viernes, 8 de agosto de 2025

Peter Murphy: Silver Shade (2025)

 "Sello de identidad..."

Llama la atención que tras un álbum tan sólido, inspirado y exquisito en cuanto a melodías como Lion (2014), el inglés e histórico Peter Murphy se haya tomado tanto tiempo para un sucesor. También es cierto que vivimos tiempos bastante ingratos con aquellos artistas que se esfuerzan en propuestas de peso y seguro aquello desanima a cualquiera. Como sea, once años han pasado, el hombre se ha hecho esperar pero al fin le tenemos de regreso mediante un álbum que vuelve a dar muestras de una prestancia que no sabe de edad, un Silver shade que continúa mostrando al vocalista en plena forma creativa y vocal, un trabajo que equilibra los afanes melódicos de su autor (quien jamás olvida el interés por entregar canciones por sobre todo contagiosas y recordables) con esas clásicas inclinaciones hacia la electrónica, el glam y el rock gótico. 

Ahora, si bien en el recuerdo aún tenemos aquel desate arrollador que el vocalista entregó en Lion (expresándose muchas veces incluso a gritos), la sensación que deja este Silver shade es la de ser un disco que ha ido en busca de momentos más pulcros y cuidados. Dicho en simple: Murphy canta acá bastante mejor que en su antecesor, luce más contenido aunque por lo mismo ha sacrificado el salvajismo en busca de un sonido más cuidado. Y si bien el trabajo abre apuntando a dinámicas intensas y aceleradas marcadas por el beat y percusiones mediante algo como 'Swoon' seguida de 'Hot roy', la primera donde aparecen las guitarras, y 'Sherpa', donde el vocalista se muestra impecable vocalizando en esos coros, rápidamente el asunto hará el giro hacia momentos emocionalmente más dramáticos. Ocurre en la impecable 'Silver shade' (la más pop en todo el álbum), la electrónica 'The artroom wonder' o en la vampirezca pasada por 'The meaning of life' + 'Xavier new boy', todos momentos donde Peter Murphy se siente danzando sobre terrenos que se le siguen dando perfecto. Ahora, si bien es cierto que en algunos pasajes el tono se exagera rozando la caricatura así como también hay canciones que dan alguna vuelta de más ('Swoon' y 'The meaning of life' son dos que se alargan demasiado), la Cara A del álbum prácticamente no muestra ripio y por si sola vale por completo este regreso.

Entrando en la recta final una juguetona 'Cochita is lame' se entrelazará con las guitarras y teclados de 'Soothsayer' (la más rockera en todo el disco), sin embargo, lejos de comenzar rellenar con cualquier cosa habrá espacio acá para la experimentación en los curiosos aires orientales de 'Time waits' mientras que tanto 'The sailmaker's charm' como 'Let the flowers grow' (en compañía de Boy George) volverán a exponer la faceta más sentida de Murphy. 

Puede que este Silver shade se extienda demasiado y exagere la nota en varios momentos, también el que no logre las cotas de desgarro y emoción que si alcanzó Lion una década atrás, sin embargo, aquello se compensa con el placer de poder oír un disco "de autor", un álbum que cuenta con un sello de identidad plenamente reconocible. Aquello en estos tiempos no se encuentra en cualquier lado...

¿Canciones? 'Silver shade', The artroom wonder' y 'The meaning of life'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Peter Murphy:

miércoles, 6 de agosto de 2025

Garbage : Let All That We Imagine Be The Light (2025)

 "Grandes ideas sin explotar..."

Como un verdadero bastión entre aquellas bandas noventeras que aún se mantienen en activo, mencionaba unos años atrás en mi reseña para No gods no masters (2021) el que Garbage habían sido capaces de renovar inspiración mediante un trabajo sólido en términos musicales e interesante en cuanto a temáticas. Fue su mejor álbum en veinte años pero había que ver si lograban sostener para un siguiente. En dicho sentido, este reciente Let all that we imagine be the light vuelve a entregar dosis de aquel sonido consistente y maduro que la banda viene desarrollando con fuerza desde Strange little birds (2016) pero con un detalle: sin encontrar canciones particularmente llamativas o coreables en estadios (no hay un 'Empty' acá, ni siquiera un 'The man that rule the world'). ¿Es esto necesariamente un defecto? Claro que no, pero si deja al álbum en ese terreno complicado del disco "para fans". 

Yendo a lo concreto, nos entregan en esta ocasión diez canciones de producción impecable, las cuales oscilan entre momentos exquisitamente electrónicos (ahí tienes la notable partida a cargo de 'There's no future in optimism' o la excelente 'Sisyphus'), pasajes bastante más densos cercanos al rock en donde el bajo + teclados se encargan de generar la atmósfera ('Hold', 'Have we met', 'Get out my face AKA Bad kitty' o 'R U happy now') y otros que son oscuridad pura ('Radical' + 'Love to give'), armando entre todas un cóctel que en general se mueve sobre terrenos bastante lúgubres (muy por el contrario de lo que reza el título) y donde el mérito se centra en el sonido más que en las estructuras o melodías. De hecho, habrán momentos que transmiten la sensación de que la banda no ha logrado encontrarle el punto a ciertas canciones. Ocurre en 'Chinese fire horse', por ejemplo, quizás el tema más potente en todo el disco en cuanto a actitud gracias a una Shirley Manson que escupe su desprecio hacia quienes piden su retiro a causa del paso del tiempo ("Si, puede esté más vieja / Pero aún tengo el poder en mi cerebro, en mi cuerpo..."), sin embargo, el tema se pierde en la reiteración constante de ese "Wait a minute, wait a minute, wait a minute, wait a fuckin' minute...", así como el cierre a cargo de 'The day that I met god' ha quedado realmente frío sin lograr transmitir la emoción que debería. 

Siendo claros, el disco no está mal pero si pareciese cargar con un puñado de grandes ideas que no han podido explotar del todo. Varias canciones dan vueltas sobre la "estrofa + coro" y mueren ahí sin encontrar alguna alza de intensidad que impacte de alguna forma. 

¿Canciones? 'There's no future in optimism' y 'Sisyphus'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

domingo, 3 de agosto de 2025

Pulp: More (2025)

 "Elegancia que no entiende de tiempos..."

La vida tiene esas cosas curiosas. La historia contará que tras varios intentos, finalmente Pulp alcanzarían el éxito masivo y el reconocimiento de la crítica en su cuarto álbum Different class (1995). Tras el cual comenzarían a desmoronarse. Tres años más tarde llegaría el aún más atrevido This is hardcore (1998), disco que hoy es mirado con cierto culto pero que en ese entonces representó un total fracaso comercial para la banda. Nadie entendió la movida depresiva/pesimista de Jarvis Cocker por lo que singles como 'Help the aged' o la mismísima 'This is hardcore' murieron en medio del desprecio masivo, marcando junto con ello el definitivo fin del brit pop. La fiesta había terminado, solo quedaba el desastre de la mañana siguiente. Y bueno, a Pulp no les quedó otra que en la siguiente jugada desprenderse por completo de la fama y expectativas (a Suede les ocurrió también algo similar) mediante un álbum de corte experimental como We love life (2001), el canto del cisne para una banda disfrutó la fama durante quince minutos para luego rápidamente derrumbarse. Veinticuatro años (joder...) han pasado desde entonces, ¿tiempo suficiente como para superar el trauma? Puede ser, pues acá les tenemos de regreso (con nueva música, que giras de grandes éxitos venían realizando desde hace un buen tiempo) mediante un álbum que efectivamente les recupera en buena forma y en cierto modo ayuda a que les disculpemos por haberlo dejado todo de manera tan abrupta, un disco que juega a dos bandas equilibrando la faceta más popera y alegre de la banda con otra un tanto más oscura e íntima, todo por supuesto empapado de una elegancia que no entiende de tiempos, casi como si Different class y This is hardcore conviviesen en un mismo álbum.

Para muestra de lo dicho está la partida del conjunto con un tridente inicial que abre bastante arriba. 'Spike island' es un singlazo, contagiosa y adictiva a rabear se siente como el reencuentro perfecto con un Jarvis Cocker que no duda a la hora de disculparse ("Esta vez lo haré bien..." - promete). El nexo de esta con la melosa 'Tina' y el recuerdo de una bonita historia de amor en 'Grown up' es impecable, sin embargo, tras estas el álbum realizará un giro hacia lugares bastante más íntimos, primero mediante 'Slow jam', una joya que por si sola justifica el regreso de la banda (¡cómo suena ese bajo!) gracias a un trabajo melódico glorioso digno de los mejores momentos de This is hardcore, luego la balada en plan crooner 'Farmers market' para finalizar esta pasada mediante 'My sex', un verdadero himno a la androginia que junto al posterior subidón de 'Got to have love' marcan el mejor momento en todo el disco (en el nudo, como debe ser).

"Mi sexo no está aquí ni allá.
No es él ni ella. 
Es una experiencia extra corporal.
Mi sexo no tiene sentido... 

No tengo una agenda. Ni siquiera un género. 
Mi sexo es difícil de explicar. 
No puedes derretirlo bajo la lluvia..."

Con la partida ya ganada la banda se entrega en la recta final unicamente a cerrar esto de manera sobria mediante baladas como 'Background noise'que va ganando intensidad en medida que avanza, o 'Partial eclipse' (que se carga a los vientos). Quizás con estas dos el disco debió cerrar pero bueno, Pulp vienen de los noventas, son de otra época y no comprenden que en 2025 media hora es una eternidad. Vienen de tiempos, donde los discos eran de once u doce canciones y estos debían rondar la hora de duración. Por lo mismo insisten acá en meter dos baladas más, una al piano como 'The hymn of the north' (tremendamente sofisticada en su estructura y arreglos eso si) y un cierre entre sutiles cuerdas con 'A sunset'

Pero bueno, ¿Alguien podría culparlos por alargarse un poco más de lo debido tras casi veinte años de silencio? Nadie. Menos cuando se vuelve con tanta elegancia y nivel bajo el brazo. More es, valga la redundancia, efectivamente más de aquel sonido de Pulp que treinta años atrás nos maravilló. No reinventan nada, y da igual. Nos han entregado lo que no sabíamos que necesitábamos. Benditos sean por eso.

¿Canciones? 'Spike island', 'Slow jams' y 'My sex'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!

jueves, 31 de julio de 2025

30 Años De... Pulp: Different Class (1995)

 "Sexy, irreverente e histórico..."

Es probable que muchos no estén enterados que antes de alcanzar el éxito en 1994/5, Pulp llevaban intentándolo por más de una década. Sin ir muy lejos, su primer álbum data de 1983, desde ahí dejaron en el camino tres discos y fue recién en 1992 cuando un sello multinacional como Island Records se interesó en ellos. ¡Claro! Comenzaban los noventa, se veía venir el llamado brit pop junto a esa ola de jóvenes bandas británicas que acabaron por transformarse en todo un fenómeno en aquellos años, por lo que había aprovechar que el horno estaba caliente y exprimirlas a como diese lugar. Ahí, las principales portadas fueron acaparadas por Oasis + Blur, sin embargo, el gran álbum inglés de aquellos años fue este: Different class de Pulp, una maravilla atemporal rebosante en talento, clase, elegancia y estilo.

Parte importante de lo anterior guarda relación con la trayectoria que Pulp cargaba a cuestas para mediados de los noventas. A esas alturas Jarvis Cocker superaba los treinta años, la banda también, y aquella madurez si bien se había anticipado un año atrás mediante un disco como His n hers (1994), acabó por explotar definitivamente en este Different class, un álbum que habla de cosas muy serias en un tono divertido, por más contradictorio que esto se lea. Y ahí es donde reside principalmente el mérito de este disco, en la capacidad hablar de temas adultos, dígase: historias de cama y frustraciones de una clase media obrera inglesa que durante los años ochenta creció con una sensación instalada de marginalidad. Sin embargo, lo interesante del trabajo es que lejos de contarte la historia desde la rabia, Pulp hacen de su tragedia una virtud, invitándote a bailar mediante un álbum de intenso pop marcado por momentos tan sexys como irreverentes.

"Deformes, errores, inadaptados..." - abre expresando un carismático Jarvis Cocker en 'Mis-shapes', para luego seguir con un "No nos vemos como tú. No hacemos lo que tú haces. Pero vivimos por acá también...". Más claro imposible, no? El resentimiento social está presente, desborda cada línea, se huele y se oye, sin embargo, lo dicho: la banda empapa el mensaje con una melodía graciosa e intensa, generando así magia instantánea. Sin ir muy lejos, en una misma línea más adelante estas sensaciones se elevarán a la enésima potencia mediante el himno generacional (y prácticamente de todo el brit pop) 'Common people', relatando la historia de un tipo ordinario que le muestra la vida de calle a una ricachona, sazonando el diálogo con frases impregnadas de un fantástico humor negro.

