"Mirada honesta hacia el presente..."
En dicho sentido algo ya anticipaba la fantástica 'The tipping point' (la canción), primer adelanto que conocimos del álbum meses atrás, un tema con toques electrónicos pero que de todas formas suena orgánico gracias a esa batería tan presente que meten, el juego de voces cercano que bien saben utilizar y un coro melódico/adictivo que ha convertido a la canción rápidamente en un verdadero neo clásico de la banda, digamos, algo que querríamos oír de todas maneras en uno de sus conciertos.
Antes y después de la mencionada aparecerá un tono reposado y reflexivo con el que la dupla ha querido declarar intenciones: este es un álbum de unos abuelos de sesenta años, pero unos muy pero muy cool (basta ver la pinta que Roland Orzabal estrenó para este álbum para comprobar lo que digo... ¡qué tipazo!). El caso es que 'No small thing' abrirá el disco en un a línea completamente acústica, siendo esta una hermosa declaración de amor (y madurez) que sabe encontrar en su estructura unas alzas de intensidad conmovedoras (ese "cause freedom is no small thing..." del 2:16 es un subidón de aquellos), mientras que 'Long, long, long time' recurrirá a voces más agudas, a la electrónica que marcará los tiempos y unos coros atmosféricos perfectamente logrados. Ambas son piezas delicadas que encontrarán excelente continuación en el pop de 'Break the man', la única canción en todo el disco que es claramente Curt Smith, y la única también que conecta en su tono acústico/melódico con los inicios de la banda.
El álbum cerrará con una re interpretación de 'Stay', canción que había aparecido en el compilado Rule the world: the greatest hits en 2017, y quizás por eso mismo fue injustamente ignorada por todos nosotros. Seguramente por eso acá han querido recuperarla en una versión algo más acústica, que no está mal pero francamente no aporta demasiado frente a la original.
Cerramos así un álbum sólido como roca. En su (esperado) regreso, Tears for fears dan palos por acá y por allá. The tipping point no es un álbum de electrónica ochentera, tampoco un disco de guitarras (es más, estas apenas aparecen). Es más bien un trabajo que mira al presente de manera honesta. Melancólicos a momentos, inquietos en otros aunque jamás olvidando su espíritu de banda pop. Ya tan solo la Cara A del disco, esas primeras cinco, resulta un golpe de madurez brutal e incontestable. La dupla pone la experiencia sobre la mesa y ahí, pese al paso del tiempo lucen inagotables. Que decir, sencillamente eternos.
¿Canciones? 'No small thing', 'The tipping point', 'Long, long, long time'.
Excelente.
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