Tras un par de álbumes plagados de sensibles arreglos e interpretaciones, tal parece que Justin Vernon (a.k.a Bon Iver) comprendió la necesidad de escapar de su zona de confort, por lo que para su tercer disco ha decidido dar un giro estético y musical, de hecho, basta mirar los complicados títulos de este 22, a million (o el arte del álbum, también lleno de simbolismos), para comprender que el vocalista ha pretendido marcar distancia con sus anteriores entregas, sensación que se expande en medida que se da play al trabajo, el cual se encuentra plagado de experimentos más una que otra melodía reconocible pero siempre empapada de una producción intencionalmente sobrecargada.
Las tres primeras hablan por si solas. '22 (over s∞∞n)' es una sencilla reflexión introductoria que en dos minutos conjuga curiosos arreglos, los cuales incluyen teclados, vientos y hasta un saxofón que por ahí aparece, todo cercado por un robótico "it might be over soon" que corta bruscamente los ambientes. Le siguen '10 d E A T h b R E a s T ⚄ ⚄' y '715 - CRΣΣKS', la primera cuenta con mucha dinámica (es claramente el single más potente del álbum) mientras que en la segunda percibimos al Bon Iver de antaño, solo que esta vez la intimidad se encuentra marcada por una vocalización que exagera el auto tune al límite de lo tolerable. De melodías nada, pero de que el experimento resulta interesante no cabe duda, lo mismo que en '33 God', que varía constantemente los tiempos encontrando los mejores pasajes del disco junto a '29 #Strafford APTS', una más tradicional donde por fin aparece una guitarra y vaya que se agradece.
En el nudo del álbum aparecen los momentos más densos de este y donde también cuesta seguirlo, ahí cosas como '666 ʇ' o '21 m ♢♢ n water' apuestan a colmar nuestra paciencia metiendo un montón de ruidos inconexos en diversos momentos, lo mismo con '____ 45 ____' , otro experimento dispuesto a romper con todo lo que habríamos esperado de un tercer disco de Bon Iver. Dentro de toda esta segunda parte, '8 (circle)' es con seguridad lo único que se acerca al formato de canción tradicional, donde el vocalista abandona el falsete e incluso de disfraza de Chris Martin a la hora de interpretar.
Ciertamente 22, a million es un álbum que incurre en una serie de intencionados excesos, los cuales seguramente espantarán a más de alguno e inevitablemente matan la magia que el artista venía trayendo desde hace unos años, sin embargo es evidente que el asunto ha tomado exactamente el cause que Bon Iver ha deseado, y aquello desde ya da muestras de una valentía no menor. Entendiendo el disco como un puente hacia otro lugar y no como una estación definitiva para el artista, este cumple a cabalidad con el objetivo de escapar del éxito, de lo tradicional y abrir puertas creativas.
6 / 10
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