"Todo en su lugar, quizás demasiado..."
Las credenciales, eso si, aparecen de inmediato y en alto nivel, 'Harridan' abre con un bajo limpio y bello (interpretado por el propio Steven Wilson, quien asumió el instrumento al no contar con Colin Edwin para esta ocasión), al que le seguirán ocho minutos de una estructura exquisita llena de intensidad, oscuridad y momentos explosivos, esto a diferencia de 'Of the new day', que se mostrará como la típica balada de Wilson, aunque encontrará nivel gracias a los quiebres eléctricos que desarrolla tras cada estrofa, algo similar a lo que ocurrirá más adelante en 'Dignity', otra que irá sobre asuntos más melódicos, el problema es que son ocho minutos (así que agárrate) de algo que tenemos de sobra en la carrera en solitario del guitarrista, siendo la primera que huele descaradamente a piloto automático. Finalmente, el tridente inicial del disco se cierra con 'Rats return', una que se acercará a la línea más metal progresiva de Porcupine tree, con un Gavin Harrison notable como siempre. De esta forma, insisto en el punto: las canciones se suceden, son diversas, en su área cumplen, suenan bien, la producción es impecable, las ejecuciones son perfectas y todo está en su sitio... quizás demasiado.
El caso es que nos queda algo más de disco, se agradece ahí 'Herd culling' con su vaivén oscuro/explosivo (Harrison nuevamente gigante), mientras que 'Walk the plant' se propone como la única incursión realmente experimental del álbum, con unos arranques electrónicos que en medida que el tema avanza funcionan cada vez mejor, aunque digámoslo, tiene toda la pinta de ser un descarte de The future bites de Wilson. Finalmente, no podía ser de otra manera y el álbum cerrará con los casi diez minutos de 'Chimera's wreck', otro tropiezo, una canción que se hace eterna con su intro de más de cuatro minutos y que entre vuelta y vuelta, recién acercándose a los seis meterá algo de fuerza, sonando más Rush que nunca.
El "problema" con bandas como Procupine tree es que compiten contra ellos mismos, por lo que la vara está siempre arriba, lo cual acá ha pesado. Eso sin mencionar lo forzado que el disco parece. No sabemos si la historia llegará hasta acá o tendremos que esperar otros doce años para un nuevo álbum de la banda, lo que si parece claro es que este paréntesis, sin ser un mal disco (insisto, ya se lo quisieran tantos otros), al lado de cualquiera de los trabajos post 2000 luce algo pálido.
¿Canciones? 'Harridan', 'Of the new day', 'Herd culling'
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