"Bicho raro valiente aunque irregular..."
Ya de entrada el disco anticipa cositas. 'Never far apart' es un bicho realmente raro que abre en calma con una Reba Meyers absolutamente protagonista en el relato, sin embargo, en el camino el tema irá metiendo sonidos industriales para finalmente reventar durante el minuto final, algo que conectará directo con la vibra nu metalera de 'Theatre of cruelty', donde la banda oscila entre las atmósferas etéreas de Deftones y las aceleraciones de Korn (muy en la línea del clásico 'Blind', sobre todo en el comienzo del tema). Este ir y venir se volverá constante, en 'Take shape' tomarán elementos de Tool en la energía de las estrofas (por cierto, ¿algo más noventero que incorporar a Billy Corgan a media canción?), aparecerán cositas grunge en 'The mask of sanity lips' (aunque en esta combinando con elementos caóticos a lo largo de todo el tema), 'I fly' o 'Splinter the soul', luego 'A drone opting out of the hive' será nu metal oscuro y violento (con un notable juego a dos voces entre Jami Morgan y Eric Balderose) mientras que entre todas estas sonará una melosa pero sólida 'Mirror' (nuevamente con Reba al frente), donde incluso elementos trip hop se hacen presentes.
Que decir, el cóctel de influencias llegando al nudo del disco es bastante completo aunque por lo mismo, desde acá el álbum se vuelve algo pesado y redundante, evidenciando (tal como les pasó en Underneath, donde también se extendieron por cincuenta innecesarios minutos) el que cuando Code orange apuestan por un conjunto más contundente tienden a fallar.
Y es que ya metidos en la Cara B, cosas como 'The game' o 'Grooming my replacement' retomarán la carta agresiva pero terminan estorbándose al insistir en la misma tecla, lo mismo con 'Snapshot' que intenta experimentar en velocidad pero no ofrece nada recordable. No se entiende tampoco que pinta acá el rock pop de 'Circle through' y es recién mediante la quejumbrosa 'But a dream...' en que parecen diversificar nuevamente, tal como en ese cierre a la Nine inch nails de 'The above' (la canción), cargado a atmósferas reflexivas y oscuras.
Nos quedamos entonces ante un álbum de dulce y agraz, con una primera mitad sólida y contundente pero una segunda en donde la banda termina quedándose sin argumentos. Code Orange claramente se han propuesto dividir aguas con The above, y vaya que lo han logrado. Habrá quienes les menosprecien dada la cantidad de referencias obvias que muestra su sonido y también quienes valoren la apuesta, lo cierto es que han jugado una carta valiente, no han tirado por lo obvio y aquello desde acá se agradece. Lamentable lo débil/confusa/redundante de la segunda mitad del disco, con la primera ya basta para valorar la propuesta. Aunque claro, siguen muy lejos del nivel de sus notables dos primeros álbumes...
¿Canciones? 'Take shape', 'The mask of sanity lips' , 'Mirror' y 'I fly'.
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