"Excesivo y auténtico en dosis similares..."
Repasemos: durante los años noventa lo vimos al frente de The smashing pumpkins para luego, tras la disolución de estos, intentar revitalizar su camino junto a Zwan (acompañado de Jimmy Chamberlin en batería y Paz Lenchantin en el bajo) para luego intentarlo en solitario mediante el electrónico The future embrace (2005). Los resultados en términos de repercusión fueron tibios por lo que a Corgan no le quedó otra que volver a utilizar la marca pumpkins a partir de 2007, publicando primero un poco comprendido Zeitgeist (nuevamente junto a Chamberlin más un par de músicos de apoyo) seguido de dos álbumes aceptables y de momentos como fueron Oceania (2012) y Monuments of an elegy (2014). El bache definitivo llegó, sin embargo, en 2018 tras la forzadísima reincorporación de James Iha a la banda (?) y el lanzamiento del pésimo Shiny and Oh so bright Vol.1, un trabajo carente de toda magia y que sirvió únicamente como excusa para que Corgan y cia. realizaran una nostálgica gira.
Considerando por tanto desde donde venía el asunto, un álbum como Cyr inevitablemente se agradece. Ahí a Corgan hay que darle un punto de entrada: el hombre ha hecho bien al escapar del rock más duro, primero porque su dañada voz ya no está para aquello pero también porque al abordar atmósferas marcadas por teclados y baterías electrónicas ha logrado generar ambientes más frescos y creíbles. En esa línea el disco regalará momentos contagiosos y dinámicos en 'The colour of love', 'Cyr' o 'Ramona' (que son los claros singles del álbum), pasadas más íntimas que aportan tonalidades emocionales en 'Save your tears' o 'Purple blood' (probablemente la mejor de todas), contundentes desates electrónicos en 'Telegenix' o 'Black forest, black hills' (que dejan la sensación de haber llegado a la profundidad que el Corgan efectivamente buscaba encontrar) y alguna concesión a las guitarras en la oscura y excelente 'Wyttch'.
Los buenos momentos que vive el álbum no lo eximen, sin embargo, de resultar a (largos) ratos excesivo y redundante durante sus setenta y dos minutos de música. Veinte canciones es demasiado (salvo que te encuentres inmensamente inspirado como para componer un Mellon collie and the infinite sadness, que no es el caso) por lo que cosas como 'Wrath', 'Starrcraft', 'Adrennalyne' o 'Haunted' acaban perdiéndose entre direcciones similares al punto de volver el disco bastante pesado durante toda su recta final, con un montón de canciones que perfectamente se pudieron haber ahorrado en función de un mejor resultado. Pero bueno, es lo que ocurre también cuando compones solo en tu estudio, produces tu música y no escuchas otras voces...
Con todo, Cyr está bien. Un álbum creado en cuarentena y que responde a dicha lógica. No es un disco que logre volar demasiado alto pero que si al menos trae de regreso a un Billy Corgan más atractivo de seguir.
¿Grandes canciones? 'Save your tears', 'Purple blood' , 'Wyttch' y 'Cyr'.
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