“Oportunidad medianamente aprovechada...”
“Las segundas partes nunca son buenas” - afirma el refrán. Y en ese sentido vaya que la tenía difícil Metallica ante el desafío de rendir homenaje a los veinte años de un recital que ha crecido enormemente con el paso de los años. Y es que mirado con el lente que entrega la distancia, aquel histórico S&M de 1999 fue un registro que en primer lugar cumplió con las expectativas musicales, principalmente gracias al enorme talento de un Michael Kamen que no se limitó replicar las canciones de Metallica en plan Apocalyptica (que era lo que muchos probablemente esperaban) sino que armó una obra aparte que incluso por si sola vale la pena disfrutar, pero también fue capaz de cerrar de manera gloriosa una segunda década para la banda abarcando de buena forma el extenso catálogo con que Metallica contaba hasta ese entonces. De este modo los 135 minutos de S&M metieron mano tanto a aquellos clásicos de la banda que todos suponían estarían (‘One’, ‘Enter sandman’, ‘Master of puppets’) como también a pequeñas joyas recuperadas tanto del pasado (‘The call of Ktulu’ , ‘The thing that should not be’) como del (entonces) presente (‘Devil’s dance’, ‘The outlaw torn’, ‘Bleeding me’) e incluso regalar un par de temas nuevos (‘No leaf clover’ y ‘Human’).
Pese a todo lo mencionado, el pasado 9 de octubre acudí al cine con las expectativas a tope y las ganas de disfrutar sin reparos esta nueva edición de un Metallica sinfónico, esta vez con Edwin Outwater en la dirección. Y así hice, lo disfruté, aunque cierto gusto a poco quedó impregnado en mi subconsciente, el cual debió debatir durante las horas posteriores a la presentación entre el ver el vaso medio lleno o medio vacío.
A destacar por supuesto la puesta en escena de una orquesta realmente fenomenal, repleta de músicos de primerísimo nivel, un sonido espectacular y un fiato en general impecable entre esta y Metallica. También el buen nivel que James Hetfield sigue mostrando como frontman y líder creativo de la banda, de hecho, por lejos los momentos más emocionantes de la jornada aparecieron con este interpretando una versión en solitario de ‘Unforgiven 3’ y luego con un integrante de la sinfónica de San Francisco homenajeando a Cliff Burton al revivir una impresionante versión de ‘(Anesthesia) Pulling teeth’. Lo mejor por tanto del recital podría resumirse así: la Sinfónica + James Hetfield.
El resto, sin estar mal por supuesto, olió fuertemente a oportunidad desaprovechada. La banda defendió algunos temas de su más reciente trabajo de 2016, ahí destacó la excelente ‘Halo on fire’ pero no se entendió demasiado que pintaban junto a la orquesta ‘Confusion’ o ‘Moth into flame’, mientras que una versión acústica de ‘All within my hands’ + ‘The day that never comes’ representaron de forma escueta la pasada década de Metallica (ambas sonaron muy bien por cierto). El resto, sin embargo, no fue más que un refrito del concierto de 1999, mermando de manera importante la oportunidad que tenía la banda de realizar algo diferente en esta ocasión.
De esta forma, volvieron a sonar tal como 20 años atrás, canciones como ‘The call of Ktulu’, ‘For whom the bell tolls’, ‘Wherever I may roam’, ‘The memory remains’, más los clásicos de siempre, siendo ‘Nothing else matters’ la única que apareció con arreglos inéditos, todas las demás sonaron en las versiones de Michael Kamen. Pero en definitiva, más del 50% del concierto fueron temas ya interpretados en el concierto de veinte años atrás, desperdiciando (quizás definitivamente) la oportunidad de recuperar canciones como ‘Fade to black’, ‘To live is to die’, ‘Welcome home (sanitarium)’ o las mismísimas ‘Unforgiven 1 & 2’, las cuales se prestaban de manera ideal para ser interpretadas junto a una orquesta. Una lástima que la banda haya optado por el piloto automático en lugar del riesgo. Pero bueno, de que Metallica es una empresa no lo vamos a descubrir hoy, y que en sus cabezas siempre está el que deben satisfacer al público casual, también lo sabemos.
6,5 / 10
Cumple y algo más...
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