"A contra corriente..."
En dicho sentido, Átta resultará seguro una experiencia a ratos desesperante para muchos, sus espesas atmósferas, plagadas de momentos particularmente luminosos y emocionales son una invitación constante a detenerlo todo y vivenciar el sonido. Esto se percibe de inmediato en la apertura creciente, instrumental y orquestal a cargo de 'Glóð', seguida de los siete delicados minutos de 'Blóðberg', con un Jonsi que vocalmente va navegando entre calmas aguas durante siete delicados minutos. Esta apuesta por los desarrollos en la más absoluta tranquilidad serán factor común a lo largo del álbum, haciendo presencia en 'Mór' (quizás la más plana de todas), 'Ylur' (con un tributo melódico en su recta final que por unos segundos rememoria al clásico 'Hoppípolla' de 2005) o 'Fall'.
En dicho camino existirán instantes en donde la banda subirá un tanto la intensidad, ocurre entre agudos en la notable 'Skel', la absolutamente hermosa 'Andrá' o en 'Klettur', que enlaza golpeadas percusiones con el sonido de orquesta, siendo la única en todo el álbum que conecta en su sonido con lo que fue Kveikur diez años atrás. Esta pasada, sin embargo, que luce algo más "explosiva" respecto al resto acaba por ser una excepción dentro de un continuo que se mueve todo el tiempo tan lento como puede, o como quiere.
En una era como la que vivimos, donde todo es para ayer y vivimos sometidos a la cultura de lo inmediato, tiene mérito el grabar un álbum tan a contra cultura como Átta, más cuando se goza con el prestigio como el que carga Sigur rós. Tampoco es que esperemos de ellos una búsqueda por el hit o lo masivo, que sabemos bien quienes son, pero el que vuelvan tras diez años de silencio marcando este tipo de presencia, funcionando bajo estándares propios, solo enaltece un regreso de enorme nivel y que se anota entre lo más grande que nos habrá dejado este 2023.
¿Canciones? 'Skel', 'Klettur', 'Andrá' y 'Gold'.
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