"Solo intenciones y momentos..."
Hay cositas en Infinite granite. De partida y a diferencia de lo que ocurría en Ordinary corrupt human love, este ejercicio suena coherente moviéndose sobre riffs livianos y una constante emocional siempre presente que en contados momentos apunta a la explosión. Sin embargo, en la individual el asunto no acaba por convencer 'Shellstar', por ejemplo, es una partida amena aunque más allá de sus coros plagados de guitarras no genera mayor impacto, fuera de evidenciar las limitadas dotes de George Clarke como vocalista, quien pese a que el tema lo pide (desde el 4:30 en adelante) no logra salir del murmullo/susurro. De hecho, no es él sino que la banda la que logra elevar una pieza preciosa y delicada como 'In blur' (el efectivo adelanto que meses atrás anticipó la jugada) gracias a los dos minutos finales en donde inundan la canción de guitarras, sin embargo, más allá de este acierto, si hay una constante que se repite a lo largo del álbum es esa sensación de que Deafheaven no saben que hacer con los momentos de calma, como ocurre en 'Great mass of color', que en general funciona con sus alardes pero en un momento dado (2:45 - 4:50) ralentizan el tema para llevarlo a la nada misma siendo nuevamente la explosión del cierre (donde Clarke lanza alaridos por primera vez) la que nos rescata del letargo.
Lamentablemente, si el minuto final de 'Great mass of color' nos había levantado, rápidamente volveremos a suelo con 'Neptune raining diamonds', un instrumental (de tres minutos además) que llega demasiado pronto, al cual le sucederán cosas como 'Lament for wasps', que alterna de buena forma momentos explosivos con otros que descienden bruscamente, o 'Villain', derechamente aburrida y donde intentan repetir la fórmula del subidón al cierre con Clarke gritando pero esta vez fracasan en la idea. Y así, 'The gnashing' entra con todo entre guitarras y suena poderosa en su trámite (es la mejor del disco sin duda) pero 'Other language' nuevamente nos llevará a cero, para finalmente cerrar con una sosa 'Mombasa' cuya única particularidad es la de entregar (otra vez en el cierre) el único momento del disco donde la banda se desata y recupera la fuerza del metal en el sonido.
Un disco de momentos por tanto es lo que Deafheaven ha entregado con Infinite granite, un salto que de cierto modo lo veíamos venir y ha llegado seguramente para marcar el inicio de un nuevo camino, pero que esperemos a futuro sepa cuajar de mejor forma.
¿Canciones? 'In blur', 'Lament for wasps' y 'The gnashing'.
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