"Menos caóticos, igual de ambiciosos..."
No es cosa fácil el componer metal por estos tiempos, no solo porque ya se ha hecho bastante si no también debido a que el nivel de músicos con que cuenta la escena es tremendo. Ahí, estos australianos vienen desde 2012 haciéndose de un nombre, construyendo un espacio en base a composiciones complejas, muy cercanas al black y al death atmosférico en sus primeros álbumes aunque siempre intentando incorporar elementos técnicos que volviesen más sabroso el plato (paradas acústicas o violines siendo protagonistas, por ejemplo) y entregasen algún sello particular que te invitase a sentir el no estar simplemente ante "una banda más".
Como sea, tanto Portal of I (2012) como Citadel (2014) fueron verdaderas brutalidades de discos, álbumes colosales en su propuesta y donde en cada canción la banda apostó por devorarse al mundo, algo que fue matizado en el posterior Urn (2017), que centró su potencial en elementos melódicos, dejando de lado la arista más bestial de la banda para jugar entre terrenos marcadamente progresivos y técnicos. Y bueno, este reciente Exul corrobora dicho camino, otro álbum que muestra a unos Ne obliviscaris limpios en su sonido, incluso delicados durante largos pasajes, lejos, muy lejos del caótico metal de sus primeros dos álbumes aunque ojo al dato: no por esto menos ambiciosos.
Exul ha sido un hijo de la pandemia, un trabajo que la banda tenía listo desde hace bastante pero vio limitada su publicación a causa de una serie de contingencias. Finalmente ha llegado a nosotros tras seis años de silencio, con tiempo de sobra para que la banda revisase una y otra vez cada pieza, de ahí seguramente el que estas suenen tan sesudas de comienzo a fin, abriendo el disco con treinta minutos impactantes desde lo compositivo, con 'Equus' + 'Misericorde' (I & II), una pasada que muestra con claridad por donde la banda ha deseado ir: estructuras que van y vienen, violines y teclados enlazando las voces limpias de Tim Charles + guturales de Xenoyr, con las guitarras y el peso por lo general en un segundo plano, apareciendo básicamente para riffear en determinados momentos pero nunca para provocar un desate.
Acá es donde cabe el detenerse a mencionar el gran problema con que cuenta el disco: su producción, la cual entrega protagonismo al violín e incluso al bajo, todo el tiempo presente en la mezcla, pero deja muy abajo a las guitarras e incluso a la batería, algo que en 'Suspyre' se nota demasiado, cuando por ejemplo el tema exige una explosión de proporciones (5:35 en adelante) pero esta no suena como corresponde, mermando claramente el resultado. Lo mismo en 'Graal', una canción fenomenal desde lo técnico pero que únicamente explota cuando Xenoyr estalla con sus vocales (5:30, donde incluso pareciese le suben drásticamente el volumen a la voz), entregando desde entonces cuatro minutos fantásticos pero que contrastan con los cuatro iniciales bastante planos.
El cuarto álbum de Ne obliviscaris vuelve a entregar un cóctel técnico enorme, pensado al detalle y que coloca toda su fuerza en sus estructuras siempre complejas. Lamentablemente la producción y la falta de explosión en el sonido juegan en contra. El disco es un manjar desde su composición pero no saca provecho el nivel instrumental como corresponde.
¿Canciones? 'Misericorde II - Anatomy of quiescende' y 'Graal'.
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