"Tienen la fórmula, falta la temperatura..."
Es un disco agradable el que ofrecen, uno en donde el relato evidentemente es protagonista, como ocurre en la notable partida con 'There'd better be a mirrorball', con unos teclados que aportan dramatismo a la fantástica escena de post ruptura que el tema propone ("Se que te prometí no hacer esto / Ser de alguna forma el tonto romántico de antes..."). Respecto a esta, pese a que funciona, hay una evidente falta de climax, la canción pide algo más que no llega, asunto que tiende a repetirse a lo largo del disco, siendo el mejor pasaje aquel donde suenan 'Body paint' + 'The car', con unas guitarras punzantes que rompen el trámite (muy breves eso si, si nos daban un minuto más de intensidad nadie se quejaba) y logran elevarlo hacia el cierre de ambas (algo que no alcanzan a lograr en 'Big ideas', que se mueve por donde mismo pero con menores resultados). El resto, sin embargo, no escapa de medios tiempos orquestales que no están mal pero tampoco impactan, ejemplo claro es 'Mr. Schwartz'. Bonita, acústica, delicada pero no mucho más.
Se rescatan de todas formas las juguetonas 'I ain't quite where I think I am' o 'Hello you', así como el marcado soul de 'Jet skies on the moat' pero en cosas como 'Sculptures of anything goes' o ' Perfect sense' evidentemente intentan ir por atmósferas lúgubres pero se quedan ahí, en el intento, como quien tiene la fórmula pero aún no da con la temperatura adecuada.
Segunda intentona de Turner y compañía por ampliar el sonido de la banda, esta vez demostrando que el asunto va en serio, aunque aun no dejan la sensación de haber entregado algo realmente impresionante. ¿Será para la próxima? Veremos...
¿Canciones? 'There'd better be a mirrorball', 'Body paint', 'The car.
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