El peso de los alemanes de Ahab está de regreso. Tras tres años de silencio, y luego del notable The giant (2012), aquello que los amantes de las etiquetas han titulado como funeral doom vuelve a desenfundarse con un talento que continúa sorprendiendo. Tan solo cinco piezas y casi una hora de duración es lo que Ahab nos entrega en esta ocasión, una verdadera sobredosis de lo que mejor saben hacer: ese sonido denso, espeso, que avanza y envuelve lentamente tu cabeza con verdaderas oleadas de oscuridad, lo cual por cierto contrasta completamente con el colorido de la portada, eso hay que decirlo.
Los diez minutos de 'The isle' son los encargados de abrir el disco. Acá oiremos un calmo relato que acabará explotando entre guitarras y soberbios guturales, a medio tema una preciosa parada acústica y hacia el final un solo completará una estructura fascinante, el comienzo de un álbum que no se quedará solo en esto. 'The thing that made search' es aún más densa, ahondando en el tono fúnebre de la banda mientras que 'Red foam (The great storm)' es mucho más violenta y de dinámica más veloz, la interpretación vocal es fenomenal y la potencia de la banda se percibe a tope. Ahora, con los quince minutos (!!!) de 'The weedmen' el asunto vuelve a sus cauces habituales, nuevamente densas estructuras, cargadas al riff de peso y a las lentas oleadas de guitarras que van y vuelven todo el tiempo, de igual forma 'To mourn job' cerrará el disco de manera notable, enlazando voces limpias con guturales, distorsionándolo todo para luego entregar una notable pausa, digna de unos tipos que se manejan a la perfección en lo suyo.
Dentro de la música extrema Ahab se mueve entre margenes que claramente no son para cualquier oído. Su música es compleja y difícil de seguir, sin embargo, con su cuarto disco han vuelto a demostrar hasta donde son capaces de llegar, conjugando con maestría belleza y oscuridad en iguales proporciones. Dentro del estilo siguen siendo de lo más interesante que existe.
7/10
Muy bueno.
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