"Irregular..."
El período de pandemia resultó particularmente fecundo para Enrique Bunbury, quien en 2020 publicó dos álbumes, un EP en 2021 y en este 2023 llega con otras diez canciones bajo el brazo dispuestas a expresar su momento, uno que coincide con un forzado alejamiento de los escenarios que el vocalista debió anunciar el año recién pasado a causa de problemas de salud. Greta Garbo es un trabajo por tanto que bebe de estos dos hechos, en lo lírico se encuentra centrado en la reflexión en torno a la partida y el que "todo pasa", mientras que en materia de arreglos apuesta por un sonido orgánico, minimalista y que escapa del uso de teclados + sintetizadores de sus antecesores inmediatos. En este camino, la austeridad que Bunbury propone en estos cuarenta minutos de música funcionan de manera irregular, de menos a más para ser más preciso. Y por cierto, tampoco ayuda la producción de Adan Jodorowsky, en exceso tímida y contenida.
Y es que cuando el vocalista apunta al rock en la partida del álbum con 'Nuestros mundos no obedecen a tus mapas' lo hace con una timidez que impacta, lo mismo en 'Invulnerables', con unas guitarras que no pueden estar más adormecidas. La sensación es que el español tiene algo que decir (las letras están muy bien, ahí no caben dudas) pero lo musical muestra una falta de hambre que lastra bastante el resultado. Lo mismo con el medio tiempo 'Alaska', totalmente inofensivo (e incluso aburrido). De esta forma, tras un tridente inicial olvidable el disco recién muestra su potencial pasado el primer tercio, cuando 'Desaparecer', pese a ser una balada de piano completamente de manual, funcione gracias a la interpretación de un resentido Bunbury que aborda la idea del abandono ("El día menos pensado tengo que aprender a desaparecer..."), algo que también logrará en 'Para ser inolvidable' o la excelente 'De vuelta a casa', nuevamente volando alto gracias al mensaje ("Vamos, adelante, no te olvides de mi / Aquí nada termina, es la lección que aprendí..."), en un sonido que evoca con claridad el 'Let me roll it' de Paul McCartney.
El mejor tramo del disco culminará con la rabiosa 'La tormenta perfecta', una que hubiésemos querido se extendiese algo más allá de sus escasos tres minutos, con Bunbury subiendo el registro línea a línea en el coro y regalando exclamaciones de hastío ("Este es un tiempo de mierda / Todo se está transformando / De mariposa a gusano / Atrapado en la enredadera..."). Finalmente, en la recta final se retomarán los medios tiempos, destacando unicamente el cierre a cargo de 'Corregir el mundo con una canción', quizás la más completa en todo el disco en materia de arreglos, entre percusiones y un saxofón encargados de construir una atmósfera envolvente que vaya que funciona.
Greta garbo tiene una idea clara y la desarrolla. También la transmite. Es coherente en ese sentido y al menos durante medio álbum convence. Sin embargo, cuenta con un problema de producción, la cual no ha sabido sacar provecho a todo lo que acá se presenta. El resultado es por tanto irregular, de altos y bajos, un disco de grandes letras y mensajes pero que musicalmente queda bastante al debe.
¿Canciones? Todo el nudo: 'Desaparecer', 'Para ser inolvidable', 'De vuelta a casa' y 'La tormenta perfecta'.
6,8 / 10
Cumple y algo más...
si no comparten para que sirven?
ResponderEliminar