lunes, 22 de agosto de 2022

Interpol: The Other Side Of Make-Believe (2022)

 "Bajón..."

Tras una partida marcada por el rock de guitarras y el post punk de comienzos de siglo, la historia contará que los neoyorkinos de Interpol intentaron hacer el giro con el homónimo de 2010 pero que bien no les fue (muy a mi pesar, pues aquel disco me parece injustamente sub valorado), por lo que al quedar en tierra de nadie no les quedó otra que recular yendo a la segura tanto con El pintor (2014) como con Marauder (2018). Este último, sin embargo, sin descubrir la pólvora dejó gratas sensaciones gracias a la frescura de su sonido, que dejaba a entrever la soltura y experiencia de la banda. Por esto mismo, llama la atención que cuatro años más tardes regresen con un álbum como The other side of make-believe, que es otra cosa, un disco que lejos de confirmar la ruta de su antecesor, marca un nuevo quiebre en su carrera, adentrándose sobre atmósferas espesas y ariscas pero, a diferencia de lo que ocurrió en 2010, esta vez con muy poca magia en el ambiente.  

Y si bien el álbum no abre mal en 'Toni', sonando diferente entre tímidas guitarras que aportan una sutileza precisa, empapándonos con un coro bien armado y con ese minuto final en plan bailable que vaya que ilusiona, rápidamente el disco se empantanará en la pasada por 'Fables' + 'Into the night' + 'Mr. Credit'. Y no es que estas sean malas canciones desde lo individual (aunque 'Fables' es la que más me ha dicho cosas) pero al ser prácticamente iguales (todas contienen un riff muy similar unicamente trabajado en un tiempo distinto), entregan casi quince minutos difícil de llevar y si a esto agregamos el que luego sonará una dramática 'Something changed', que decir, llegamos al nudo del disco con muchos problemas, en un álbum que difícilmente será capaz de conectar con alguien que no sea acérrimo seguidor de Interpol

Se agradece por lo mismo el alza en la dinámica que propone el álbum en su segunda parte, tanto en 'Renegade hearts' o 'Gran hotel', como también en las guitarras de 'Greenwich', capaces de generar un ruido consistente (quizás lo más interesante en todo el disco) y la dispersa 'Big shot city', concentrando en todo este segmento momentos que levantan al disco respecto al como venía en su primera mitad. 

The other side of make-believe es todo lo que llamaríamos un "disco para fanáticos". Y es que si, más allá de momentos puntuales y breves pincelazos de genialidad (que los hay, pero a cuenta gotas), la sensación global que nos deja es la de no haber encontrado el punto para este conjunto de canciones, a veces muy espesas, a veces sonando faltas de inspiración y en muy pocas ocasiones maravillando con su sonido. En definitiva, un bajón respecto a lo que fue Marauder, que sin grandes pretensiones al menos funcionaba.

¿Canciones? 'Toni' y 'Greenwich'.

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