martes, 31 de agosto de 2021

30 Años De... Pearl Jam: Ten (1991)

"Fuerza y emocionalidad en un debut de proporciones históricas..."

¿Qué más se puede decir respecto al debut de Pearl Jam? Su disco más vendido a la fecha, uno de los
debut más sólidos de la historia, el conjunto que llegó para rematar el golpe que ya había dado Nirvana con Nevermind y entregarle fuerza suficiente al grunge como para que pudiese estirar el hilo por unos cuantos años más. Todo eso y muchísimo más es lo que rodea a este neo clásico incontestable que tuvo todo para elevar al infinito y más allá la carrera de estos jóvenes provenientes de Seattle pero que también pudo perfectamente acabarla ahí mismo. Porque debutar con una obra maestra no es nada fácil, casos de bandas que jamás pudieron sobrevivir al debut hemos visto muchos pero lo relevante (e histórico) en el caso de Pearl jam es el que hayan logrado fortalecerse a partir de el éxito descomunal de un álbum como Ten, y si, que probablemente nunca pudieron publicar otra obra así de contundente, pero supieron re inventarse de mil maneras de la mano de una carrera maravillosa que a día de hoy continúa transitando caminos dignos, e incluso algunos memorables. 

Pero quiero escribir respecto a la música y no tanto del mito, que de eso ya se ha hablado bastante. Ahí, el principal mérito de Ten es la fuerza que contiene, un trabajo donde cada canción es una arrolladora avalancha de emocionalidad y desborde, lo cual se expresa con claridad en toda la Cara A del disco, la cual abre con 'Once', que es una vorágine que se desarrolla entre guitarras punzantes y un Eddie Vedder (absoluto amo y señor del álbum desde el comienzo) que saca trabalenguas en las estrofas y es efectivo en los coros, algo que la banda intentará replicar más adelante replicar con 'Why go', cuyo rock efectivo sonará entre dos pasadas extraordinarias que confirmarán el nivel de intensidad con que cuenta el álbum. La primera es 'Evenflow' seguida de 'Alive', la segunda 'Black' + 'Jeremy', es decir, el nivel es descomunal. En 'Evenflow' destaca el que la banda sabe sostener el peso de la canción pese a bajar las revoluciones respecto a 'Once', con un trabajo notable en batería por parte de Dave Krusen, fuera de encontrar un elemento melódico inolvidable en los coros (algo que se repite a lo largo del álbum) y regalar esa notable baja de aceleración a medio tema (3:20) a la que en vivo la banda ha sabido siempre sacar provecho, mientras que 'Alive' es el primer momento claro del disco en donde todo confabula en favor de la emocionalidad, con un diálogo madre/hijo sobrecogedor y Mike McCready enorme en las guitarras. 


También en una jugada que desborda dolor sonará 'Black', nuevamente con Vedder en un nivel superlativo entregando una recta final con dos minutos inolvidables (pasarán décadas y ese "¿Why can't it be? ¿Why can't it be mine?" seguirá transmitiendo como lo hizo en aquel lejano 1991), seguida de 'Jeremy', que se transformó rápidamente (con ayuda de aquel notable video clip) en todo un himno en contra del acoso escolar, algo que hoy en día se trata y aborda con naturalidad pero treinta años atrás no. 

La Cara B del álbum marcará una pausa con la introspectiva y atmosférica 'Oceans', una que anticipará desde ya la versatilidad que poseía Pearl Jam y que seguramente fue factor para que pudiesen sobrevivir a este primer gran paso en su carrera, para luego entregarse a la dinámica y las guitarras, primero con 'Porch', que es la antesala de lo que unos años más adelante madurarían en 'Rearviewmirror', digamos, ese tipo de canción que abre en velocidad para luego frenar, jammear y agarrar vuelo hacia el cierre, luego con 'Garden' (que es una joya pero pasa desapercibida al lado de tanto hitazo) seguida de 'Deep', otra donde apostarán por la explosión y el desate. Ahora, toda obra maestra debe ser capaz de cerrar en altura y acá lo hacen con la increíble 'Release', recurriendo nuevamente a la emocionalidad aunque esta vez entablando el diálogo hijo/padre que llega hasta la médula del sentir, una vez más de la mano de una interpretación extraordinaria por parte del joven Vedder.