"Tú nunca vivirás como gente común. 
Nunca fallarás como gente común. 
Nunca verás la vida deslizarse fuera de tu vista
Y bailar, beber, cagarla, 
porque no hay nada más que hacer..."

También dentro de una arista marcada por la dinámica pop aparecerá aquella joya de single que fue 'Disco 2000', donde Jarvis vuelve a enmarcarse como el gran contador de historias que es, hablándonos de la friendzone décadas antes de que el término existiese ("Decían que cuando creciésemos nos casaríamos y nunca nos separaríamos / Oh, nunca lo hicimos / Aunque a veces piense en ello...") mientras que en la exquisita 'Underwear' (una que perfectamente pudo ser un hitazo de haber sido promocionada como tal) abordará el fascinante relato de una infidelidad a punto de ser descubierta ("¿Cómo demonios llegaste a acá? / Semi desnudo en la pieza de alguien más..."), temática que por cierto ya se habrá tocado a comienzos del álbum mediante 'Pencil skirt' ("Sé que estás comprometida con él / Pero también que quieres algo con qué jugar..."), además de otros tantos temas que presentarán sutiles connotaciones eróticas tanto en la líricas como en el sonido, hablo de 'Live bed show' o 'I spy'

El cóctel se complementará de manera diversa, yendo a la balada en 'Something changed', encontrando un competente medio tiempo en 'Sorted for e's & wizz' y entregando el momento más experimental del disco en la extensa 'F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E'. Y si, que puede que el único defecto que podamos marcarle a un disco así de sólido sea el que no logra cerrar como es debido, con una 'Monday morning' normalita (aunque levanta bastante en su histérica recta final) y una aún más corriente 'Bar Italia'.  

Detalles, sin embargo, que no le restan demasiado a un trabajo inmenso. Con producción del mítico Chris Thomas (famoso por haber trabajado junto a The Beatles en el disco blanco y mezclar The dark side of the moon de Pink Floyd, entre tantos más), estamos frente a álbum inteligente, de conceptos y letras fascinantes fuera de un sonido sofisticado que supo marcar distancia respecto a cualquiera de sus pares. Desde aquí ciertamente Pulp, y junto a ellos toda la ola britpopera, solo podía comenzar a desmoronarse. 

¿Canciones? 'Common people', 'Disco 2000' y 'Underwear'.

9/10
Brillante.


Otras reseñas de Pulp:

lunes, 28 de julio de 2025

Marina : Princess Of Power (2025)

 "Constantes contrastes..."

Tras una impecable trilogía inicial marcada dos excelentes álbumes como Electra heart (2012) + Froot (2015), le costó en adelante a la galesa Marina Diamandis sostener las expectativas generadas. Y vaya que lo intentó todo. Se cambió el nombre (dejó de ser "Marina and the diamonds"), se tomó cuatro años para grabar un álbum bastante experimental como Love + Fear (2019) donde debatió su sonido entre personales baladas y un acercamiento a los ritmos latinos (grabando incluso un single con Luis Fonsi, ¡horror de decisión!), esto para luego recular y volver al pop dinámico un par de años más tarde mediante el correcto Ancent dreams in a modern land (2021), disco con el que la vocalista pareció en cierto modo pedir disculpas a sus seguidores tras tanta confusión y solicitarles algo más de tiempo para regresar en plena forma creativa. Y bueno, su sexto álbum parece ser el resultado de dicha procesión, un trabajo que efectivamente retoma el sonido donde había quedado diez años atrás con Froot, acercándola con fuerza al electro pop mientras en materia temática continúa dando muestras de quien es ella ahora, digamos, un personaje que derrocha divismo y confianza. Sin embargo, una cosa es la postura, las intenciones y otra muy distinta los resultados. Y ahí, todo sea dicho, Marina sigue sin recuperar la regularidad que alguna vez ostentó.

Me explico. El solo hecho de que el disco esté compuesto por trece canciones y llegue casi a los cincuenta minutos de duración algo anticipa: no busca solo salir del paso si no que apuesta por la contundencia. El problema es que esta aparece solo a momentos, en pasajes que efectivamente muestran la mejor versión de la vocalista, pero estos se complementan con otros que se conforman con rellenar el álbum, generando un constante contraste que perjudica el nivel general.

Yendo a la música, el álbum abre bastante bien con 'Princess of power' (la canción) que vuelve a situar a la vocalista hablando desde el empoderamiento y el haber "confundido el amor con control y manipulación", idea que enlaza perfecto con la juguetona 'Butterfly' con ese coro lleno de filtros que habla de desplegar alas y volar sobre la brisa, mientras que 'Cuntissimo' es ese single que Marina no lograba lanzar efectivamente desde 'Froot' o 'Bubblegum bitch', cargándose esta vez al tecno pop y mostrando a una vocalista rebosante en actitud. A las mencionadas se suman más adelante cosas como 'Metallic stallion', por lejos el tema más interesante musicalmente hablando en todo el álbum y el único además en donde la vocalista logra entregar una estructura que juega con las intensidades (emulando vientos incluso con los teclados), mientras que tanto en el pop de 'I love you' como en 'Final boss' recordará muchísimo los tiempos de Froot con ese bajo marcado en el sonido. 

Lamentablemente la otra mitad del disco (que no es poco) cargará con un importante problema: serán todas canciones demasiado sencillas. Y si bien tras 'Cuntissimo' algo como 'Rollercoaster' en su simpleza se deja oír y funciona evidentemente como puente para algo más sofisticado, 'Cupid's girl' encabezará una lista de canciones que se conforman con encontrar un coro y dado que estos no tienen nada memorable, mueren ahí. Ocurre en toda la pasada por 'Je ne sais quoi', 'Digital fantasy' + 'Everybody knows I'm sad', esta última siendo una que pedía a GRITOS algún arreglo algo más explosivo, sobre todo en su recta final, y también en baladas estilo 'Hello kitty' o 'Adult girl' que es poco lo que aportan desde lo musical.  

