Nobles intenciones para un corriente resultado.
Y finalmente llegó el momento. Tras ocho años de silencio, Metallica edita su tercer álbum con material 100% inédito (y propio, ya que Lulu fue un trabajo realizado en junto a Lou Reed) en casi veinte años. Las expectativas eran enormes, sentadas estas no tanto sobre el pasado inmediato de la banda (seamos honestos, hace mucho pero mucho que Metallica no nos vuela la cabeza o siquiera se acerca) sino más bien en el peso histórico de una agrupación que a causa de sus primeros cinco álbumes logró trascender con mayúsculas. Hoy no es raro ver a miles de jóvenes acercándose a la guitarra y a la música gracias a Metallica... y aquello es invaluable.
Sin embargo, independiente del mencionado peso histórico, el presente de Metallica viene desde hace mucho dejando muertos sobre el camino. Tanto St. Anger (2003) como Lulu (2011) resultaron ser experimentos (muy) fallidos mientras que Death magnetic (2008) más allá del auto plagio descarado no fue capaz de llegar, eso sin contar la horrorosa producción con que contó. Dicho en simple: en estos veinte años cuando han querido crear han fracasado y la única vez en que en parte convencieron fue abusando del factor nostalgia.
En ese sentido, hay algo que tras oír muchas veces este Hardwire... to self destruct me parece debemos darles: esta vez lo han intentado con armas nobles. Han dado lo mejor de si en un álbum que no convence del todo pero si logra entregar pasajes más que dignos. Nos encontramos así con un disco diverso, de altos y bajos en igual proporción pero que enfrenta el presente con dignidad.
Dentro de lo positivo que nos regala este álbum habría que mencionar de entrada los golpes directos "a la Motorbreath" que entregan tanto 'Hardwire' como 'Spit out the bone', la primera cumple con su rol de abrirnos el apetito mientras que la segunda se enmarca desde ya como la gran gema que nos dejará este disco para la posteridad. Con una estructura más cercana a Ride the lightning (aquella joya de 1984) aparece 'Atlas rise!' mientras que en una linea mucho más pausada (en plan Load/Reload, digámoslo) destacan 'Am I savage?' y 'Halo on fire', esta última se enmarca como la única en todo el disco que justifica su duración además de contar con una estructura que fluye con absoluta naturalidad y la mejor interpretación de James Hetfield en todo el trabajo.
En una linea de medianía, 'Moth into flame' me ha recordado bastante aquel adelanto que apareció tiempo atrás titulado 'Lord of summer' (y que acá llega como bonus track), ya que sin ser un mal tema me parece jamás explota como corresponde, y algo similar me ocurre con 'ManUnkind' o 'Here comes revenge', dos que dejan la sensación de haber podido ser más.
Se torna necesario entonces mencionar los dos grandes problemas con que cuenta el disco: su innecesaria/excesiva duración y la incapacidad que muestra la banda a la hora de cerrar varios temas. Canciones como 'Now that we're dead', 'Murder one' (ingrato tributo al gran Lemmy Kilmister) , 'Dream no more' o 'Confusion' (¡seis minutos con el mismo maldito riff!) son aporte cero dentro del trabajo. ¡Pero cero!. Correctas melodías que se repiten hasta decir basta, sin vueltas de tuerca, con un Kirk Hammett más ausente que nunca y una banda que sigue sin comprender (ya les ocurrió con Lulu) que aveces menos es más...
¿Intenciones meramente comerciales o una búsqueda artificial por sonar "más interesantes"? El caso es que estamos frente a un trabajo que tropieza constantemente consigo mismo a causa de su verborrea y falta de inspiración ¡Y es que claro! Tras ocho años de silencio un disco con solo siete u ocho temas habría sabido a poco, por lo que la banda decidió meter en el trabajo todo lo que había a mano, arruinando así lo que podría haber sido un gran disco. De todas formas el resultado cumple, nos regala al menos cinco grandes momentos y por cierto... supera a Death Magnetic tanto en producción, intenciones como argumentos, con lo cual muchos nos damos por pagados a estas alturas.
Con todos sus defectos, Hardwire... to self destruct es el mejor disco de Metallica desde Reload (1998), es decir, en casi veinte años. Así están las cosas.
6/10
Bueno, cumple.
Otras reseñas de Metallica:
No hay comentarios:
Publicar un comentario