No hay peros ni reparos respecto a Ten. Un disco inmenso, una descarga de energía que pese al paso de la historia continúa vigente, y eso que la banda se dejó en el cajón cosas como 'Yellow led better' o 'Wash' como pruebas de que iban sobrados de creatividad por aquellos años. No es fácil escribir respecto a un álbum como este, donde cualquier adjetivo queda corto, por lo que solo puedo cerrar esperando haber podido estar a la altura. 

¿Canciones? 'Alive', 'Black', 'Jeremy', 'Release'.

10/10
Obra maestra.


Otras reseñas de Pearl Jam:

sábado, 28 de agosto de 2021

Lorna Shore: ... And I Return To Nothingness (EP, 2021)

"De lo bueno poco..."

A poco de haber publicado un contundente Immortal (2020), los estadounidenses de Lorna shore están de regreso. Evidentemente quieren marcar presencia tras el (segundo) cambio de vocalista que han debido vivir, confirmando a Will Ramos como nuevo frontman, aunque a juzgar por estas tres nuevas canciones que muestran, también han querido confirmar el buen momento creativo por el que pasan. De esta forma nos entregan un EP que en casi veinte minutos da continuidad a lo presentado un año atrás, un deathcore cargado de elementos sinfónicos y donde las vocalizaciones son elemento primordial. 

La vara estaba alta, CJ McCreery realizó una labor extraordinaria en Immortal, pero Ramos no se ha quedado atrás, entregando unas fluctuaciones que impresionan. Este aspecto luce de inmediato en la apertura a cargo de 'To the hellfire', donde el joven vocalista abre chillando para luego llenar el espacio con guturales de todo tipo (el minuto final del tema, donde la banda le ha permitido mostrar credenciales, es una exquisita locura), mientras que musicalmente la canción apuesta por violentos cambios estructurales (la canción es bastante enferma, digámoslo) y con una sinfónica que acompaña prácticamente en todo momento. Mucho más directa y desaforada será 'Of the abyss', que abre endemoniadamente aunque de todas maneras pasando los tres minutos sabrá quebrarse en dos entre notables breakdowns para cerrar sinfónicamente. Finalmente, '...And I return to nothingness' entrará en plan ceremonia con sus teclados para luego desenfundar su violento caos, bien logrado, contundente y pesadísimo, donde nuevamente la banda ha querido meterlo todo: solemnidad, velocidad, estallidos, chillidos, blast beats e incluso un solo de guitarra suena por ahí, cerrando de esta forma una entrega impecable, que efectivamente cumple en su misión de presentar el momento de Lorna shore y dejarte con ganas de más. COmo para seguir atentos...

¿Canciones? Las tres.

8/10
Excelente.

miércoles, 25 de agosto de 2021

The Killers: Pressure Machine (2021)

"Hacia adentro..."


Tras un álbum de buena acogida como Imploding the mirage (2020), que sirvió para traer de regreso las esperanzas sobre The killers tras un par de discos que poco dejaron más allá de alguna canción, se vino la pandemia y con ello, el silencio y la imposibilidad de mostrar el trabajo sobre los escenarios. Si a eso sumamos el que la banda viene bastante quebrada en lo interno, resultaba esperable el que Brandon Flowers se fuese hacia adentro en la búsqueda de inspiración, asunto que acabó derivando en Pressure machine, un álbum que el vocalista dedica al pueblo donde pasó su adolescencia (Nephi, una pequeña localidad rural en Utah) en tonos folk y reposados, lejos, muy lejos de la tradicional búsqueda del himno que suele abordar la banda.

Es un disco de historias el que Brandon nos presenta, de su historia en un pueblo donde "todos se conocen", y donde previo a cada canción se presenta un relato introductorio que corre por parte de algún habitante del pueblo. La portada misma habla ya de las tonalidades que el álbum abordará, oscuras y melancólicas, muy Bruce Springsteen por lo general, como ocurre primero en la soberbia 'West hills', donde el vocalista conecta de manera impecable entre una mandolina y guitarras eléctricas que van abriéndose camino en medida que el tema avanza, y luego en la sencilla pero efectiva 'Quiet town', que coordina guitarra acústica + harmónica. 

Por supuesto que dado el carácter del álbum nadie debería ir a darle play buscando a los killers de siempre, sino a unos mucho más introspectivos y donde todo parece estar permitido, de ahí canciones absolutamente desnudas como 'Terrible thing' o 'Runaway horses', entre las cuales Brandon regalará los momentos más ricos en materia melódica del álbum: 'Cody' (maravilla de coro) + 'Sleepwalker'. Y así, durante su recorrido el disco continuará oscilando entre pasajes íntimos como 'Desperate things' , medios tiempos como 'In another life' y otros que se lanzan decididamente a la dinámica como 'In the car outside', la única del disco que conecta declaradamente con el sonido del antecesor Imploding the mirage.

Pressure machine podría perfectamente haber sido el tercer álbum en solitario de Brandon Flowers, pero él más que nadie sabe que este conjunto de buenas canciones llegarán a más gente bajo el nombre de The killers. Como sea, vale la pena el pasar por un trabajo como este, uno de los tantos que llegaron a existir solo gracias a la pandemia pero que lejos de sonar forzado entrega una facción diferente de la banda, reposada pero siempre interesante en materia de arreglos, fuera de confirmar a Brandon Flowers como el tremendo vocalista que es y un compositor que continúa creciendo.

¿Canciones? 'West hills', 'Cody', 'Desperate things'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de The Killers:

sábado, 21 de agosto de 2021

Wolf Alice : Blue Weekend (2021)

"El necesario paso hacia adelante..."

Cuando cierto sector de la crítica se empecina en elevar a una banda inevitablemente los cuestionamientos surgen: ¿Será para tanto o me están tratando de vender un timo? Lo cierto es que algo por el estilo ocurre con Wolf Alice, la última maravilla inglesa (o eso es lo que nos están diciendo) que debutó en 2015 planteándose desde el pop alternativo con My love is cool para luego confirmar sensaciones en un sólido (y elogiado) Visions of a life (2017). No son músicos dotados pero mediante una lograda producción logran sonar interesantes, Ellie Rowsell no es una grandiosa vocalista pero transmite, tiene impronta (si, que la comparación con Blondie y Debbie Harry, desde la portada del álbum a la postura , hace sentido) y así, todo en Wolf Alice pareciese tener carisma al punto de llevarte a superar el prejuicio. Ahora, si algo hay que darle de entrada a la agrupación es el talento de saber no acotar su sonido a un sólo género, donde pareciesen tomar algo de acá, de allá, y armarte un cóctel que efectivamente queda en aquel singular limbo del "ni tan pop ni tan alternativo" donde en la actualidad artistas como Angel Olsen o Sharon Van Etten, por ejemplo, saben moverse a absoluto placer. 

Lo más importante, sin embargo, es que los momentos están, y en Blue weekend vuelven a lucir aunque con un claro acento hacia el dream pop e incluso el shoegaze. Siguen siendo los mismos pero intentan dar el salto, realizando esos cambios de ánimo característicos de la banda, pasando de la desnudez de una canción como 'The beach', que abre en plan voz + riff para lentamente ir abriendo el tema entre explosiones que acaban en un coitus interruptus que deja pidiendo por más, a algo tan edulcorado como 'Delicious things' (con unas tonalidades retro que suenan a Lana del rey tanto en la partida como en coros). Los vaivenes, sin embargo, si bien están presentes a lo largo de Blue weekend no serán tan marcados como ocurría en sus antecesores presentando un álbum que tiende a ir hacia la calma y la melancolía durante gran parte de su trámite. Es lo que ocurrirá en 'Lipstick on the glass' (que vuelve a apostar por el voz + riff para encender en los coros), en la dulce 'Safe from heartbreak (if you never fall in love)' o en la sólida 'How can I make it ok?' (acá en las estrofas me han recordado a Mimi Parker de los elegantes Low), así como en toda la recta final del disco, la cual se interna en terrenos lúgubres marcados por capas de guitarras, cuidadísimas en 'Feeling myself' o desatadas en 'The beach II', o sacando a flote una de las mejores interpretaciones de Ellie en 'The last man on earth', donde sobre un piano sabe combinar a la perfección los juegos a varias voces con un registro al que (esta vez si) logra sacar partido. 

De esta forma, solo de vez en cuando el disco se lanzará a las guitarras sucias ('Smile' o 'Play the greatest hits', una especie de Avril Lavigne + shoegaze) pero en general se moverá sobre tonalidades oscuras, dream pop y texturas que tienden a la sobre producción. El álbum suena coherente, efectivamente regala varios momentos de alto nivel y cumple con el cometido además de consagra a Wolf Alice más allá del aclamado debut. No parece ser el disco definitivo de la banda y está la sensación de que varias de estas canciones pudieron llegar más lejos, pero de todas formas este es el paso hacia adelante que necesitaban y lo más importante: no han sucumbido ante la presión. 

¿Canciones? 'Delicious things' , 'Feeling myself','The last man on earth'.

7,5 /10
¡Muy bueno!

miércoles, 18 de agosto de 2021

Sepultura: SepulQuarta (2021)

"Equilibrado rescate ..."

Lo de Sepultura es caso cerrado: quienes crecieron escuchándolos en los años noventa (o se acercaron al metal gracias a ellos) nunca se van a tragar la formación liderada por Derrick Green. Y no hay más. La misma banda tiene bastante claro este panorama por lo que desde hace un buen rato decidieron trabajar en plena libertad creativa, lo cual se ha materializado en álbumes como Machine messiah (2017) o el más reciente Quadra (2020). El caso es que este último no pudo ser promocionado debido a la pandemia por lo que la agrupación decidió marcar presencia en su canal de YouTube, recurriendo a varios amigos y amigas de renombre semana a semana, publicando charlas y en algunos casos colaboraciones, las cuales han acabado por conformar este compilado que en quince canciones recorre el extenso catálogo de Sepultura, incorporando piezas de Beneath the remains (2), Chaos A.D (3), Roots (2), Against (1), Nation (1), Roorback (1), Kairos (1), Machina Messiah (2) y Quadra (1), las cuales cuentan con la singularidad de haber sido grabadas al natural desde las respectivas casas (o estudios) de cada cual.

Y bueno, como todo álbum de versiones, encontraremos algunas piezas que intentan reproducir la atmósfera de las originales, como es el caso de 'Territory' (junto al polémico David Ellefson), 'Cut-throat' (con Scott Ian), 'Inner self' (Phil Rind) o en 'Slave new world' (Matthew K. Heafy) , mientras que en otras ocasiones la banda intentará añadir un plus en la interpretación, asunto que se da y funciona en 'Hatred aside', que suena muy salvaje a cuatro voces gracias a la intervención de Angelica Burns, Fernanda Lira y Mayara Puertas (habría sido bonito que desempolvaran para esta a Jason Newsted, hay que decirlo, dado que él participó en la original de 1998), en 'Sepulnation' (que suena adictiva pese a lo desentonado y débil que vocaliza Danko Jones), y en en 'Mask' junto al siempre contundente Devin Townsend

El álbum servirá también para recuperar algunas joyas que merecían mayor atención, como las fenomenales 'Vandals nest', 'Apes of god' o 'Phantom self', bestiales todas en sus respectivas versiones, aunque también desaprovecha oportunidades con 'Fear, pain, chaos, suffering' (la más malita de Quadra y la más malita acá), así como lo de 'Ratamahatta' no se acerca ni por asomo a lo logrado en el clásico de 1996. 

En definitiva, un álbum que en el balance sabe bien, que acierta más de lo que falla y entrega un equilibrado rescate de versiones con un contundente Derrick Green y un Eloy Casagrande que consagra su aporte al interior de Sepultura

¿Canciones? 'Vandals nest', 'Apes of god' o 'Phantom self'.

domingo, 15 de agosto de 2021

30 Años De... Metallica: Metallica (Black Album, 1991)

(Reseña publicada originalmente en 2016, con motivo de los 25 años. Pero bueno, el tiempo pasa y ya son 30 por lo que tocaba re subirla...)

"Histórico giro..."

Antes de hablar de música, contextualicemos (que para este caso el contexto es demasiado relevante): el paso a los 90s vino con un giro absoluto para Metallica. Habían tocado techo creativamente con ... And justice for all (1988) y la banda así lo sintió, las ideas comenzaban a escasear tras la partida en 1986 de Cliff Burton y la banda se encontraba en la encrucijada de seguir realizando álbumes de metal que sonaran iguales o ir hacia un sitio completamente distinto. Y en aquella búsqueda es que el grupo decide contratar como productor a Bob Rock, personaje que se encontraba tras el sonido de bandas como Bon Jovi o Motley Crue. Es entonces cuando Bob convence a James Hetfield y a Lars Ulrich (que sabemos han sido siempre quienes deciden los caminos de Metallica) de volver su sonido digerible para un público casual, no necesariamente seguidor de metal... y los convence. La banda comprende que si quiere pasar a la historia de verdad debe cruzar dicha barrera, romper el cerco del cerrado mundo del metal y lograr llegar a distintos tipos de audiencias. Demás está decir que Bob Rock es visto como el mismo satán por los metaleros más puristas. 

Con estas estas ideas en la cabeza es que Metallica entra al estudio y graba un disco radicalmente diferente a lo realizado hasta ese entonces. El primer cambio se aprecia en la cantidad de temas, de los ocho o nueve tradicionales pasan a doce, y es que claro, la duración de las canciones ha disminuido, la mayoría de ellas ronda los cuatro minutos y se mueve dentro de un formato tradicional de radio (que en ese entonces era un medio importante de promoción). Pero el cambio más importante viene en el sonido de la banda. Kirk Hammett abraza el efecto de sonido popularmente conocido como “wah-wah” , el cual torna un solo de guitarra mucho más accesible a los oídos de un auditor de rock común y corriente, el bajo de Jason Newsted esta vez si se escucha, y se incluyen además en el disco dos baladas con pasajes acústicos como 'The unforgiven' y 'Nothing else matters' , canciones pensadas para ser un absoluto éxito... y lo fueron. 

Fuera del sonido y la producción (limpia y cristalina, probablemente la mejor en la carrera de Metallica), nada en el “disco negro” es dejado al azar y la promoción no es la excepción. Se graban vídeos para las canciones 'Enter Sandman', 'The unforgiven', 'Nothing else matters' , 'Sad but true' y 'Wherever I may roam', todos rinden buenos frutos desatando una seguidilla de éxitos dentro de la industria e incluso provocando el que la gira de promoción del álbum se extienda por más de dos años y recorra prácticamente el mundo entero. 

Ahora, más allá de los singles, musicalmente el álbum es brillante. Este equilibra los éxitos comerciales ya mencionados con algunos cortes efectivos y más agresivos como 'Of wolf and man', 'Holier than Thou' o 'Through the never', más algunas pasadas un tanto más densas que incluso traen a la memoria ciertos pasajes de ... And justice for all, me refiero a 'Don't tread on me', la absolutamente fantástica 'The god that failed' o la exquisita 'My friend of misery'.  El disco dispara hacia muchos frentes y en todos sale bien parado.  El golpe ha resultado efectivo, Metallica y Bob Rock (esta vez) se salen con la suya, la venden y el mundo la compra toda. Sus fans aumentan exponencialmente, obtienen reconocimiento por montón (hasta un Grammy les llega en la pasada) y logran el objetivo de instalarse en la historia de la música, no es secreto para nadie el que viven hasta el día de hoy con lo logrado por el álbum negro y que es 1991 el punto de inflexión que los transforma en lo que hoy son: con seguridad una de las bandas más trascendentes en la historia del rock contemporáneo. 

Todo parece marchar sobre ruedas, sin embargo, tanta gira deja a la banda exhausta. Deciden entonces darse un descanso y partir cada cual por su lado, asunto que acaba extendiéndose mucho más allá de lo esperado, pasarán cinco largos años de hecho antes de su siguiente entrega, el polémico Load, pero aquello ya es parte de otra reseña...

9,5 /10
¡Brillante!

viernes, 13 de agosto de 2021

Prince: Cinco Pequeñas Grandes Joyas...

… de su período final. 

Y claro, es que nadie va a desconocer su aporte a la música durante los años ochenta, donde álbumes como 1999 (1981)Purple rain (1984) o Sign o' the times (1987) marcaron pauta. Pasando los noventa, sin embargo, el hombre se entrampó entre su lucha por la independencia creativa (un adelantado a los tiempos claramente) al punto de llegar a vivir en una burbuja que lo tuvo lanzando material año tras año, incluso con publicaciones múltiples en ciertos casos (tanto físicas como vía internet). Como sea, más allá de la conexión particular que cualquiera pueda sentir con la obra de Prince durante sus últimos quince años (digamos, el período 2000-16), algo que jamás nadie podrá negarle fue su mirada inquieta y las ganas por jamás estancarse en un sonido. Y bueno, de este período, a partir del lanzamiento de un álbum póstumo que acaba de ver la luz (el cual no comentaré acá en el blog) quisiese destacar cinco momentos dignos de atención. Vamos allá:

De Musicology (2004): 'A million days'
El de 2004 es un álbum que suda atrevimiento. ¿Excesivo? Por supuesto, pero en medio de todo ese funk e improvisaciones por montón, Prince logra darle espacio a una balada de corte más tradicional pero que crece con el paso de sus segundos para encontrar un solo exquisito y el desate en la recta final. Glorioso, la demostración de que cuando daba en la tecla, era absolutamente único. 


De Planet eath (2007): 'Planet earth'.
De todos los discos de Prince post 2000, este debe ser el más accesible de todos. De este, seguramente lo obvio sería destacar el sabor de 'Chelsea Rodgers' o ese aroma a 'I will follow' (la de U2) que contiene 'Guitar', pero no, quiero hablar del tema homónimo, que abre como toda una cursilería para poco a poco ir encontrando cuerpo. Llegará por supuesto (que este tipo no era normal) el momento (2:40) en que decida abrir la canción y dispararla hacia todos lados, metiendo pianos, teclados y, por supuesto, un solo final que si duraba diez minutos no molestaba...


De 'Lotusflow3r' (2009): 'Dreamer'.
Vaya maravilla de disco. A mi me encanta. Con sus excesos y todos sus defectos, Lotusflow3r será siempre mi favorito de esta era final de Prince. Es un disco de guitarras, y 'Dreamer' debe ser una de las mejores canciones de rock and roll en su carrera. 


De '20Ten' (2010) : 'Compassion'
Tras un álbum de guitarras Prince quiso virar hacia los teclados y la dinámica bailable, que el hombre no se quedaba quieto. El resultado fue pobre, digámoslo, un álbum irregular que no supo cuajar de buena forma las ideas. 'Compassion', sin embargo, fue un grato acierto y una buena muestra de por donde quizás debió ir el resto del álbum... 


De Art official age (2016): 'Breakdown'
Otro disco en donde buscó el funk, encontrándolo en cosas como 'Art official cage' o 'The gold standart', pero entre estas nos regaló el desgarro hecho canción en este pedazo de balada, que si en estudio se encarga de ponernos los pelos de punta, en vivo ni te cuento. El como se rompe entre agudos hacia el cierre es una cuestión de otro mundo...


Y bueno, lo dicho. Que Prince publicó tanta cosa que joyas como las mencionadas han acabado perdiéndose en el anonimato. Su obra en el período final, muy vapuleada (o derechamente ignorada) por la crítica y el público en general, merece mayor crédito, y bueno... nobleza obliga.