Princess of power está lejos de ser un desastre, medio disco cumple de sobra y eso hay que dárselo. Sin embargo, el conjunto avanza a tropiezos y por momentos vuelve a mostrar la arista más simplona y olvidable de una Marina que por alguna razón insiste en tratar de perseguir el mainstream siendo que no lo necesita. 

¿Canciones? 'Cuntissimo' , 'Metallic stallion' y 'Final boss'.

jueves, 24 de julio de 2025

Ha muerto Ozzy Osbourne.


Cada vez que perdemos a un gigante de la música la misma idea viene a mi cabeza: que quienes rondamos los cuarenta (por arriba y por abajo) seremos la generación que presenciará de manera consciente la extinción de los dinosaurios.

Mi padre tiene 71 años. Vivió la muerte de Lennon, Hendrix, Jim Morrison, Elvis o Freddie. Existía, sin embargo, en aquellos años plena convicción de que tras ellos vendrían otros, que habría un recambio. Y así efectivamente fue. Vinieron luego los Cobain, Layne Staley, Chris Cornell, Vedder, Thom Yorke y tantos más. Ahora, sin embargo, no viene nada. Se están yendo uno a uno y cuando se haya ido el último simplemente no habrá más. Solo un doloroso silencio.

Ha muerto Ozzy. He pensado mucho estos días en aquel 1995 cuando con apenas catorce años le conocí gracias a Ozzmosis, aquel disco metió singles en la radio como 'Perry Mason' o 'See you on the other side' y aquello me permitió valorarle. Con los años fui yendo hacia atrás en su historia, supe de sus años ochenta y de lo inmenso que fue Black Sabbath. Entendí que fueron ellos quienes le metieron peso al rock transformando con ello el futuro. Que no habría metal como lo conocemos sin Ozzy + Black Sabbath.

Ozzmosis cumple treinta años de vida en este 2025, corresponde una reseña de aniversario pero no quiero forzar el homenaje. Llegará espero en septiembre u octubre como lo tenía planeado. Por ahora seguiré girando en círculos, tratando de imaginar este mundo en donde Ozzy Osbourne comenzará a ser solo un gigante recuerdo. Otro extinto dinosaurio. 

martes, 22 de julio de 2025

Bon Iver: Sable, Fable (2025)

 "Renacer y florecer..."

Era de esperar, pero a Justin Vernon le terminó pesando el haber alcanzado una cima creativa recién en su segundo disco (el homónimo de 2011). Inevitablemente desde entonces tuvo que comenzar a desmarcarse de su propio sonido, del folk, las baladas y marcada melancolía, soltar a Justin para enfocarse en un Bon Iver muchísimo más experimental y atrevido, expresado esto en dos discos como 22, a million (2016) y I,I (2022). Cual de los dos más extraño. En dicho sentido este más reciente Sable, Fable funciona como la primera vez en más de una década en que el singular vocalista se ha permitido sonar a si mismo retomando su veta más emocional y sensible mediante un disco planteado en dos partes: una primera (de tan solo doce minutos de duración) que presenta tres canciones acústicas bastante oscuras para luego entregar una segunda parte mucho más luminosa y cargada al pop. El resultado funciona a dos frentes pues no suena a un mero auto plagio y también se enmarca como su mejor trabajo en más de una década. 

Pues lo dicho, que el álbum abre de manera curiosa con un pitido (¿electro cardiograma muerto?) de doce segundos que precederá a tres baladas acústicas que dan muestras del Bon Iver más sensible y melancólico, uno que evidentemente requiere un grado de inmersión por parte del auditor pues estas canciones alcanzan otra dimensión cuando seguimos de cerca las crisis existenciales que expresan. En 'Things behind things behind things', por ejemplo, declarará los conflictos ("Tengo miedo de los cambios / Del momento de revisar y re organizar todo...") para luego en 'Speyside' definitivamente desatarlos ("¿Qué está mal conmigo? / Realmente he estado sobre una ola de mucha violencia / Pero quizás aún puedas hacer un hombre de mi / Con lo que queda de mi..."). Cerrará este primer ciclo del álbum, sin embargo, anticipando esperanza mediante una optimista 'Awards season', adelantando el giro temático y sonoro que el álbum abordará en su segunda parte.

"Oh, cómo todo puede cambiar en un período tan pequeño.
Puedes ser re hecho. Puedes vivir de nuevo.
Lo que era dolor ahora es ganancia
¿Y sabes qué es genial? Que nada permanece igual..."

Resulta interesante por tanto que el trabajo en lugar de establecerse como el clásico "disco 100% melancólico", durante su propio trámite sea capaz de mostrar una faceta completamente diferente, una especie de renacer y florecer que se manifiesta con claridad a partir de 'Short story' seguida de la bonita 'Everything is peaceful love', que junto a cosas como 'From' o 'If only I could wait' suenan como el Coldplay de estos últimos quince años en versión sofisticada. Junto con estas el álbum girará con fuerza hacia un pop claramente luminoso entre canciones plagadas de juegos vocales que coquetean con el góspel como 'Day one y 'I'll be there', para acabar cerrando el círculo nuevamente entre sonidos reflexivos tanto en 'There's a rhythmn' como en el instrumental 'Au revoir'

Todo sea dicho, a excepción de 'Everything is peaceful love' las canciones de Sable, fable no encuentran coros o ganchos particularmente adictivos si no más bien se centran en las atmósferas positivas que intentan contagiar, dejándonos un álbum interesante de oír y atractivo en su trámite. El álbum no alcanza las cotas emocionales de los dos primeros álbumes de Bon Iver (que inevitablemente serán punto de comparación para todo lo que haga en su carrera) pero si muestra a un artista bastante más claro en cuanto a intenciones. 

¿Canciones? 'Things behind things behind things', 'Everything is peaceful love' y 'From'. 

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Bon Iver:

sábado, 19 de julio de 2025

El Cuarteto De Nos: Puertas (2025)

 "Mejoran la oferta..."

Con una carrera plenamente consolidada dentro del circuito sudamericano los uruguayos del Cuarteto de Nos vienen desde hace un tiempo estirando la cuerda. Las fórmulas que tan buenos frutos rindieron para la banda en Raro (2006) se continuaron desarrollando durante años posteriores, alcanzando cierta cima creativa en Habla tu espejo (2014) para luego comenzar a tropezar con la irregularidad entre discos que desde hace un rato se han vuelto cada vez más simples en materia musical y escasos en términos de duración (digamos, un poco más que un EP: ocho canciones en media hora de duración). Dicho en simple: álbumes que casi suenan a una mera excusa para salir de gira. Y bueno, este Puertas no llega para ser excepción aunque nobleza obliga el mencionar que al menos mejoran la oferta respecto al mediocre Lámina once (2022)

Desde lo musical cabe destacar la partida a cargo de 'Puertas', con la (ya) clásica invitación a abrazar la incertidumbre por parte de un Roberto Musso que sabe encontrar buenas líneas en medio de una dinámica contagiosa ("Y sigo atravesando puertas buscando saber quien soy / A veces pura incertidumbre, a veces pura convicción..."), esto para desde en adelante entregar un disco que avanza básicamente a dos frentes (bastante disímiles entre si): un bloque "oscuro" y uno "contestatario light". En dicho sentido, ¿no habría resultado más interesante y coherente el haber publicado dos álbumes (cada uno con un concepto) en lugar de este híbrido? Pero bueno, tampoco le vamos a pedir peras al olmo. Que son el Cuarteto, un homenaje al queque marmolado.

El caso es que bajo el primer concepto aparecerán canciones que realizarán referencias a procesos internos difíciles de afrontar. Ocurre en la sólida 'Esplin' y su sólida mirada en torno a una melancolía emergente y recurrente ("A veces sanar es aprender a convivir con lo que nunca vamos a curar..."), lo mismo en 'El cuarto de Nico' aunque esta vez en tercera persona expresando un llamado a poner atención al silencio que tiende a rondar a la depresión ("Y todo el día escucha su música / Para evadir su propia acústica / ¡Escúchenlo! Aunque no esté gritando..."), seguida de 'El astrónomo que no podía ver el cielo', con la que se arma claramente el pasaje más triste del disco.

En otra arista tendremos canciones de dinámicas más juguetonas pero cuyas letras expresarán cierta rebeldía ante el poder, aunque claro, siempre hablando de manera genérica y digámoslo, ambigua. ¡No vaya a ser que nos quememos con alguna idea y perdamos seguidores! Ocurre en 'Ganaron los malos', por ejemplo, una oda al tirar la piedra y esconder la mano. Se habla de buenos y malos sin jamás quemarse con una idea concreta, de manera que ya sea un seguidor de Trump, Milei o algún miembro de la comunidad LGTBQ+, cualquiera se pueda sentir identificado con esto. Aún más divertida resulta 'El perro de Alcibíades' con su crítica al poder (¿o a los medios? ¿o ambos? Obviamente jamás queda claro) y su capacidad para desviar la atención mediante humo intrascendente ("Distraer con vulgaridades es el capítulo infaltable / En el manual de manipular...") mientras que en 'Cara de nada' efectivamente Roberto Musso se define explicitando su intención por esconder las cartas utilizando cáscaras + máscaras y que ni leyéndole sabremos que es lo que piensa. Y así efectivamente es Roberto, has triunfado: a tus sesenta y tres años no tenemos ni la más mínima idea... 

En fin. Más allá de los detalles, Puertas trae de regreso a la banda en buen pie tras un Lámina once bastante desabrido. Ninguna de estas ocho canciones destaca demasiado pero si cumplen de sobra en el contexto de lo que se espera de ellas: pop contagioso con uno que otro mensaje que juega a ser interesante. 

¿Canciones? 'Puertas', 'Esplín' y 'El cuarto de Nico'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...


Otras reseñas del Cuarteto de Nos:

miércoles, 16 de julio de 2025

Camila Moreno: La Primera Luz (2025)

 "Lugares comunes..."

Efectivamente hay casos en que una artista necesita tiempo para respirar, tomar aire y reencontrarse. Que no todas pueden ser una diosa incombustible (léase: Björk). En el caso de Camila Moreno no era nada fácil venir de dos álbumes tan fascinantes como Mala madre (2015) o Rey (2021), discos en donde la artista supo desatar su amplio abanico de influencias convenciendo en todos los frentes. Y bueno, ante el desafío la chilena ha decidido tomar el desvío, ganar algo de tiempo con un álbum correcto, sensible y que musicalmente tira por lo obvio.

Nos encontramos así ante un álbum breve (solo treinta y tres minutos), bastante regular y que salvo un par de excepciones (situadas ambas al comienzo del disco) apuesta por lo básico, con esa Camila que se expresa en versión dramática unicamente sobre sutiles cuerdas o un teclado. Nada nuevo por cierto, que en esa línea la hemos oído en el pasado. El caso es que si bien el trabajo abre insinuando cositas musicalmente ambiciosas, como en 'La primera luz' (con esos aires a Radiohead que inevitablemente le brotan a la vocalista) seguida de una cruda 'Madre nunca niña siempre', rápidamente el asunto girará hacia la intimidad y extrema simpleza, colocando al discurso siempre por sobre los arreglos. En ese andar habrán piezas que tienen lo suyo y funcionan, destacando algo como 'Fuga' (con unos primeros segundos que emulan la tristeza de un 'Everybody's gonna learn sometime' en versión Beck), la desnuda 'Vapor' o 'Medalla de oro' (una que pedía a gritos una explosión de mayor intensidad que lamentablemente no llega), mientras que otras oscilarán entre el auto plagio ('Irreversible' o 'Torre', por ejemplo, son bonitas pero también canciones que se las hemos oído varias veces antes) y baladas algo frías (el cierre a cargo de 'Habla' + 'Antorcha'). 

La primera luz efectivamente es un disco que intencionalmente suena a poquita cosa frente a sus antecesores, un álbum que quizás atrapa a Camila Moreno en un momento contemplativo ante su propia obra y donde ha debido tirar de lugares comunes, digamos, el piloto automático. El resultado está bien, funciona y regala uno que otro momento digno de atención. Tampoco es que pretendiese mucho más.

¿Canciones? 'La primera luz' y 'Medalla de oro'.

6/10
Bueno, cumple.


Otras reseñas de Camila Moreno:

viernes, 11 de julio de 2025

Javiera Mena: Inmersión (2025)

 "Vuelta a lo simple..."

