Se intuirá hacia donde voy: el más reciente disco de Deftones funciona como un conjunto macizo y conciso que reúne varios de los elementos que acabaron por consolidar a la banda durante estos últimos quince años, dígase: peso y emocionalidad en perfecto equilibrio, aunque digámoslo también, con poco y nada de riesgo en cada una de estas canciones. ¿Es esto último un defecto? Para nada. Es natural que una banda luego de tres décadas de carrera y con una discografía prácticamente impoluta opte por fórmulas plenamente conocidas, que decidan volver a trabajar con Nick Raskulinecz (el hombre tras sus dos álbumes de mayor aceptación comercial en estos años, Diamond eyes y Koi no yokan) y junto a él desarrollar una excelente colección de lugares comunes, pero digamos las cosas por su nombre... 

Quisiera reiterar: excelentes lugares comunes, pues este Private music efectivamente no tiene punto bajo. El "problema" (las comillas más intencionadas que nunca) es que tampoco alguno realmente alto y parte de esto tiene que ver con la conformidad que el álbum muestra en materia de arreglos. Me explico, Ohms (2020) también fue un álbum en donde la banda se percibió muy cómoda, sin embargo, canciones como 'Genesis', 'The spell of mathematics' o 'This link is dead' incorporaban alguna vuelta de tuerca que las elevaban notablemente. Bueno, eso acá no ocurre. Sin ir muy lejos, toda la pasada que va desde 'My mind is a mountain' hasta 'cXz' no tiene desperdicio, está el peso, la agresividad ('Souvenir') y melodías atractivas ('Infinite source', vaya maravilla de coro), pero absolutamente ninguna se complica y todas terminan optando por la repetición de estructuras realmente simples. De hecho, el que las canciones ronden todas los tres minutos de duración algo te dice... 

Dentro de esa misma conformidad es que 'I think about you all the time' parece ser el nuevo intento de Deftones por construir una 'Sextape' (esa canción que tan buenos dividendos le dejó a la banda entre la generación Tik Tok), mientras que la pasada por 'Cut hands' + 'Metal dream' aparece como toda una curiosidad al acercarles al sonido rapeado y nu metal de sus inicios noventeros. Se agradece de todas formas el peso de 'Milk of the madonna' (que pinta de gran canción pero nuevamente peca en lo antes mencionado: a los tres minutos se queda sin nada que decir por lo que la banda no encuentra nada más que hacer salvo repetir el coro hasta la saciedad), así como 'Departing the body', que sin ser nada demasiado conmovedor logra cerrar el disco de manera adecuada gracias a sus exquisitas melodías etéreas y abrasivas. 

Lo dicho, Private music es un correcto álbum de Deftones, ni más ni menos. Se plantea nuevamente como un disco de continuidad, tal como ocurrió con Ohms, con la salvedad de que cinco años atrás la sensación fue de estar ante canciones que se explotaron de mejor manera, alcanzando cotas de mayor nivel. Esta vez pareciese se han propuesto conformar a la crítica + fans, y bueno, a juzgar por lo que se lee y escucha, lo han logrado...

¿Canciones? 'Infinite source', 'cXz' y 'Milk of the madonna'. 

6,5 / 10
Cumple y algo más...


miércoles, 3 de septiembre de 2025

Kadavar: I Just Want To Be A Sound (2025)

 "Apertura que funciona..."

Puede que el exceso de álbumes le haya jugado en contra durante la pasada década a Kadavar. Inevitablemente tanto disco similar (y seguido) generó en muchos cierta pérdida de interés, al punto de que grandísimos discos como The isolation tapes (2020) o el posterior Eldovar: A story of darkness & lights (2021) pasaran bastante inadvertidos por el mundo (también hago mi mea culpa, pues ni siquiera los reseñé acá). El caso es que todo esto, sumado a un inevitable agotamiento creativo, seguro acabó por desembocar en una inédito silencio por parte de los alemanes, quienes se han tomado cuatro años para este siguiente paso, sumando en el camino a Jascha Kreft como tecladista/guitarrista estable en la formación y trabajando con su compatriota Max Rieger en producción. El resultado de toda esta aventura se resume en estas diez curiosas canciones, las cuales les alejan bastante de su propuesta habitual optando esta vez por un sonido más luminoso y grandilocuente (la portada ya anticipa) , canciones que en general van en busca de un mayor gancho sacrificando las atmósferas pesadas, densas y psicodélicas que abundaron a lo largo de su discografía.

