"Desangre y franqueza..."
A diferencia eso si de sus antecesores, que en general fueron álbumes breves, en esta ocasión Hayley entrega dieciocho canciones, lo que habla de una confianza adquirida y también las ganas de botarlo todo, muy consciente además de que vivimos en una era donde la idea del disco da un poco igual pues quienes de verdad la siguen se armarán su propia lista con estas canciones armándose un playlist con las que les apetezcan. Toca de todas formas comentar acá en orden el viaje que nos ha propuesto, yendo hacia el pasado en la partida con 'Ice in my OJ', recordando con euforia la alegría que le significó el estar dentro de una banda para luego lamentar el haber enriquecido a un montón de malditos empresarios ("Lotta dumb motherfuckers that I made rich..."), y volviendo rápidamente al presente en la curiosa 'Glum', donde decide filtrar su voz en las estrofas para lanzarnos un doloroso coro que expresa la soledad de su momento ("¿Nunca te sentiste tan sola que podrías implosionar y a nadie le importaría...?").
En adelante la lista será extensa con el foco evidentemente puesto en los mensajes. Las canciones todas serán simples y breves destacando la oda al antidepresivo 'Mirtazapine' donde la vocalista realiza referencias a la relación de dependencia que ha generado con el medicamento ("¿Quien soy yo sin ti ahora? / Me haces comer, me haces dormir / Me permites soñar..."), el medio tiempo acústico 'Disappearing man' en donde empatiza con una antigua ruptura ("Ahora entiendo que tan abandonado te sentías / A una profundidad que jamás habrías compartido conmigo...") o la popera 'Love me different'. De igual forma en el nudo del disco encontraremos quizás el pasaje reflexivo más interesante de todos, con una 'Ego death at a bachelorette party' que habla del haber tocado fondo en soledad, la tétrica atmósfera de 'True believer' o una notable 'Hard' donde la vocalista se refiere a como debió "masculinizarse" para obtener validación en un mundo de hombres ("Solo escuchaba música con testosterona / Tuve que matar mi femineidad para hacerlo...") regalándonos además inteligentes metáforas que realizan referencias al pene y la fragilidad masculina ("Así que golpéame / No puedo ser suave y siempre estoy muy dura...").
Dicho todo lo anterior, en medida que el álbum avanza es inevitable sentir que la vocalista ha publicado todo lo que tenía sin filtro alguno por lo que como era de esperar... sobran canciones. De hecho, toda la recta final no logra estar a la altura, cargándose demasiado a la balada acústica en 'Zissou', 'Dream girl in shibuya', 'Blood bros' + 'I won't quit on you', y por lo mismo produciendo un extraño contraste cuando el disco cierre con una explosiva 'Parachute' (single evidente del álbum), otra de las buenas canciones del álbumes pero que luce completamente descolocada tras todas las mencionadas y no se entiende que pinta al final del trabajo.
Evidentemente Ego death at a bachelorette party es un disco que con una lista de once o doce canciones podría haberse colado fácilmente entre lo mejor del año. La franqueza y el desangre están siempre presentes a lo largo de un trabajo que sin ser demasiado ambicioso en cuanto a arreglos logra compensar aquello con mensajes potentes y bien escritos. Ha metido mucha cosa de más pero esto también le honra pues habla de la valentía de su momento, que no es poco en estos tiempos...
¿Canciones? 'Glum', 'Mirtazapine', 'Hard' y 'Parachute'.
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