Uno de los importantes méritos con los que contó un álbum como Nocturna (2022) fue esa capacidad para darle continuidad a la faceta popera/bailable/electrónica que la vocalista inauguró en Otra era (2014), aunque mostrando al mismo tiempo una faceta más elegante, madura y sensual. Ante dicho escenario, en lugar de repetir el plato con algo menor (como ocurrió en Espejo de 2018), Javiera Mena esta vez ha decidido buscar lo simple, entregar un conjunto algo más íntimo y minimalista que ciertamente la conecta con sus inicios. Inmersión por tanto es ante todo un disco simple que pone por delante las melodías y letras (amores y desamores, como siempre), dejando (salvo una que otra excepción) los artificios electrónicos de lado. 

Desde un comienzo por tanto notaremos por donde van los tiros, 'Palacio de hielo' abre con Javiera desnuda junto a una sutil guitarra para luego ir incorporando a la banda pero siempre de manera contenida, algo que volveremos a oír en la preciosa 'Na na na' (con unos toques orientales bastante envolventes) o en entrando en la recta final del disco mediante las acústicas 'Volver a llorar' o 'Mar de coral', esto a diferencia de cosas como 'Pez en el agua', 'Reina de la selva' o 'Esta ciudad', momentos en donde ciertos toques de sensualidad dicen presente ante dinámicas que invitan inevitablemente al baile, aunque claro, jamás con el desate de antaño. En el camino 'Claro de luna' apuntará al medio tiempo pop entre guitarras acústicas mientras que 'Absurda' contará con los arreglos más retro del trabajo (genial y divertido ese: "Y lloro, y mi gata me mira con cara de absurda...") , armando así un conjunto sencillo (son solo treinta y un minutos), de bajas ambiciones pero que centra su solidez en la contundencia melódica. 

Inmersión de Javiera Mena transmite la sensación de ser ese álbum que todo artista necesita para detenerse a respirar y ganar tiempo, una especie de punto seguido en su historia. No decepciona, sin embargo, y funciona desde el minimalismo debido a que las canciones están, las estrofas + coros logran darle realce a letras simples pero simpáticas. Lo más importante es que la vocalista parece haber encontrado un camino regular y de nivel. 

¿Canciones? 'Na na na', 'Reina de la selva', 'Esta ciudad'.

7/10
Muy bueno. 


Otras reseñas de Javiera Mena:

martes, 8 de julio de 2025

Bunbury: Cuentas Pendientes (2025)

 "Vuelta a la balada cebolla..."

Excluyendo aquella aventura furiosa (y brillante) que fue Radical sonora (1997), un disco que más bien respondió a las ansias de Enrique Bunbury por alejarse del sonido de Héroes del silencio, desde un comienzo la carrera del español estuvo ligada a su fascinación por la cultura y sonidos latinos. Sin ir muy lejos, tanto Pequeño (1999) como álbumes posteriores estuvieron marcados por aquella búsqueda, y bueno, este Cuentas pendientes retoma aquella senda, un disco que lo aleja del sonido eléctrico y experimental de Posible (2020), Curso de levitación intensivo (2020) e incluso Greta Garbo (2023), para una vez más internarse en la arista más dramática del sonido latinoamericano, algo que acá en Chile llamamos "la balada cebolla". De vuelta entonces al bolero, el pesimismo y sufrimiento, aquellas canciones que empapan con sangre sus líneas y que vuelven a mostrar al Bunbury más visceral.

Lo anterior se anticipa de buena forma en la sobria partida que entregan 'Para llegar hasta aquí' + 'Saliendo del arrabal' + 'Las chingadas ganas de llorar', diez minutos iniciales marcados por la sencillez del sonido y líneas directas, sin embargo, será a partir de 'Serpiente' cuando el álbum efectivamente mostrará las garras, desatando la convicción que prometía con ese puente/coro lleno de fuerza ("Quítate el bozal para masticar / Eres una serpiente, no sabe ir de frente y me clava el puñal por detrás..."). De hecho, desde acá el disco se irá por un tubo sin jamás bajar el nivel, aportando sensibilidad en la delicada pasada por 'Loco' + 'Cuentas pendientes' para definitivamente desatarse en 'Te puedes a todo acostumbrar', el momento cúspide del álbum y uno donde Bunbury nos saca a bailar armando una especie de 'Nunca es suficiente' (la de Natalia Lafourcade) en versión propia. 

Entrando en su recta final el disco ya ha ganado pero de todas formas confirmará sensaciones mediante una sólida 'La hiedra' (que me ha recordado en su coro a 'Es el amor quien llega', una vieja gloria de la mexicana Ana Gabriel) para entregar un cierre sentido y reflexivo mediante 'Como una sombra' + 'El baile de los disfraces y la tentación', marcadas ambas por un piano sutil + guitarras acústicas que proporcionan atmósferas propicias para que Bunbury vuelva a expandir su tono más teatral.  

Sacando cuentas y haciendo historia, no sería exagerado afirmar que a partir de 2020 Enrique Bunbury se encuentra viviendo un período sólido y estable dentro de su carrera en solitario, también aquel en donde con mayor claridad ha sabido expresar sus convicciones musicales, equilibrando esto con álbumes que oscilan entre el bueno y el notable. No es poco para un artista que lleva treinta años luchando contra su propia sombra...

¿Canciones? 'Serpiente', 'Te puedes a todo acostumbrar' y 'Como una sombra'.

martes, 1 de julio de 2025

30 Años De... Héroes Del Silencio: Avalancha (1995)

 "Fantástico canto del cisne..."

Claramente Senderos de traición (1990) marcó el antes/después para Héroes del silencio, un punto de no retorno para una agrupación que demasiado temprano comenzó a mostrar ripios internos insalvables. Con aquel disco llegó el éxito y el reconocimiento pero también la lucha de egos, el cansancio, el desgaste y las disputas en torno a las direcciones que debía la banda seguir. Sabido es que Juan Valdivia se mostraba algo más ortodoxo que Bunbury, el guitarrista deseaba que Héroes profundizase aristas más duras mientras que el vocalista se mostraba dispuesto a experimentar y precisamente salir de ahí (algo que ciertamente se corroboró tan solo un par de años más tarde en un disco como Radical sonora). En medio de toda esta disputa de estilos la leyenda cuenta que El espíritu del vino (1993) fue un trabajo en donde Bunbury se impuso, por lo que para el siguiente le tocaba a Valdivia, de ahí que para Avalancha dejasen de trabajar con Phil Manzanera y recurriesen al canadiense Bob Ezrin en producción, con quien se lanzaron en la búsqueda de los sonidos más densos y duros en toda la carrera de Héroes del silencio, aunque claro, esto siempre matizado por una serie de sensibles (y oscuras) baladas, generando así un equilibrio tan sólido como fascinante. 