En efecto y dicho en simple: lo que acá han entregado se acerca más a algo como Kasabian que a Black Sabbath. Así como se lee. Piezas donde el centro siguen siendo las guitarras + teclados pero el fuerte se encuentra puesto en la repetición de coros, esto en la evidente búsqueda de algo más atractivo al oído en una primera escucha. Ahora, que se entienda bien, en ningún caso esto significa el que Kadavar acá suenen vacíos o desechables (¡que grandes canciones acá claro que hay!) pero si es cierto que han sacrificado densidad para abrazar caminos amigables con el oyente casual. 

Yendo a la lista propiamente tal, esta vez quisiera comenzar de atrás hacia adelante. El álbum cierra con los casi seis minutos de 'Until the end', una canción que pienso perfectamente podría haber abierto el disco debido a la dinámica inmersiva que posee, un tema tremendamente interesante que te va sumergiendo de a poco para a medio andar meter un pasaje McCartniano (del 2:56 al 3:30) para luego explotar entre guitarras. El tema es una joya de proporciones (de lo mejor que he oído este año) pero ciertamente poco representativa del conjunto. Por lo mismo, se entiende que cierre. 

Antes el disco habrá entregado dos secciones bastante marcadas, una luminosa y otra más exploratoria. Dentro de lo primero destacará la alegre 'I just want to be a sound' (con una partida que perfectamente podría ser la entrada a un disco de Ghost), así como unas golpeadas y rockeras 'Hysteria' + 'Regeneration'. Más adelante el álbum también se lanzará en picada a las guitarras en 'Scar on my guitar' o 'Truth' (esta muy marcada por un exquisito bajo), sin embargo, serán asuntos más cargados a las atmósferas de calma en 'Sunday mornings', la psicodélica 'Strange thoughts' o la elegante balada 'Star' (¡vaya delicadeza de canción!) las que acabarán marcando la recta final del disco. 

Puede a muchos les extrañe el giro hacia sonidos más amigables que Kadavar han buscado dar con este álbum, sin embargo, dejando los prejuicios de lado, lo que nadie puede negar acá es que grandes canciones hay. En lo personal entiendo la jugada como una salida a tomar aire fresco y un tanteo de terreno. De hecho, la banda por estos días ya ha anticipado un nuevo single y fecha para un álbum (noviembre de este año) y seguro sonará bastante más "tradicional". Es decir, la banda tenía dos trabajos preparados para 2025, este ha sido el aventurero y el otro seguro apostará a la segura. El tiempo dirá si I just want to be a sound quedará registrado como una mera anécdota friki o los alemanes deciden seguir indagando en esta dirección. Como sea, lo que nos han dejado es material digno de toda atención, aunque el mundo no se entere...

¿Canciones? 'I just want to be a sound', 'Star' y 'Until the end'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Kadavar

martes, 2 de septiembre de 2025

He Visto A... Supergrass (28/8/2015)

 "Cardio intenso..."

Pues lo dicho, que he querido dedicar una semana a Supergrass acá en mi querido blog a propósito de que a treinta años de su primer álbum los ingleses (¡al fin!) debutaron en Chile. Con cambio de recinto por cierto. Inicialmente se presentarían en el Teatro Caupolicán pero seguramente por una baja venta de tickets el recinto pasó a ser la Discotheque Blondie, noticia que en lo personal me vino de maravillas. El Teatro Caupolicán me encanta pero en la Blondie vi a Kula Shaker unos años atrás y lo gocé un mundo, es un lugar pequeño donde tienes a los músicos MUY cerca, lo cual vuelve a la experiencia tremendamente especial. Y bueno desde lo musical todos sabíamos a lo que íbamos: eran los treinta años de I should coco por lo que esperábamos el disco prácticamente completo y un show cargado a la dinámica. Y efectivamente así fue...

A las 20.30 aproximadamente entré a la disco y dado lo pequeño del recinto pude ubicarme muy cerca del escenario, segunda o tercera fila. A las 21.10 hrs la banda hizo presencia y que decir, ¡los tenía al lado! Pude ver desde un comienzo los gestos de sobria satisfacción de Gaz Coombes ante un público entregadísimo desde un comienzo y el derroche de energía de un Mick Quinn que se la pasa muy bien con el bajo en su metro cuadrado. 

Yendo a los temas, rápidamente y como era de esperar la banda desenfundó la energética tríada que abre el álbum de 1995: 'I'd like to know' + 'Caught by the fuzz´+ 'Mansize rooster'. Desde entonces la comunión entre la banda y el público fue total, la lista de temas alternó la intensidad metiendo pasadas acústicas mediante 'Late in the day' + 'Mary' + 'She's so loose' (las tres muy coreadas por todos los presentes) o más adelante una simpática 'We're not supposed to' (en donde los músicos alternaron instrumentos y el baterista Danny Goffey pasó adelante a tocar el bajo, algo que también hicieron más adelante en 'Time to go'), mientras que cosas como 'Lose it' o el energético tridente 'Strange ones' (de lo que más se gozó en toda la noche) + 'Sitting up straight' + 'Lenny' le metieron rock y guitarras al asunto. 

A medio show por supuesto que sonó 'Alright', el tema con el que gran parte del recinto sacó el teléfono para grabar (aunque fue prácticamente la única en una noche donde el público se dedicó a cantar y saltar dejando las grabaciones de lado, al menos donde yo estaba), mientras que para la recta final la banda soltó el "modo grandes éxitos", regalándonos una exquisita y bailable 'Moving' sumado a singles muy esperados como 'Richard III' , 'Sun hits the sky' o 'Grace'.

Lo que Supergrass nos entregó el pasado jueves fue una jornada de cardio intenso, noventa minutos de total entrega. La pasamos super bien, que duda cabe. ¿Se habría agradecido algún temita de regalo considerando que era la primera vez que venían? Seguro. 'Going out', por ejemplo, que también fue un single de In it for the money (1997), pero bueno, los tipos tienen sus años y aquello no se puede dejar de lado. Como sea, gran noche vivimos...

Lo que tocaron:

Partida intensa: 'I'd like to know' + 'Caught by the fuzz´+ 'Mansize rooster'. 
Primer quiebre acústico: 'Late in the day' + 'Mary' + 'She's so loose'
Subidón rock: 'Lose it' 
Segundo quiebre acústico: 'We're not supposed to' + 'Time'
Otro subidón rock: 'Alright' + 'Strange ones' + 'Sitting up straight' + 'Lenny'
Tercer quiebre acústico: 'Sofa (of my lethargy)' + 'Time to go' + 'St. Petersburg'
Recta final grandes éxitos: 'Richard III' + 'Moving' + 'Grace' + 'Sun hits the sky' + 'Pumping on your stereo'

Sonido: 8 (un poco bajo, sobre todo al comienzo. Kula Shaker sonó mejor ahí mismo) 
Interpretación: 9 (Obviamente los años hacen lo suyo. Se les nota muy concentrados en hacer bien el trabajo pero al mismo tiempo la banda lo da todo...)
Puesta en escena: 8 (Son tipos sobrios. Gaz fue quien más interactuó acercándose en varios momentos al público)
Complementos: 7 (Poco y nada. Solo un telón detrás. Tampoco hizo falta)
Lista de temas: 8 (Se sabía, I should coco completo + los singles de cada uno de sus discos)

8/10
Conciertazo.

viernes, 29 de agosto de 2025

20 Años De... Supergrass: Road To Rouen (2005)

"Más libres que nunca..."

Para 2005 buena parte de aquellas bandas que dominaron la escena a mediados de los noventas ya no existían, y las que aún quedaban daban sus últimos coletazos. En dicho segundo lote se encontraban Supergrass, quienes tras dos álbumes dinámicos y explosivos como fueron I should coco (1995) + In it for the money (1997) decidieron realizar un curioso giro hacia sonidos más sobrios mediante el homónimo de 1999 y un Life on other planets (2003) que dieron muestras de una banda que había decidido madurar su sonido quizás demasiado pronto. Por lo mismo, los de Gaz Coombes llegaban a mediados de dicha década sin mucho que perder, con plena certeza de que los tiempos habían cambiado y que (ya) no debían intentar convencer a nadie salvo a ellos mismos. Quizás todo esto haya sido lo que les animó a entregar un siguiente álbum tan desatado como este Road to Rouen, nueve canciones que en poco más de media hora les muestra más libres que nunca desarrollando un sonido cargado al acústico y que desprende una vibra absolutamente despreocupada.

En efecto, y como nunca, oímos acá a unos Supergrass que jamás van en busca del hit, y aquello vaya que les hace bien. Para muestra el como abren con 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6': una intro de cuerdas + piano de dos minutos para que luego entre la banda en pleno desarrollando una atmósfera de total relajo que coquetea con la psicodelia y la constante exploración de atmósferas. Tremenda declaración de intenciones que encontrará complemento más adelante en el nudo del álbum cuando suene la extensa y preciosa 'Roxy', jugando esta vez con una sostenida alza de intensidad que desembocará en una larga sección instrumental tan delicada como notable. Las dos mencionadas son de lo mejor que contiene el disco, sin embargo, los teclados de 'Sad girl' o la delicadeza con que cierran en 'Fin' (vaya belleza de canción) no se quedan atrás en un disco que complementará en total calma con la balada 'St. Petersburg', una juguetona 'Coffee in the pot' y la pasada por 'Road to Rouen' + 'Kick in the teeth',  el único momento en todo el álbum donde las dinámicas se aceleran un poco y el sonido se vuelve algo más eléctrico. 

