Notable cierre de una gloriosa etapa.
Entre lo realizado junto a Porcupine Tree, Blackfield o en solitario, desde 2007 a la fecha contamos diez álbumes que incluyen de una u otra forma la firma de Steven Wilson. Diez. La cifra impresiona no tan solo por lo evidente (hablamos de prácticamente un disco por año desde hace una década) sino por que además el hombre suele no decepcionar. Es así como cada nuevo trabajo de Wilson ha ido dando pasos hacia adelante y entregando muestras de un talento que sigue sin dar señales de agotamiento.
El caso es que tras dos exitosos álbumes como fueron The raven that refused to sing (2013) y el soberbio Hand. Cannot. Erase (2015), tal parece que Wilson no desea que el plato se enfríe por lo que ha decidido regalarlos un álbum de "descartes". Y las comillas van porque ya se quisiese cualquier otro artista un nivel de caras b como las que acá nos encontramos. Si me disculpan la analogía, desde el mismísimo Descartes (1998) de Silvio Rodríguez que no me encontraba con un álbum de "extras" tan notable.
¿Y qué tenemos acá? 37 minutos de música compuestos por cuatro descartes de su más reciente álbum, uno de las sesiones de Raven y un cover de Porcupine tree. Todo abre con los diez memorables minutos de 'The book of regrets', un tema con estructura cambiante que pasa desde el medio tiempo a las atmósferas reflexivas e incluso metiendo velocidad en algunos momentos, que decir, un manjar. 'Year of the plague' funcionará luego como un interludio instrumental que pretende bajar un tanto la intensidad para dar paso a 'Happiness III', una muy melódica, de coro reconocible y exquisitas aceleraciones. 'Sunday rain sets in' repite la jugada introductoria instrumental para que el álbum entre en su recta final, primero con la fantástica 'Vermillionocore', lo más agresivo que le hemos oído a Wilson en largo tiempo (nos abre el apetito por cierto, ojalá su próximo trabaje este camino) y luego con la melancólica 'Don't hate me', versión 2.0 de la original de Porcupine tree y que añade algunos matices en cuanto a arreglos frente a la mencionada, eso fuera de incluir nuevamente en las voces a la israelí Ninet Tayeb.
El título da señales claras respecto al objetivo de este álbum: un punto medio entre el camino recorrido hasta ahora por Steven Wilson y el que vendrá. Ha querido cerrar una etapa entregándonos todo el material que se quedó por una u otra razón en el tintero por lo que ahora no queda más que seguir expectantes frente a las inquietudes musicales que el guitarrista presente. Lo notable es que siendo un álbum de descartes, 4 1/2 no tiene segundo de desperdicio y suena cohesionado de principio a fin.
6,5 / 10
Cumple y algo más...
Otras reseñas de Steven Wilson:
2015 // Hand. Cannot.Erase
2013 // The raven that refused to sing
Siendo un fan fatal de este señor, tal vez se me queda un poco en una calificación de bien rozando el notable. Con ganas de un nuevo trabajo, pero sobre todo, del nuevo de Blackfield, para ver si efectivamente está de nuevo en el barco, o solo pasaba por allí.
ResponderEliminarSaludos!