Sin ir demasiado lejos basta darle play al álbum para corroborar lo que se te viene encima. Tras un breve instrumental que parece invitar a tomar aire suena la apabullante '¡Rueda, fortuna!', un rock and roll acelerado que muestra a la banda en su faceta más agresiva de la mano de un Bunbury críptico que reflexiona respecto a los destinos de la vida ("¿Cuántos billones de años formaron estos latidos en los que estamos? / ¿Cuál es el punto en que coinciden lo increíble y lo exacto...?") y un Juan Valdivia ciertamente furioso en guitarra. A esta le seguirá 'Deshacer el mundo', probablemente la mejor canción en toda la carrera de Héroes del silencio, así como se lee. Un medio tiempo agresivo dueño de una intensidad enorme que daba muestras de la madurez compositiva a la que había llegado la banda en ese entonces, lo mismo que 'Iberia sumergida' (escogida como primer single promocional del disco), un poco menos agresiva que sus antecesoras pero igual de efectiva gracias al notable trabajo en batería de Pedro Andreu

Uno de los puntos que juega muy a favor de este disco es la elección del orden de la lista, la cual coopera con el viaje que propone. Esto a propósito de la segunda fase que vive tras dicho desenfrenado comienzo. El álbum baja entonces las intensidades primero con el medio tiempo 'Avalancha', con Bunbury enviando mensajes en su cara al mismísimo Valdivia ("Aún nos quedan cosas por hacer / Si no das un paso, te estancas...") y luego con un baladón como 'En los brazos del la fiebre', un tema que muestra a la dupla en su máximo esplendor, cada cual funcionando a lo tope en lo suyo entre líneas tremendamente nostálgicas que nuevamente aplican para la separación de la banda. 

"El paraíso deviene en infierno, y luego se queja. 
Y sin que nadie se mueva, ¿Quién lo arregla...?" 

'En los brazos de la fiebre', por cierto, es una canción absolutamente hermanada con la que fue escogida como segundo single del álbum transformándose desde entonces en un verdadero clásico de la banda :'La chispa adecuada'. Son dos caras de una misma moneda, la primera en versión eléctrica mientras que la segunda se va al acústico de la mano de una exquisita sensibilidad. Lo interesante es que entre ambas el disco entregará temas de bastante peso, primero con la veloz 'Parasiempre' (muy en la línea de '¡Rueda, fortuna!' en la apertura del álbum) y luego con la sencillamente espectacular 'Días de borrasca', casi siete minutos en donde Juan Valdivia vuelve a entregarse a un hard rock inspiradísimo. De la interpretación vocal de Bunbury ni hablar, como dicen hoy los lolos: en su prime. 

Finalmente, el álbum está tan bien pensado que tras haber alcanzado su punto más alto en la pasada por 'La chispa adecuada' + 'Días de borrasca' plantea un "post orgasmo" que se dedica simplemente a sostener el buen momento, a estirarlo de manera placentera primer con los medios tiempos 'Morir todavía' + 'Opio'  (brillante en esta el coro con ese "...las cosas más triviales se vuelven fundamentales"), para luego finalizar el viaje mediante otra épica balada (y ya van...) como 'La espuma de venus'

Se cerraba así una experiencia fabulosa, poco más de cincuenta minutos sin segundo de desperdicio que representaron el fantástico canto del cisne para una banda que aún viviendo su peor momento en materia de convivencia supo encontrar fuerzas suficientes como para cerrar su carrera de manera gigante. En Avalancha encuentras todo lo que caracterizó la carrera de la Héroes del silencio: un sonido furioso y sensible a la vez, una banda a tope, la guitarra afiladísima de Valdivia, varias de las mejores interpretaciones vocales de Bunbury y un set de potentes líricas. Se terminaba aquí también el viaje de la banda, uno ciertamente breve pero tremendamente intenso. A veces menos es más, y bueno, este fue uno de aquellos casos. Benditos sean, de aquí a la eternidad...

domingo, 29 de junio de 2025

35 Años De... Héroes Del Silencio: Senderos De Traición (1990)

 "Torrente incontrolable..."

Atención, que esta semana me voy a dar un gustazo de aquellos. Comenzando el día de hoy...

Y es que dentro del universo de la música en habla hispana no debe haber mayor mito que el de Héroes del silencio (quizás Soda Stereo, quizás...) una banda de la que se sigue hablando a décadas de distancia, al punto de que no ha habido entrevista durante estos casi cuarenta años en la que Enrique Bunbury no haya recibido alguna pregunta de turno relacionada con el regreso de la formación española. El fenómeno no deja de llamar la atención considerando lo poco que duró la agrupación, fueron cuatro álbumes en tan solo ocho años pero bueno, así se construyen los mitos, ¿no? El de The Beatles, Nirvana, Guns n' roses... o Héroes. El nexo común es la existencia de carreras breves pero explosivas, altamente creativas y con finales tan abruptos como dramáticos, digamos, que derramaron sangre entre sus seguidores.

Respecto a Héroes del silencio, si bien la banda para 1990 ya había publicado un álbum debut un par de años atrás, el disco que definitivamente les consagró a nivel masivo fue este notable Senderos de traición, doce canciones que en cuarenta y cinco minutos fueron capaces de condensar absolutamente todos los elementos que sellaron a fuego la carrera de los españoles, dígase, un rock marcado por la guitarra afilada pero particularmente sensible de Juan Valdivia, enmarcado en la fuerza interpretativa (y sentidas letras) de un desaforado y siempre teatral Enrique Bunbury. 

Este mix se aprecia de inmediato en la partida del disco. Y es que... ¿Qué se puede decir a estas alturas de una canción como 'Entre dos tierras' ? Un verdadero hitazo noventero y clásico absoluto, dueño de una intensidad que se mantiene a tope durante sus seis minutos minutos de duración y que manifiesta una fuerza sencillamente espectacular, un torrente apasionado que por momentos luce incontrolable pero que la mano de Phil Manzanera (productor que acompañaría a la banda por un par de discos) supo encauzar por buen camino. Esta energía volverá a decir presente a lo largo del álbum en otros pasajes igual de notables como 'La carta', 'Hechizo' o 'Decadencia', temas tremendamente dinámicos que funcionan cada uno como un verdadero shot de adrenalina. 

