"A contracorriente..."
En Renaissance, la vocalista construye un tributo declarado a la música negra, no por nada abre el álbum con 'I'm that girl', presentándose pero también homenajeando a la rapera noventera Princess Loko (fallecida en 2020, en absoluto anonimato, con apenas cuarenta años), en una especie de acto de justicia, sampleando una y otra vez ese "Please motherfuckers ain't stopping me...!". Algo similar a lo que ocurrirá más adelante en el single 'Break my soul', que recupera toda la vibra dance de inicio de los noventa construyéndose sobre el 'Show me love' de Robin S. y recurriendo a los gritazos del rapero Big Freedia en la genial 'Explode' (un temón de 2014 para quien no lo sepa), no sin antes haber pasado por la sólida 'Cozy', una tradicional 'Cuff it' (quizás la más baja de todas, que con sus guitarras setenteras podría haber estado en cualquier álbum random actual, estilo Lizzo o tantas más), los sólidos beats de 'Alien superstar' y la tremendamente inquieta 'Church girl', armando una primera mitad de álbum bastante dinámica, contundente y efectiva.
Todo buen disco, se sabe, necesita una segunda línea aparentemente inofensiva pero potente, y en el caso de Renaissance esta aparece en el nudo, primero con 'Plastic off the sofa', una declaración de amor sensual como ella sola ("Y se que ha sido rudo para ti madurar, pero está bien... me gusta rudo"), y luego con una con más sabor como 'Virgo's groove', que se extiende a placer por seis minutos para luego decantar hacia la pista de baile en cosas como 'Move' (junto a Grace Jones) o 'Heated', que si, suenan algo estándar, también 'Thique', armando una pasada donde claramente sobran dos de tres, donde la grandilocuencia del proyecto acaba por entorpecer el trámite. Sin embargo, en la recta final las cosas retomarán el cause, principalmente gracias a la oscura y rapeada 'America has a problem' seguida de una enorme 'Pure/Honey', donde abre con dos minutos realmente lúgubres para de pronto llevar la estructura hacia otro lugar e iluminar la sala. Finalmente, el homenaje no podía cerrar de otra forma sino emulando con descaro el 'I feel love' de Donna Summer (a quien ya había citado por allá por 2003 en 'Naughty girl', de su álbum debut), llevándonos a la disco nuevamente y finalizando con estilo un viaje hacia las raíces de la música negra.
Renaissance cuenta con demasiados méritos y (muy) pocos defectos. Su segunda mitad se entrampa un poco y aquello le impedirá ser el disco del año, sin embargo, el regreso es de una categoría inmensa. Beyoncé no realiza nada realmente nuevo, esto de mirar hacia atrás en el pop lo vienen haciendo varias/os desde hace un buen rato, sin embargo, el mérito está en meterle mano a una serie de referencias, pasearse por diversos estilos y seguir sonando a ti misma, seguir siendo tú y ahí, la norteamericana muestra credenciales respecto a como se hace esto, mediante un álbum que no apuesta por la inmediatez, que se olvida del hit para centrarse en la propuesta. En fin, solo queda rendirse y gozar la invitación.
¿Canciones? 'Cozy', 'Alien superstar', 'Plastic off sofa' y 'Virgo's groove'.
¡Excelente!
Se que hace música interesante, debería escucharla. Por lo pronto me guardé para más tarde ese Move con la grandiosa Jones. Saludos!
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