"Descafeinado..."
Y si, que un tema como 'Rorschach' quizás estaba el camino, uno que destaca gracias a la dureza de sus explosivas guitarras (¿es lo más oscuro y rock que el Cuarteto ha entregado en su carrera? Probablemente), fuera de contar con una gran letra marca de la casa ("Hey, ¿Qué esperan de mi? / Si no veo lo que quieren, ¿qué quieren que les diga?"). El problema es que en el resto de Lámina once no encontramos nada ni siquiera remotamente cercano a este nivel. 'Flan' intenta ir también por ahí en la partida, con un coro que huele a auto plagio al amular el riff de 'Llegó papá' (del anterior, Jueves), pero rápidamente el álbum cambiará el tono para no recuperarlo más. Y si bien 'Maldito show' cumple en su tono simpático y crítica light, a partir de 'Frankenstein posmo' el asunto se entrampará entre medios tiempos, algunos melosos, otros eléctricos como 'Chivo expiatorio', algunos en acústico como 'Fiesta en lo del Dr. Hermes' (que ni siquiera repuntará con el subidón que entrega pasados los dos minutos) y otros en versión bailable como 'Cinturón gris', para cerrar finalmente (y de manera incomprensible) con la balada 'La ciudad sin alma', dejándonos un disco que nunca acaba de despegar, uno que muere demasiado pronto.
Desde Raro en adelante, Roberto Musso se las había ingeniado para estirar el chicle y de una u otra forma continuar sonando interesante. En ese sentido, Lámina once no es que sea un desastre pero si entrega una versión descafeinada de la banda, con un disco que más allá de un par de canciones parece ser solo una excusa para poder salir de gira y no mucho más.
¿Canciones? 'Rorschach' y sería...
No hay comentarios:
Publicar un comentario