Lo notable acá es que la banda supo matizar dichos desbordes de energía con pasadas igual de emocionales pero que quitaban el pie del acelerador, me refiero a sensibles medios tiempos como 'Maldito duende' (otro golazo eterno que se anotó este disco), 'Malas intensiones', 'Senda' o 'Despertar', así como una serie de baladas, destacando los coros que encuentran en 'Oración' o ya cerrando con 'Con nombre de guerra', quizás el único punto bajo (o que no se encuentra al nivel del resto) en todo el trabajo. 

En definitiva, si algo caracterizó la carrera de Héroes del silencio fue la apabullante fuerza que transmitían sus canciones (lo cual también se puede visualizar en el registro oficial en vivo que grabaron en Alemania por aquellos años), algo que Senderos de traición expuso con absoluta claridad . Ese tipo de disco que transmite una compacta idea sonora de comienzo a fin y funcionó como una excelente carta de presentación a nivel internacional para los españoles. Ciertamente repetir este nivelazo a futuro no era fácil, así como el lograr que personalidades tan avasalladoras como las de Valdivia y Bunbury pudiesen convivir por demasiado tiempo más. Solo quedaba disfrutarles por cuanto esto pudiese durar, aunque bueno, aún a la banda le quedarían un par de balas por lanzar... 

¿Canciones? 'Entre dos tierras', 'Maldito duente', 'La carta' y 'Hechizo'.

miércoles, 25 de junio de 2025

Miley Cyrus : Something Beautiful (2025)

"Atrevido y contundente..."

No cabe duda que un álbum como Plastic hearts (2020) marcó un antes y un después para Miley Cyrus, un disco potente y cohesionado con el que la artista encontró inspiración suficiente como para darle un nuevo impulso creativo a su carrera y de paso conectar con nuevas audiencias, más cercanas al mundo del rock y más lejos de Disney. En dicho sentido dado lo obvio de su sonido, Endless summer vacation (2023) representó un bajón. Quizás por esto es que este Something beautiful pese a sus fallos (que los tiene) acaba funcionando tan bien, porque transmite la sensación de ser efectivamente el disco de Miley que muchos queríamos oír tras Plastic hearts, un disco que sin abandonar su veta pop, mira hacia adelante y corre riesgos. 

El noveno álbum de la vocalista oscila por tanto entre momentos bastante experimentales, baladas o medios tiempo poperos que apuntan al mainstream y pasajes cargados con descaro al dance, armando un conjunto que claramente pretende ir más allá de lo obvio, que cuenta con una producción sofisticada y se esfuerza en entregar música de alto vuelo. Lo anterior se resume con claridad en dos canciones como 'Something beautiful' o 'Walk of fame', la primera abre el disco tras un relato hablado de Miley que se refiere al paso del tiempo y la imposibilidad de ser parte de aquello ("Tus ojos no pueden evitar que los paisajes que pasan sean devorados por la distancia infinita...") y entrega una dinámica algo blusera en las estrofas para saber explotar de manera sabrosa en unos coros bastante sucios, mientras que la segunda se entrega a la electrónica bailable en compañía de Brittany Howard, el punto es que cuando crees que el tema ya te ha dado todo lo que tenía y perfectamente podría cerrar con un cómodo fade out, resulta que mete una aceleración (a partir del minuto cuatro) y te alarga la secuencia llevando el tema a otra dimensión. Notable. 

Algo similar ocurre con la elegancia que transmite 'Every girl you've ever loved', con participación en líneas de la modelo Naomi Cambell y tributazo en su cierre al 'Vogue' de Madonna (esta vez repitiendo al cierre un "Pose! pose! pose!"), seguido de la atmosférica 'Reborn', donde sacrifica el pop directo para centrarse en las sensaciones que quiere transmitir mediante una dinámica hipnótica llena de detalles exquisitos. Todos estos son grandes momentos que se complementan con pasadas algo más tradicionales como el medio tiempo 'End of the world', una balada genérica al piano estilo 'More to lose' (que perfectamente podría estar en un álbum de Lady Gaga y no extrañaría, por lo mismo es de lo más bajo en todo el disco), los aires setenteros de 'Easy lover' (exquisito el bajo marcado en esta), los excelentes arreglos de 'Golden burning sun', así como el dulce cierre a cargo de 'Give me love'. 

Como toda obra que corre riesgos, Something beautiful cae en aciertos y errores. Se le puede criticar el orden de la lista, que va y viene como una montaña rusa cortando las atmósferas constantemente. Por mencionar algo: cuenta con un par de interludios a medio álbum que no se entiende que pintan ahí (en otro lugar habrían tenido más sentido, el 'Interlude 2' antes de la "sección dance" del disco, por ejemplo, pero no previo a una balada), o instala entre dos temas agresivos ('Walk of fame' y 'Every girl you've ever loved') una balada como 'Pretend you're god'. ¿Por qué? ¿Para qué? La sensación que queda es que tenían entre manos un puñado de medios tiempos potentes así como temas cargados al dance, y ante la opción de armas dos caras absolutamente opuestas dentro de un mismo disco, decidieron mejor intercalar lo que tenían. Y bueno, aquella decisión creativa tiene sus pro y contras. El disco suena efectivamente diverso pero se enciende y se detiene a cada rato. Dicho en simple: es un constante coitus interruptus.

Por lo mismo, se puede argumentar que el trabajo apunta a tantas direcciones que confunde o que no cuenta con un hit claro ('End of the world' es la única que pareciese pretender el ir por ahí), sin embargo, todo lo anterior ha sido sacrificado en favor de un conjunto atrevido y contundente desde lo individual, lleno de canciones que pretenden ir más allá de lo obvio, que alargan su duración debido a algo que quieren expresar sonoramente, lo cual dentro de un mundo del pop que por lo general tiende a la mediocridad y a la homogeneidad, que decir, es un manjar. 

Aún con sus problemas, Something beautiful es el mejor disco de Miley Cyrus a la fecha, uno que llega un par de años tarde pero lo importante es que ha llegado.

¿Canciones? 'Something beautiful' , 'Walk of fame' y 'Reborn'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!