Mirado a distancia, probablemente sean los dos primeros álbumes de Supergrass aquellos con los que resulta más fácil enganchar, sin embargo, Road to Rouen aparece en su discografía como el álbum definitivo de la banda, aquel donde supieron alejarse del sonido más obvio mostrando una categoría y elegancia muy por sobre la media. El disco evidentemente nació destinado a morir en medio de la incomprensión, y por lo mismo merece que no le olvidemos... 

¿Canciones? 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6', 'Roxy' y 'Fin'.

miércoles, 27 de agosto de 2025

30 Años De... Supergrass: I Should Coco (1995)

Contexto: Esta semana (de hecho, mañana) se presentan Supergrass en Chile. Y si, a treinta años de su explosivo debut, la banda POR PRIMERA VEZ toca terreno nacional. Más vale tarde que nunca, y por lo mismo quisiera dedicarles una pasada por un par de sus discos. Allá vamos...

"Juventud, divino tesoro..." 

Eclipsados ante el descaro y carisma de Oasis + Blur, la elegancia de Pulp y el glamour de Suede, lo de Supergrass mirado a distancia acabó relegado a un plano secundario, al punto de ser incluso recordados por muchos como una especie de "one hit wonder" debido a la repercusión de el single 'Alright'. Corresponde por tanto aportar un granito de justicia a propósito de los treinta años que cumple el debut de la banda: I should coco, un debut jovial, energético y repleto de canciones que tomaban como referencia al rock británico sesentero, digamos, diez años antes de que The strokes o Arctic monkeys protagonizaran el revival definitivo de aquel sonido.

Por sobre todo, el primer álbum de Supergrass fue un conjunto marcado por el dinamismo de sus canciones, con una lista cargada hacia las guitarras y una actitud casi quinceañera que derrochaba juventud en el sonido. De aquello van canciones realmente divertidas como 'I'd like to know' (¿qué más juguetón que ese "la la la la la la !! " que aparece en cada estrofa?), jugando con el concepto de la diferencia ("Quisiera saber adonde todos los extraños van...") en voz de un Gaz Coombes característico y especial desde ya, seguida de 'Caught by the fuzz' y 'Mansize rooster', todos temas bastante inquietos que declaran de inmediato intenciones pero que también se enmarcan dentro de un sonido que será constante a lo largo del álbum. En la misma línea funcionarán 'Lose it', 'Lenny' o 'Strange ones' (absolutamente adictiva esta con su estructura cambiante), siendo el single 'Alright' la única en toda la Cara A que cambia el tono al ser una canción que centra su poderío en el trabajo de piano + bajo (y no en las capas de guitarras) sumado a una interpretación absolutamente feliz, contagiosa hasta decir basta.

Y acá me quiero detener pues el fenómeno de 'Alright' es un caso curioso. La canción acabó por significar el mayor éxito comercial en la carrera de Supergrass (si es que no el único), sin embargo, el tema no posee la vibra del álbum ni tampoco suena como el resto. Y es que la producción de I should coco es bastante sucia (en lo personal no me agrada como lo dejaron) mientras que 'Alright' es limpia y pulcra, casi como un mundo aparte. De todas formas el single viene bien en la lista porque efectivamente regala un paréntesis hasta cierto punto necesario, esto dado que en su segunda parte el álbum insistirá en el trabajo de guitarras en canciones como 'Sitting up straight', solamente escapando de la norma en el excelente acústico 'She's so loose' o una divertida 'We're not supposed to', donde se ríen de todo filtrando sus voces sonando en modo helio. 

Hacia la recta final la banda acabará rellenando la duración (algo que le ocurrió prácticamente a todos en los noventas) con un medio tiempo bastante corriente y simplón como 'Time', una jugada algo más psicodélica en 'Sofa (of my lethargy)' y la balada 'Time to go', dejando una lista que claramente luce algo desbalanceada, con una primera mitad incontestable y una segunda que va de más a menos. Detalles eso si para un álbum en general sólido y cuyo fuerte reside en la actitud jovial que derrocha. Un tremendo debut de altura para una banda injustamente sub valorada. 

