"De vuelta la inspiración..."
No hay medias tintas ni concesiones por tanto en un álbum como este, que gira completamente en torno a la figura de Tweedy, y de entrada hay que saber a que se va: canciones que viajan entre sutiles arreglos de cuerdas o piano, con un marcado énfasis en la fuerza del relato. Ahí, el disco encontrará buenos momentos, abriendo muy Bob Dylan en 'I am your mother' en una sensible reflexión ("No puedo reparar cada valla / Soy un nuevo hombre pero aún soy mi madre...") y complementando de gran forma con la sincera 'Cruel country', una donde dispara con dureza a su país ("Amo a mi país / Estúpido y cruel / Rojo, blanco y azul...") e invita a utilizar el canto como vía de escape ante la realidad ("Todo lo que tienes que hacer es cantar este coro...conmigo"). Desde ahí se sucederán canciones acústicas que se dejan oír como 'Hints' o 'Ambulence', encontrando momentos dolorosamente preciosos en 'The empty condor' o 'Tonight's the day', fuera de otros que intentan sonar algo más optimistas, como 'All across the world'.
La lista, pese a lo arisca que pinta en la propuesta (solo canciones acústicas, íntimas y que dan rienda suelta a la emocionalidad), funciona desde lo individual gracias a la potencia de los arreglos, los cuales han sido grabados en vivo en el estudio con toda la banda, espíritu que aparece en canciones que se extienden en plan jam session como 'Bird without a tail / Base of my skull' (muy George Harrison en la partida, aunque luego se transforma a otra cosa) o los ocho minutos de 'Many worlds' (¡preciosa!), y si, que el álbum podría haber sido solo uno, cerrando doce canciones de manera enorme con algo como 'The universe', pero bueno, ¿alguien podría culpar a Jeff Tweedy por dar tienda suelta a la inspiración cuando al fin ha aparecido tras tanto tiempo de sequía? Y es que si tienes dos discos en la cabeza, ¿Qué vas a hacer? ¿Guardarte uno para quien sabe cuando? ¿Con qué objetivo?.
De todas maneras, cabe mencionar que el segundo disco reúne momentos algo redundantes respecto al primero, intentando ir arriba en 'Falling apart (right now)', pasándosela bien en el country de 'A lifetime to find' o jugueteando con íntimas baladas tipo 'Hearts hard to find' ("No me importa cuando algunas personas mueren / No puedo llorar / Me pregunto por qué..."). Y puede que más allá de una que otra excepción el nivel baje un tanto, pero da igual, en tiempos donde el concepto disco luce tan obsoleto, el que Tweedy nos entregase todo lo que tenía, dándonos la opción de que oír y hasta donde oír, no admite queja alguna, es más, se agradece. Cruel country se ubica entre lo mejor que ha firmado Wilco en veinte años.
¿Canciones? 'Cruel country', 'The empty condor', 'The universe', 'Many worlds'.
Excelente.
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