CREO QUE LA VIDA NO ES MÁS QUE UN CRUCE DE MÚLTIPLES VARIABLES. SIN EMBARGO, FRENTE A DICHA ALEATORIEDAD, LOS SERES HUMANOS TENEMOS EL PODER CADA DÍA DE CREAR O DESTRUIR. DE ENTREGAR O RETENER.Y ESTE SITIO ESTÁ DEDICADO A TODOS QUIENES HAN OPTADO POR CREAR, SEA DONDE SEA...
sábado, 17 de octubre de 2020
Corey Taylor: CMFT (2020)
"Palos de ciego..."
El que Corey Taylor intente escapar del sonido de su banda madre me resulta un ejercicio perfectamente comprensible, mal que mal, todos cambiamos, existen otras inquietudes musicales y algo no menor en el caso de los vocalistas: las gargantas se desgastan. Por tanto, ya sea por motivación personal o forzosa, se entiende el que Taylor lleve un buen tiempo intentando probar caminos fuera de Slipknot. En esta búsqueda, el hombre tanteó terreno durante dos décadas junto a Stone sour aunque el proyecto nunca pareció tomarse tan en serio como en 2012/13, años donde el vocalista volcó todas sus fuerzas en los ambiciosos House of gold & bones (1 y 2), tras el cual (dada la tibia recepción recibida) acabó derivando en ese callejón sin salida titulado Hydrograd (2017), luego, al ya haber agotado los cartuchos con Slipknot tanto en .5 The Gray chapter (2014) como en We are not your kind (2019), no quedaba otra que recurrir al viejo recurso del álbum en solitario. En este sentido, él sabrá si sus recientes declaraciones afirmando que este es el álbum que más ha disfrutado grabar desde el debut de Slipknot son ciertas o algo que simplemente "hay que decir", pero sea como sea, el problema de todo este ir y venir es que la jugada para este 2020 luce tremendamente forzada, y aquello se transmite en los casi cincuenta minutos de CMFT (Corey mother fucker Taylor, ok...), un álbum confuso de comienzo a fin y que definitivamente no funciona en ninguno de sus sentidos.
Y es que repito, independiente de que los álbumes de Stone sour hayan funcionado (que no lo hicieron), al menos lucían honestos. CMFT no es el caso, un disco que dispara hacia todos lados para acabar siendo nada. Que abre en plan rock & roll con una dinámica 'HWY 666' que desemboca en el single 'Black eyes blue', en una pasada que sin ser demasiado cumple con al menos sonar contagiosa. Rápidamente, sin embargo, el álbum adoptará un tono country que lo empantanará por completo, y no por la exploración sino porque todo suena vacío y completamente intrascendente, canciones como 'Samantha's gone', 'Meine lux', 'Halfway down' se suceden y nada pasa, luego una balada como 'Silverfish' que suena dramáticamente correcta. Y así, rock inofensivo y poco inspirado en un álbum donde los ingredientes parecen estar bien puestos, la producción acompaña y vocalmente Taylor cubre de sobra cada nota pero el conjunto carece de lo más importante: magia. Y eso que aún no llegamos a 'CMFT must be stopped', donde pareciese que el vocalista intenta tributar a los peores Limp Bizkit.
Poco resta acotar frente a un disco que no hace sino confirmar que por más agotado que pueda sonar Slipknot tras todos estos años, ahí es donde mejor hemos oído a Corey Taylor. Veinte años intentando demostrar que es más que el niño molesto tras una máscara y lo cierto es que cada vez le va peor...
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