viernes, 22 de diciembre de 2023

Mon Laferte: Autopoiética (2023)

 "Ecléctica, heterogénea y valiente..."

"Vengo de los 00's, años donde todo era muy diferente, donde tenías que elegir entre ser popero o rockero. Todo era encasillamiento y a mi me gusta la música. Me gustan los boleros, la música romántica, la electrónica y el rock más alternativo. Yo no entendía por qué no podía ser todo eso a la vez..." - afirma Mon Laferte en una reciente entrevista para MondoSonoro. Sus dichos explican bastante los caminos que ha surcado para este Autopoiética, su octavo álbum, uno que efectivamente la muestra más ecléctica que nunca, rozando incluso la incomprensión. Conviven acá por tanto muchos sonidos, donde un requisito para estar en el álbum pareciese haber sido que la canción sonase totalmente distinta a la que le antecediese. ¿El resultado? Como la portada: una cara en el culo, así de valiente y rara. 

Los temas que componen Autopoiética son tan disímiles entre si que queda la sensación de que el orden podría haber sido cualquiera, pues no existe un sentido estético de la obra si no más bien todo lo contrario, pareciese ser que el objetivo era el de una pintura distorsionada, caótica incluso. Sin embargo, hay algo que no podía ser distinto: el disco debía comenzar con 'Tenochtitlán', que por derecho propio es la gran joya del álbum. En ella Mon Laferte se atreve a sonar oscura, pausada y profunda, en el sonido coquetea con el trip hop, en la interpretación busca sonar cercana y coloquial mientras se marca una letra empapada de feminismo reivindicativo con algo de auto referencia ("¿Cuánto le costó? / ¿Quién se la cogió? / Si es una puta sudaca tercermundista / Nadie le parió / ¿De dónde apareció? / La mina se cree artista...") . ¿Escribí que era la gran canción del disco? Si no, acá queda, pero también el que al mismo tiempo es el gran lastre de Autopoiética, porque el tema no representa el sonido general del álbum, el cual desde acá disparará hacia todos lados. 

En adelante, el giro será brusco, al punto que inmediatamente terminada 'Tenochtitlán' la chilena se lanzará a la cumbia en 'Te juro que volveré' (con plagio descarado al fraseo de 'Amigo' del brasileño Roberto Carlos) y en la villera 'Metamorfosis', no sin antes haber bajado las revoluciones (que no la intensidad) en la oscura 'Préndele fuego' con líneas tan explícitas ("Me gusta que estés como roca / Extraño tanto con la cola taparte la boca...") como eróticas ("Te quiero como en Buenos Aires, metiéndome los dedos en el salón de baile..."), o pasado por el reggaetón sucio de 'No+Sad' (muy en plan Rosalía de 'Saoko', verdad sea dicha), nuevamente yendo al choque con las letras ("Que es comunista, es masoquista / Yo no le creo, es capitalista / Que es una zorra, que es demoniaca / Terrible flaite la pinche naca / Que es feminazi esa maraca / Está más vieja, ya no está flaca...") en otro de los grandes momentos del álbum 

Este ir y venir constante explotará en locura en el nudo del álbum en 'Autopoiética', que es un desate electrónico que sitúa esta vez a la música + atmósfera por sobre el mensaje (que se limita a la repetición de cuatro palabras), y no cesará en la Cara B del disco, pasando por la guitarra acústica de 'Levítico 20:9', nuevamente los coqueteos trip hoperos de '40 y MM' (con explosión salsera en el cierre eso si), nuevamente definiéndose en las líneas ("Soy una mina pop / Y cualquier carretera me sirve de colchón..."), ese extraño intento de bolero que es 'Pornocracia' o la salsera 'Amantes suicidas', si me apuran, estas dos últimas suenan a temas menores al lado de las grandes cosas que regala el disco. Finalmente este retomará la senda electrónica, primero en la curiosa 'Mew shiny', que entrelaza líneas en español e inglés, metiendo incluso un exquisito solo de guitarra por ahí, y cerrando definitivamente con 'Casta diva', una cosa realmente inclasificable con la que Mon Laferte se viste de la Björk más incomprensible y lleva su sonido tan lejos como puede, tanto en materia de estructura como arreglos. 

Autopoiética acaba imponente con una orquestación seguida de cuatro segundos de ovación. Pareciese ser que la artista se aplaude a si misma, anticipando quizás la incomprensión de un público al que seguro le resultará complejo lidiar con una lista de canciones tan heterogénea. El álbum parece estar dividido entre dos almas, una con arraigo popular (cumbia, salsa, boleros) y otra completamente experimental (trip hop, electrónica, reggaetón). Es complejo que cosas tan diferentes entre si convivan en un mismo disco, el riesgo de descolocar al auditor es alto. De hecho, Mon Laferte podría haber creado dos álbumes a partir de este, sin embargo ha decidido mezclarlo todo y mostrarse así, tal cual es. Es una artista en mayúsculas, una que no para de crecer. Bendita sea por eso...

¿Canciones? 'Tenochtitlán', 'Préndele fuego', 'No+Sad' y '40 y MM'. 

8 /10
Excelente.


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