Antes que cualquier otra cosa: si nunca has oído ni leído algo respecto a esta banda, ve por este enlace, escucha su álbum debut de 2010, un verdadero imprescindible del metal de esta década. ¿El motivo? La frescura de un sonido que conjugaba de manera muy especial la violencia del black con un hard rock que parecía haber sido sacado de lo mejor de los años ochenta, ¡un sonido alegre incluso! Algo impensado dentro del mundo de la música extrema. A causa de este ir y venir de estilos, estos noruegos lograron con su debut quedar en tierra de nadie pero a la vez muy bien parados, sensación que tres años más tarde confirmaron con el notable Meir. Llegaba eso si la hora del siempre complicado tercer álbum, ese que confirma o desinfla a un fenómeno, ese que tiende a dividir aguas. Y en ese sentido, Nattesferd no ha sido la excepción.
El disco vive entre nosotros desde hace más de un par de meses, tiempo suficiente como para aquilatarlo en plena magnitud, y en algo me parece que todos quienes lo hemos oído coincidiremos: la banda ha decidido marcar un antes y un después en su carrera. Y es que lejos de emular sus dos primeros álbumes, los noruegos han optado por expandir su sonido incorporando pasajes marcadamente melódicos aunque no por eso menos complejos. Lo claro es que quienes se enamoraron de sus primeros dos discos, insinuando incluso que con los noruegos se venía una re invención del metal moderno, probablemente tras oír este conjunto de temas habrán guardado las banderas bajo el colchón. Sin embargo, cuidado, que en absoluto el problema acá lo presentan Kvelertak si no más bien es el auditor quien debe saber estar a la altura de la propuesta.
Comenzando por la portada, que esta vez abandona las pinturas de John Dyer Baizley de Baroness, el álbum pretende escapar del "más de lo mismo", inclinando la balanza hacia un sonido menos black y más suave. Y si bien en su partida el álbum se lanza con todo en la caótica y desaforada 'Dendrofil for yggdrasil' (si, los tipos cantan en su idioma) basta que suena '1985' para comprender que este disco pretende ir hacia nuevas latitudes. Y acá se anotan con una absoluta genialidad. Bajan las revoluciones, realizan homenajes a Van Halen, repiten un riff hasta el cansancio pero logran su objetivo: sorprender y desmarcarse de sus dos álbumes iniciales. Y como '1985', hay varias en el disco, 'Nattersferd' (la canción) abrirá con el bajo dando el vamos y desde ahí el asunto funcionará como un viaje por la melodía que acabará rompiendo en las rasposas vociferaciones de Erlend Hjelvik, 'Bronsegud' muestra una faceta más punk/rabiosa mientras que 'Berserkr' trae al presente al Judas Priest del Ram it down con su sabroso riffeo.
En la recta final, donde el álbum se encuentra lejos de bajar el nivel y en una linea que desde ya queda trazada para un siguiente trabajo, sonarán 'Heksebrann' + 'Nekrodamus', la primera va jugando con guitarras, generando cambios de intensidad con el paso de los minutos, incorporando pasajes acústicos a una estructura cambiante que convence absolutamente, mientras que la segunda es un oscuro cierre psicodélico que perfectamente podría haber aparecido en el último de los alemanes Kadavar, algo impensado dos o tres años atrás.
No era fácil el desafío del tercer álbum para los noruegos, sin embargo, con Nattesferd han sabido salir jugando registrando su nombre con mayúsculas en el presente del mundo del metal dando muestras de un talento enorme, valentía y capacidad desmarque de si mismos que pocos saben mostrar. El tiempo dirá si la banda logra sostener este nivel pero por ahora, no podemos si no seguir gozando este glorioso presente.
¿Canciones? '1985', 'Nattersferd' y 'Berserkr'.
9 / 10
Brillante.
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