sábado, 20 de marzo de 2021

Harakiri For The Sky: Maere (2021)

"Repetitivo e irregular..."

Casi diez años atrás debutaba este dúo austriaco mediante su álbum homónimo (2012), en ese entonces dieron que hablar en base a un sonido que encontraba raíces claramente en el black metal pero que lejos de repetir las fórmulas nórdicas se caracterizaba por desarrollar piezas extensas con evidentes tintes emocionales/depresivos. Al debut le siguieron dos álbumes como Aokigahara (2014) y III:Trauma (2016) que si bien consolidaron la fórmula también la estiraron bastante, asunto que se percibió con aún más claridad en un disco como Arson (2018), que no fueron sino setenta minutos de "más de lo mismo". Este quinto álbum se enfrentaba por tanto al desafío de recuperar interés en el auditor, de mostrar algo más, o definitivamente acabar por agotar los recursos. ¿Y cómo les ha ido en la tarea? Pues analicemos...

En una primera instancia uno pensaría que la dupla también ha entendido el desafío pues en esta ocasión se tomaron un año más que lo habitual para realizar el lanzamiento, sin embargo, oyendo Maere no queda sino confirmar que más allá de las intenciones (si es que estuvieron) no han podido llegar. Dicho en simple: el quinto álbum de Harakiri for the sky repite los mismos errores que sus antecesores y continúa dejando la sensación de que para oír un gran álbum de la banda hay que simplemente volver al debut, que ahí esta todo y el resto no ha sido sino una insistencia sobre los mismos conceptos una y otra vez, y cada vez con menos creatividad. 

Nuevamente nos encontramos frente a un álbum innecesariamente largo (85 minutos son esta vez, incluso diez más que en Arson) que apunta al contraste entre la agresividad del sonido y elementos dramáticos. Ahí, las interpretaciones de Michael V. Wahntraum (JJ) continúan siendo un factor enorme pues el tipo realmente se deja la vida y garganta en cada canción, incluso llevando por momentos al límite sus actuales capacidades, mientras que en lo musical es Matthias Sollak (MS) quien continúa dando muestras de su enorme talento tras los múltiples instrumentos. ¿Y el problema entonces? La repetición y la irregularidad, la fórmula de estrofas agresivas que se suceden la encontramos en cualquier otro álbum de la banda y hay canciones que definitivamente no están a la altura.

El disco abre con mucha fuerza en 'I, pallbearer', donde JJ reflexiona sobre una buena dinámica respecto a la bipolaridad ("Así que soy ambos, llorando y riendo a la vez / Y aún intento descubrir como eso puede ser...") aunque no sin dejar de tomarse con humor el asunto ("Odio ser bipolar, es jodidamente increíble") pero rápidamente arquearemos la ceja en 'Sing for the damage we're done', con unas letras que no podrían ser más básicas (hay estrofas que llevan al ridículo la repetición de ideas), vocales que por momentos son gritos sin técnica alguna (lo del 6:35 llega a doler) y una estructura monótona donde únicamente la intervención de Neige (el hombre tras Alcest) a los cinco minutos de canción logra rescatarnos de lo predecible. No es una mala canción pero lo dicho, nada que no les encontremos en otro disco. 

Otra que ejemplifica lo que menciono es 'Us against december skies', que abre entre exquisitos murallones de guitarras puestos en servicio de la atmósfera pero llega a los seis minutos repitiendo y repitiendo estrofas, hace una pausa para lanzar otra más hasta llegar al punto en que nos preguntamos cuál es el punto (si es que hay alguno). Y así, se suceden canciones eternas ('I'm all about the dusk', diez minutos de total redundancia) que no muestran absolutamente nada que te invite a seguir y más bien parecen en su extensión pretender disimular la falta de ideas. Por que ojo, que las ejecuciones son impecables, pero el problema es de ideas. ¿A destacar alguna? Si, claro, que 'And oceans between us' con todos sus cambios es por paliza de lo más destacable del álbum.

Si te vas a spotify notarás que la canción más oída de la banda en dicha aplicación es 'Fire, walk with me', la apertura de Arson (2018), y le siguen las tres primeras de este álbum, es decir, interés por ellos hay, la gente ha ido a oír el disco ... pero lo dejan al tercer tema. Es que cansa. Por cierto, la otra que ha generado interés es 'Song to say goodbye', el cierre del disco y que corresponde a un tema original de Placebo (que por cierto, no se entiende que pinta acá ya que no responde en nada a lo que antes venía sonando), es decir, también muchos se han acercado al álbum en busca del frikerío de oír a los de Brian Molko en versión metal. Aquel fenómeno ya dice bastante del presente de Harakiri for the sky.

¿Canciones? 'I,pallbearer', y 'And oceans between us'.

5/10
Nada muy especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario