"Falto de un mayor desangre..."
Ahora, siendo claros, tampoco es que el disco llegue demasiado lejos, se extrañan acá momentos emocionalmente grandiosos con que el antecesor si contaba, siendo este conjunto uno que se enfoca más bien en sus arreglos y ambientes a generar. Esto se aprecia con claridad en la partida a cargo de la ambiciosa 'Infinite surprise', que abre el álbum entre sonidos sucios, una estructura que va emergiendo lentamente mientras se pasea por lúgubres escenarios y una exquisita oscuridad que llama positivamente la atención. Es el tema más largo del disco (se acerca a los seis minutos) y alcanza cotas que hubiésemos querido el álbum abordase con mayor fuerza, sin embargo el global este tema será excepción más que una regla. Y si bien algo interesante hay en la depresiva 'Ten dead', con esa suciedad en el sonido que inunda su minuto final, así como en la dulce calma del delay en 'Sunlight ends', la golpeada 'Cousin' (la canción) o en las guitarras de 'Pittsburgh', parte importante del disco abordará baladas electro acústicas bastante menores que sumergen al disco en un pozo donde resulta complejo conectar. Los temas son ásperos pero bonitos a la vez ('Soldier child'), delicados y agrios ('A bowl and a pudding'), sin embargo, falta algo de mayor desangre, ese punch necesario en un disco para querer seguir ahí sumergido sin posibilidad de respirar. Porque si, hay discos capaces de mantenernos a gusto en la angustia, pero este no es uno de aquellos.
Sin duda la pasada por Cruel country + Cousin está muy por encima respecto a lo que fue Star wars (2015) + Schmilco (2016), lo cual marca un avance para Wilco. A algunos con aquello les bastará mientras que otros les mantendrán a la banda en el olvido y la indiferencia. En lo personal me parece que acá hay cositas más que disfrutables pero no suficiente como para sentir que los nuevos buenos aires están definitivamente de regreso.
¿Canciones? 'Infinite surprise' y 'Pittsburgh'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario