“Experiencia y versatilidad que conjugan a la perfección...”
Vaya sorpresas nos deparaba el mundo del metal para esta recta final de 2019. El caso es que cerraremos este año con la reseña del que debe ser uno de los álbumes más sólidos y sorprendentes que nos dejará este fin de década, hablamos de Ken Sorceron y su multifacético proyecto Abigail Williams (que toma el nombre de una de las primeras acusadoras de mujeres durante los Juicios de Salem alrededor del 1600). Y digo multifacético por lo diverso que se ha mostrado el sonido de la banda (a estas alturas un proyecto en solitario) durante sus ya casi quince años de existencia, período donde comenzó abrazando la agresividad y explosión del metalcore para posteriormente acercarse muchísimo a un black bastante purista. Y fue seguramente ese constante ir y venir el que entregó a Sorceron experiencia suficiente como para entregarnos hoy un resultado tan notable como Walk beyond the dark (que además llega a nosotros de la mano de la mejor portada que haya visto en mucho tiempo, al menos durante 2019), un disco que que impacta desde su cuidada producción (el trabajo suena realmente bien, sobretodo si lo comparamos con anteriores entregas del proyecto) hasta la apertura sonora que ostenta, paseándose a placer por diferentes aristas del mundo del metal y saliendo siempre bien parado.
Es así como tras una partida tremendamente oscura, que abre de manera contundente con el murallón de guitarras que propone ‘I will depart’ y se entregará luego a la generación de densas atmósferas en ‘Sun and moon’, el disco muy pronto dará cuenta de su versatilidad, primero con el black directo de ‘Ever so bold’ (la única del álbum que ronda los cuatro minutos) y luego con la fenomenal ‘Black waves’ (una de las canciones del año claramente), que así como su título adelanta irá poco a poco desencadenando oleajes de arreglos que van desde la calma hasta agresivas explosiones, todo muy cercano al metal progresivo, ejecutado de manera brillante.
‘Into the sleep’ será otra que irá desarrollándose sobre un blast beat constante pero que durante su estructura frenética dejará espacio a magistrales pausas (la batería acá es un manjar) para finalmente iniciar la recta final con otra pieza extraordinaria, ‘Born of nothing’, que durante ocho minutos será capaz de lanzarse a la épica, abriendo entre violines, desenfundando guitarras y oscuridad más adelante para ir cerrando en medio de un tétrico relato. Enorme. El trabajo podría haber cerrado en 45 minutos y nadie podría colocar un pero a semejante obra, sin embargo, aún habrá acá espacio para más. Me refiero a ‘The final failure’, otra pieza realmente increíble que arranca sobre los violines que cerraron a su antecesora para ir sometiendo al auditor a un paseo impresionante qué pasa (por primera y única vez en el álbum) por voces limpias, unos gruñidos terroríficos y una estructura exquisita, digna de un verdadero genio que en Walk beyond the dark no solo encuentra su mejor obra a la fecha sino que uno de los discos del año. Que este sea mi último disco reseñado durante la presente década no puede sino ser un verdadero honor.
9,5 / 10
¡Brillante!
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