“Huele a decepción...”
Tras dos discos relevantes dentro de lo que fue la música extrema durante la presente década como Monolith of inhumanity (2012) y The anthropocene extinction (2015), sobretodo el primero, que fue el desquiciamiento hecho música, llegaba el complicado momento para Cattle decapitation de confirmar su importante momento, no por nada se tomaron cuatro años de pausa para decidir si replicar con calco la fórmula utilizada en sus antecesores o dar un paso en otra dirección. El resultado de esta reflexión se expresa en los 55 minutos de Death atlas, un álbum que vuelve a meter mano a la extinción humana como temática central pero que en lo musical realiza un giro importante, alejándose de la fórmula grind/death que tan buenos dividendos les entregó en el pasado para dar paso a un metal igual de técnico pero ciertamente menos caótico.
De esta forma en la primera parte del álbum nos encontraremos con un serie de temas que se lanzarán de lleno al blast beat para luego pasar a secciones de riffs pesados y contundentes pero, en el contexto de Cattle decapitation, bastante controlados. ‘The geocide’ + ‘Be still our bleeding hearts’ son claros ejemplos de lo que menciono, con un Travis Ryan que vocalizará de gran forma pasando desde guturales en las estrofas a coros marcados por esa particular voz estilo Pato Donald, que en este disco por cierto aparecerá bastante (quizás demasiado). Mucho más brutal sonará ‘Vulturous’, una que prácticamente no entregará respiro pero que rápidamente volverá a bajar las revoluciones con la pasada por ‘One day closer to the end of the world’ + ‘Bring back the plague’, la primera es death de corte clásico mientras que la segunda alternará violencia con secciones melódicas, sin embargo, más allá de este ir y venir en los tiempos, se extraña el componente grind en el sonido de este Cattle decapitation.
Entrando en la recta final del disco el asunto sostendrá esta tendencia y se volverá algo largo y pesado, pasando por temas que cansan en su monotonía, como ‘Finish them’ o ‘With all disrespect’ (que perfectamente se las podrían haber ahorrado y no pasaba nada), y otros que alternarán velocidad y death melódico como ‘Time’s cruel curtain’. Finalmente otro instrumental (son cuatro las secciones “puente” con que cuenta el álbum, también demasiadas) y ‘Death atlas’ (la canción), probablemente de lo mejor que contiene el disco gracias a sus ocho minutos que dan buena cuenta de lo que esta banda es capaz de lograr cuando está plenamente enchufada y no se conforma con el piloto automático.
Era uno de los discos más esperados del año pero entre la pérdida de descontrol y sorpresa, además de un exceso de secciones melódicas canción tras canción, Death atlas ha acabado dejando en el aire la sensación de decepción. No es un mal disco pero si queda muy por debajo de cualquiera de sus antecesores inmediatos.
6,5 / 10
Cumple, y algo más...
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