¿Canciones? 'I'd like to know', 'Alright' y 'Strange ones'.

7,8/10
¡Muy bueno!

sábado, 23 de agosto de 2025

Fallujah: Xenotaph (2025)

"(Demasiado) fríamente calculado..."

Una década ha transcurrido ya desde aquel notable The fresh prevails (2014), disco con el que Fallujah se consagraron como una potente realidad dentro de la escena death progresiva. En adelante, sin embargo, algo comenzó a fallar. La vara quedó bastante arriba por lo que no era fácil el tener claro como continuar, a lo cual se le sumó una constante rotatoria de miembros al interior de la banda. Y si bien el posterior Dreamless (2016) estuvo bien como un álbum de continuidad, el siguiente Undyng light (2019) si que representó un claro bajón de calidad, además de marcar el debut y despedida de Antonio Palermo como vocalista (quien había reemplazado a Alex Hofmann en 2017). Caía de cajón por tanto que en el siguiente Empyrean (2022) la banda intentaría recuperar terreno "yendo a la segura" y bueno, había que ver si en este Xenotaph lograban definitivamente re encausar el camino, ya con el guitarrista Scott Carstairs como único miembro fundador y Kyle Schaefer estable a cargo de las voces.

El resultado de todas estas idas y vueltas se resume en estas ocho canciones que en cuarenta minutos desatan un sonido marcadísimo por los aspectos técnicos, con un trabajo en velocidad excepcional tanto de batería como guitarras, además de un trabajo vocal tremendamente versátil que juega constantemente con el contraste voz gutural/voz limpia. En dicho sentido este Xenotaph no decepcionará a quienes buscan un metal agresivo, ágil y de precisión quirúrgica, sin embargo, inevitablemente se volverá monótono para un auditor que busque en la música algo más que un constante desplante técnico. 

Sin ir demasiado lejos, en la partida del álbum cuesta identificar cuando termina 'In stars we drown' y comienza 'Kaleidoscopic waves', dos que en realidad parecen ser una sola pieza de siete minutos entre parones constantes y aceleraciones. Esta tendencia a será regla a lo largo de todo el disco, momentos marcadamente técnicos que contrastan con bajadas bruscas que entregan algún respiro, además de algún momento marcadamente melódico. Destacará ahí en la lista lo que hacen en 'Labyrinth of stone' cargándose a un death más clásico y regalando por primera vez un coro reconocible, sin embargo, en los más de seis minutos de 'Step through the portal and breathe' evidencian donde falla la fórmula: suben, bajan, aceleran y se detienen constantemente pero todo suena tan mecánico, tan fríamente calculado, que jamás te emocionas, nunca conectas. No hay acá un trabajo con la intensidad ni explosiones que conmuevan, nada, todo es lucimiento técnico y estructuras en donde siempre está pasando lo mismo, ya sea en el minuto inicial o el final de la canción. 

De hecho, hay que avanzar bastante en el álbum y llegar a la recta final para encontrar los primeros momentos emocionalmente atractivos en este, los cuales llegan curiosamente en el tema más breve de todos, 'A parasit dream' (exquisito su cierre instrumental entre murallones de guitarras), así como en el cierre mismo con 'Xenotaph' (la canción) también encontramos un pasaje que funciona. Todo lo demás en el álbum está muy bien desde la ejecución, con un sonido efectivamente avasallador pero que lamentablemente se queda atrapado únicamente ahí. 

¿Canciones? 'A parasit dream' y 'Xenotaph'. 

6,9/10
(Muy) bueno.


martes, 19 de agosto de 2025

Messa: The Spin (2025)

 "Acercan el sonido sin sacrificar identidad..."

Una de las buenas sorpresas del año ha sido este, el cuarto álbum de Messa. Los italianos llevan ya una década rodando, sin embargo, para esta ocasión han decidido dar un giro y acercar en cierto modo su sonido al auditor. A diferencia por tanto de sus primeros tres discos (que eran muros infranqueables), en este The spin la banda ha soltado un tanto el espeso doom y esas atmósferas tétricas e inmersivas para abrazar canciones (bastante) más directas, dinámicas y con énfasis melódicos, sin que esto implique una pérdida de identidad, lo cual es meritorio. Siguen combinando por tanto la emocionalidad con el peso (de la mano de una producción sucia y cruda), solo que esta vez han buscado construir canciones un tanto más amigables. 

