"Brillantes, profundos y siempre lúcidos..."
En la lógica del continuo, por tanto, American head regala trece canciones que en cincuenta minutos fluyen como agua en el río entre pianos, guitarras etéreas y esa delgada voz al borde de la desafinación tan característica del buen Wayne. Esta vez, sin embargo, hay un énfasis puesto en la búsqueda de canciones que funcionen en cuatro o cinco minutos, lo cual encuentran de inmediato en la hermosa partida a cargo de 'Will you return / When you come down' (desde ya se va al playlist de 2020), que luce entre guitarras acústicas, un slide, piano y sintetizadores. Esta encontrará pronto relevo en la acústica 'Flowers of neptune 6' seguida de 'Dinosaurs on the mountain', que incorporará un sonido más eléctrico y adictivo. Ambas lucen de buena forma gracias a la fuerza de sus coros pero donde definitivamente tocarán la tecla precisa será en la gloriosa melancolía de 'Mother, I've taken LSD' ("Ahora veo la tristeza en el mundo / Lo siento, nunca la había visto antes..."), no sin antes haber pasado por la romántica 'At the movies on quaaludes', que abre como un intermedio para acabar como toda una gran canción.
De la Cara A del álbum solo se pueden decir buenas cosas, hablamos de un puñado de canciones magníficas que conectarán durante la segunda mitad con algunos espacios dados a la exploración (vamos, que por más melosos que quieran sonar siempre seguirán siendo los Flaming lips). Algo de esto se había insinuado al comienzo del disco con el interludio instrumental 'Watching the lightbugs glow', lo cual se retomará en el nudo de este en 'Brother eye', que suena algo más espesa que el resto, en la instrumental 'When we die when we're high', que es psicodelia pura y de la buena, o en 'Assassins of youth', que combina electrónica con un sonido acústico. El complemento melódico llegará con la balada sobre un piano 'Mother please don't be sad' y las particulares pasadas románticas que representan 'You n me sellin' weed' (con título marca de la casa) y 'My religion is you'.
American head no es un disco conceptual como tal pero posee una coherencia lírica y musical que lo transforma en un viaje fantástico y sin desperdicio. Diálogos varios con la madre, referencias a drogas y singulares declaraciones de amor marcan el regreso de The flaming lips a su cara más melódica. Como resultado han acabado por parir una obra exquisita en matices, triste y luminosa a la vez, brillante y profunda. Uno de los discos del año sin lugar a dudas y su mejor álbum en al menos diez años, si es que no veinte.
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