¿Qué sería de la historia de la música sin la egomanía de cientos de personajes? Esto es así, el principal motor de todo artista, lo quiera admitir o no, es su ego. Y este motor puede ser propulsor de enormes obras así como de errores fatales. ¿Cuántas grandes bandas no han sucumbido frente al ego de sus integrantes? Comenzando por The Beatles y a partir de ahí, la lista es infinita. Realizo mención a esto pensando en los Pumpkins y Billy Corgan. Y es que en algún momento de la carrera de las calabazas (por ahí por finales de siglo XX) Corgan se creyó que él era la banda. Acabó disolviéndola en 2000 y a partir de ahí intentó tanto con Zwan como con un proyecto electrónico seguir demostrando su talento. Muy bien no le fue dado que en 2006 se vio en la necesidad de rearmar la marca Smashing pumpkins y me imagino que debe haber intentado convencer tanto a D'arcy, a James Iha como a Jimmy Chamberlin de sumarse al proyecto, sin embargo solo Chamberlin lo siguió. Los dos primeros sus buenas razones habrán tenido para no volver a tocar con él.
Sea como sea, hasta ahora Corgan había editado dos álbumes a la fecha bajo la marca Smashing Pumpkins, dos discos en solitario con una banda de acompañamiento escogida a dedo. Zeitgeist (2007) estuvo bien, Oceania (2012) mejor aún, ambos discos demostraron que Corgan no ha perdido el filo a la hora de encontrar buenas melodías y arreglos, sin embargo, no eran los Pumpkins. Ambos discos llegaron para recordar que Billy Corgan efectivamente no era la banda. Porque incluso los descartes (esos increíbles descartes) que aparecieron bajo el título Machina II en 2001, y que fueron lo último que la banda publicó como tal, contenían un mayor factor emocional que los nuevos trabajos de Corgan.
Aquella sensación de nostalgia por los Pumpkins me ha vuelto a invadir luego de las pasadas que le he dado a Monument to an elegy, lo más reciente de Billy Corgan usando la marca. No estamos frente a un mal álbum, sin embargo acá hay algo que no acaba de cuajar. Monument to an elegy no emociona, no trasciende más allá de sus minutos. Sus simples canciones cumplen, agradan pero no impactan de ninguna manera.
"Tiberius", por ejemplo, abre con potentes guitarras y una letra que habla de la reconciliación de una pareja, un par de estrofas, un coro efectivo y sería todo. Algo similar ocurre con "Being beige", una canción en plan balada eléctrica que acompaña la melodía con un teclado y una batería electrónica que de vez en cuando se asoma, mientras que "Anaise!" es un poco más golpeada pero, lo dicho, no hay explosión. Recién al cuarto tema aparece algo que invita al interés, las guitarras de "One and all (we are)" deben estar dentro de lo positivo que nos ha dejado este disco y es de lo poco que desarrolla ese elemento romántico pero oscuro al mismo tiempo que Corgan tan bien sabe interpretar cuando encuentra la tecla precisa.
"Run2me" contiene los clásicos e infaltables coqueteos electrónicos que en todo álbum del calvo vocalista aparecen aunque esta vez ha intentado matizarlos con guitarrazos que golpean dentro de una estructura creciente. Quizás una letra menos repetitiva habría logrado un mejor resultado. De todas maneras, el mejor momento del álbum llega en la recta final con la pasada por "Drum + fife", "Monuments" y "Dorian", la primera contagia en su buen rollo, la segunda conjuga de buena forma guitarras y teclados mientras que la "Dorian" con su electrónica recuerda los mejores momentos que Corgan trabajó en The future embrace por allá por 2003.
A diferencia de sus dos álbumes anteriores, esta vez Corgan ha entregado un disco corto (solo 32 minutos de música), directo, cargado a las guitarras y además de muy buena vibra. El trabajo es de tono optimista incluso en los momentos en que aborda el desamor. Musicalmente tiene sus contados momentos altos con los cuales supongo habrá que conformarse a estas alturas.
No sabemos si habrá más de Billy Corgan en un futuro cercano, el hombre ha insinuado incluso el retiro dado lo poco que impacta su música en la actualidad y bueno, nadie podría culparlo, debe ser duro nadar en medio de la indiferencia siendo que dos décadas atrás tuviste el mundo a tus pies.
6/10
Bueno, cumple...
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