La misma duración declara intensiones: siete canciones y cuarenta minutos, es decir, esta vez el asunto va bastante más al grano. Sin ir muy lejos, el tridente que abre habla de aquello. 'Void meridian' es uno de esos temas que va ganando fuerza y emoción mientras avanza, en un inicio con la característica voz de Sara Bianchin al desnudo para a los dos minutos meter a la banda en pleno y acabar generando explosiones (solo de guitarra incluido) treinta segundos después. En otra arista del sonido, 'At races' abrirá en velocidad para trabajar una estructura aparentemente simple pero que en su nudo sabrán de gran forma llevar hacia otro lado mientras que 'Fire on the roof' es el single claro del álbum, la más adictiva de todas gracias al genial juego que realizan con el sube/baja de intensidad. 

La ruta es por tanto más expedita esta vez, las canciones no se alargan por minutos y minutos desarrollando una atmósfera si no más bien apuntan a un alcance más breve. No sacrificarán eso si su contundencia y ahí es donde radica el principal mérito del disco. En esa línea 'Inmolation' + 'The dress' armarán otra pasada que funciona en esa lógica inmersiva ascendente, yendo de menos a más, la primera eso si en un tono derechamente de balada mientras que la segunda apuesta a ser el gran tema del disco, paseándose por distintos estilos siendo el primer tema que se extiende por sobre los ocho minutos de duración (lo que hacen en el nudo, metiendo ese saxofón y arreglos bluseros por parte del siempre notable Alberto Piccoloque decir, una maravilla). Finalmente 'Reveal' retomará la velocidad con una estructura marcada por su sonido duro y golpeado, siendo el tema más "metal" en todo el disco, mientras que en 'Thicker blood' se darán el gusto de cerrar en extenso mostrando todo lo que son (incluso metiendo unos desaforados guturales en los segundos finales), siendo el único tema además que conecta con claridad con los inicios doom de la banda. 

Haciendo honor a su título, The spin efectivamente es un disco que se percibe en forma circular. El álbum es regular, no tiene canción que baje de la excelencia, todas funcionan y transmiten a la perfección hacia donde ha querido ir la banda. En apariencia el trabajo podría entenderse como una simplificación de las fórmulas para Messa, sin embargo, no es así pues la complejidad, el peso y la oscuridad siguen ahí, esta vez entregando énfasis a ciertos aspectos melódicos pero no por esto carentes de identidad. Es otro de los grandes discos que habremos oído este 2025 y una propuesta que definitivamente merece mayor atención. 

¿Canciones? 'Void meridian', 'Fire on the roof' y 'The dress'.

8,5 / 10
¡Excelente!

domingo, 17 de agosto de 2025

Katatonia : Nightmares As Extensions Of The Waking State (2025)

 "Idea fallida..."

Que la carrera de Katatonia viene a tumbos desde un buen tiempo a la fecha no es secreto. Se dice y no pasa nada. También el que comienzan a quedar cada vez más lejos sus mejores años creativos (estamos a veinte años casi de The great cold distance de 2006). Sin embargo, un disco como Sky void of stars (2023) no estuvo nada mal, conjugando momentos dinámicos y luminosos con otros más profundos y reflexivos, enmarcados todos estos en un sonido elegante y pleno en cuanto a identidad. Tras este vino eso si la partida de Anders Nyström (guitarrista y miembro fundador de la banda), lo cual acabó por confirmar a Jonas Renkse como absoluto director de orquesta en Katatonia, quien acá ha compuesto y ejercido de productor al mando de cuatro integrantes que básicamente se encuentran a sus órdenes. Como consecuencia de lo anterior es que este Nightmares as extensions of the waking state luce efectivamente como un álbum sin contrapesos, un disco tremendamente espeso, oscuro pero que inevitablemente se vuelve algo monótono en su andar a causa de su falta de gancho.

Dicho lo anterior, sería fácil venir y ponerse a escribir barbaridades respecto a este trabajo: que es aburrido, que no luce inspirado, que es un desastre y un largo etcétera, obviando con ello el que acá efectivamente hay una intención premeditada por parte del artista. El título, de hecho, anticipa: "Pesadillas como extensiones de un estado de vigilia". Estamos por tanto ante un trabajo que pretende internarse en terrenos sombríos, en aquellas noches en donde la cabeza no te permite dormir y sabes que de lograrlo, tus sueños tampoco te dejarán tranquilo. De ahí lo lúgubre de la propuesta de estas diez canciones que en casi cincuenta minutos insisten en tocar la misma tecla, abriendo con una sólida 'Thrice', que centra su poderío entre guitarras y teclados (exquisito lo que hacen pasado los dos minutos) pero claro, desde ahí dejándosela difícil al auditor al ligar una serie de piezas complicadas de seguir debido a la falta de chispa que poseen. 

Sin ir muy lejos, toda la pasada entre 'The liquid eye' y 'Warden' (que son seis canciones, bastante...) peca donde mismo, en la falta de momentos emocionales o intensos (y de metal ni hablemos, que eso ya es materia olvidada al parecer para Renkse). Los temas no están mal ejecutados (son todos estos grandes músicos, no hay dudas ahí) y suenan bien, sin embargo ni Jonas Renkse logra vocalmente elevarlos (va cada vez más cortito de voz, los años hacen lo suyo) ni las estructuras despegan por lo que nos dejan una lista que tiende a la monotonía, donde más allá de algún pasaje que regala una canción como 'Temporal', todo luce bastante plano y predecible. 

La producción tampoco ayuda y eso se aprecia con claridad en la recta final, cuando suena 'The light which I bleed', la mejor de todas con unas atmósferas dramáticas que por segundos recuerdan a sus compatriotas Opeth pero que lamentablemente se oyen totalmente opacadas por una mezcla de sonido que en lugar de elevar el tema, lo aplasta y oculta. Por si esto fuese poco, la falta de creatividad acá se hace tan evidente que la canción cierra en un penoso fade out. Con todo, es una buena canción que agradecemos, así como el cierre a cargo de la electrónica 'Efter solen' seguida de las sólidas guitarras de 'In the event of', finalizando un disco que curiosamente encuentra sus mejores momentos cuando ya casi acaba.

Lo último de Katatonia no es un desastre pero si una idea fallida. Un trabajo que ha optado por mantenerse intencionalmente abajo pero en su camino no logra emocionarnos como debería. De todas formas hay una que otra canción sobresaliente (en el comienzo y cierre del disco) que permite que el viaje al menos en ciertos momentos muestre que algo de la leyenda aún permanece con vida. 

¿Canciones? 'Thrice', 'The light which I bleed' y 'Efter out'.

6/10
Bueno, cumple...


Otras reseñas de Katatonia:

viernes, 15 de agosto de 2025

Turnstile: Never Enough (2025)

"Van por más... y triunfan" 

Tras cuatro años de silencio regresa una de las bandas más interesantes del rock actual. Aunque el mundo no se entere. Los de Branden Yates venían de un sólido Glow on (2021), un álbum en donde consolidaron su curioso sonido, una especie de hardcore etéreo con guitarras que oscilan entre The police y cosas más crudas, digamos, todo un bicho raro. Esta vez, sin embargo, han querido ir por más ampliando el abanico y entregando un disco que sostiene el rock de su antecesor pero eleva las cotas creativas sonando aún más diversos y frescos durante cuarenta y cinco minutos que no tienen desperdicio. 

Para muestra la partida con 'Never enough' (la canción), donde han querido alejarse de la velocidad para ir por algo más onírico en donde las atmósferas juegan un rol relevante (no por nada la cierran con más de un minuto de calma). El tema es impecable, una oda al rock alternativo noventero que en otros tiempos seguro habría sido un hitazo. Más adelante el disco entregará otros temas que funcionan en una línea similar, como 'Light design' o el cierre del disco a cargo de 'Magic man', mientras que el rock más desatado aparecerá en 'Sole', 'Dreaming' (con la curiosidad de esa emulación de trompetas), 'Dull' o 'Birds', que son hardcore directo, veloz y agresivo pero con una producción que pretende intencionalmente restarles crudeza (¡aunque la tienen!), esto sumado a una voz de Brendan empapada en reverb (ojo que el vocalista ha producido el disco, de ahí seguramente el énfasis marcado en este elemento), lo cual genera un "efecto eco" constante bastante singular que seguro a más de algún purista espantara. 

Mención aparte merece 'Sunshower', otra que tras un par de minutos acelerados y punkoides no teme romper su estructura para entregar un extenso momento de calma, similar a lo que ocurre en 'Look out for me' (en esta incluso metiendo un cierre electrónico). Son todos estos pasajes en donde Turnstile juegan y experimentan con su sonido, llevando las canciones incluso a los seis minutos de duración, distanciándose con esto de cualquier disco anterior de la banda. 

Finalmente, en una arista más melódica del disco aparecerán cosas como 'I care' o 'Seein' stars', que son The police con descaro en las guitarras e incluso vocalizaciones (es cerrar los ojos e imaginar al gran Sting). De hecho, para quienes somos latinos 'Seein' stars' seguro nos sonará muchísimo a Soda stereo. Es que bueno, no es secreto que Soda stereo (en su fase ochentera) ERA The police. Ahora, que no se entienda lo que escribo como un crítica negativa pues acá Turnstile saben trabajar bien la influencia y llevarla a su terreno, entregándonos una veta mucho más pop, veraniega, alegre y amena que vaya que viene bien al conjunto. 

Como problema a mencionar está el usual: el exceso de canciones. Llegando a los diez u once temas el disco ya ha logrado su propósito por lo que hacia la recta final comienza a redundar en cosas como 'Sloowdive' o 'Time is happening', que no están mal pero lo dicho, que ya solo dan vueltas sin aportar nada nuevo. De todas maneras, Never enough muestra a una banda con las cosas demasiado claras confirmando una carrera ascendente que acá ha encontrado su mejor momento. Turnstile se consolidan como la esperanza para un rock actual absolutamente impopular y de nicho pero que aún entrega sabrosos coletazos como este.

¿Canciones? 'Never enough', 'I care' y 'Dreaming'.

8,2 / 10
Excelente.

martes, 12 de agosto de 2025

Yungblud : Idols (2025)

 "Crecimiento que ilusiona..."

Tras la soberbia aparición de Yungblud en el reciente Back to the beginning, robándose la jornada con su espectacular interpretación de 'Changes' de Black Sabbath (algo similar a lo que ocurrió con George Michael haciendo 'Somebody to love' en el tributo a Freddie Mercury en 1992), fuimos muchos quienes nos interesamos en la carrera del vocalista yendo hacia su discografía para ver quien era este curioso personaje. ¿Y con qué nos encontramos? Con este notable cuarto álbum que marca una distancia enorme respecto a cualquiera de los antecesores del inglés. Y es que si bien los primeros tres discos de Yungblud se encontraron marcados por el rapeo constante sumado a una movida pop bastante genérica, este Idols da muestras de un crecimiento importante tanto en materia creativa como interpretativa. "Es el disco que siempre quise componer" - ha dicho en entrevistas. Y bueno, a juzgar por lo resultados... le creemos y aplaudimos.

Sin ir demasiado lejos basta darle play al álbum para constatar lo dicho. Suenan los monumentales nueve minutos de de 'Hello heaven, hello', una verdadera montaña rusa que enlaza tres canciones en una, jugando a placer con la intensidad y la estructura para dar muestras de que esto pretende situarse varios escalones por sobre cualquier cosa que el vocalista haya realizado antes. El tema además le acerca a las cuerdas y principalmente al rock, algo que se había insinuado en su álbum homónimo de 2022 pero que acá definitivamente toma forma, abriendo desde ya un abanico sonoro (y de influencias) del que el resto del disco se hará cargo.

Y en efecto, en adelante el trabajo se irá por un tubo moviéndose en varios frentes, abrazando el medio tiempo acústico en 'Idols Pt.I', un pop etéreo que rememora a los noventas en 'Lovesick lullaby' o 'The greatest parade' (con perfume a Placebo en su sonido) así como yendo a la balada dramática tanto en 'Zombie' como 'Change' (vaya trabajo de intensidad en el cierre de esta). Todas estas funcionan y arman una Cara A que no baja jamás del notable, principalmente gracias a una cuidada producción, interpretaciones impecables por parte de un vocalista que encuentra el punto preciso para su voz (que se oye siempre al límite, casi quebrándose pero transmitiendo de gran forma) y estructuras que jamás se olvidan de la importancia de las melodías en puentes + coros. 

Mucho más luminosa respecto a como venía el disco suena luego la pasada por 'Monday murder' (con unas guitarras ochenteras muy The cure) + 'Ghost', esta última anotándose también como otra de las piezas más interesantes del disco durante sus seis minutos con una recta final que escapa de lo obvio entre vientos. 'Fire' y 'War' retomarán el rock (aunque siempre en una versión marcadamente emo, sobre todo la segunda) para finalmente cerrar al piano en 'Idols Pt.II' + 'Supermoon', quizás el único momento en todo el trabajo que suena algo sobre cargado y exagerado en términos emocionales. 

No empaña esto último de todas formas a un disco sólido en términos individuales y cohesionado como conjunto, un álbum que se esfuerza por no responder a estándares actuales, sonando incluso a otra época. Idols no solo es por paliza el mejor disco de Yungblud hasta ahora si no además uno de los mejores que habremos oído en este 2025. Y atención, que se supone tendrá una segunda parte...

¿Canciones? 'Hello heaven, hello', 'The greatest parade' y 'Ghost'

8,5 / 10
¡Excelente!