"Abriendo nuevos y luminosos caminos..."
De esta forma, la primera mitad de Shore es la que mayores luces muestra, ahí quienes creíamos que nunca esta banda podría componer una canción de pop contagiosa hemos tenido que mordernos (con gusto) la lengua ante un singlazo como 'Can I believe you', una adictiva canción que ha llegado para abrir puertas que quizás la banda debería intentar revisitar a futuro. También han abordado sonoridades similares en 'A long way past the past', aunque sin la misma efectividad, y sonado tremendamente contundentes en la enorme 'Maestranza' (donde la producción se luce al hacer brillar la instrumentación al detalle). Ahora, el resto de toda esa primera mitad del álbum sabe a gloria, con ese tierno susurro de dos minutos que abre los fuegos en 'Wading in waist-high water', el cual acabará rompiendo aguas mediante el pop agradable y acústico de 'Sunblind' (dedicada a esos músicos que han inspirado a Pecknold), todo un acierto que más adelante encontrará par en el tono de 'Young man's game', aunque el momento más alto del disco se alcanzará en la pasada por 'Jara' + 'Featherweight', la primera es un precioso medio tiempo que realiza mención a la memoria del cantautor chileno Victor Jara, mientras que la segunda es una perla que en cuatro minutos es capaz de exponer todo lo que vuelve tan especial a esta banda: suaves guitarras, un piano que se insinúa todo el tiempo para en la recta final tener su momento y vocalizaciones que erizan la piel.
Habrá de todas formas espacio para la melancolía y profundidad en Shore, esta aparecerá durante la segunda mitad en canciones como 'I'm not my season', 'Going-to-the-sun road' o en 'Thymia', una pasada que inevitablemente se acabará volviendo algo espesa entre tanta balada y marcando el principal (y único) defecto con que carga el disco: hay un exceso de canciones (son quince en total, con once o doce estábamos más que bien). Esto provoca que temas más exploratorios e interesantes como 'Quiet air / Gioa' o 'Shore' luzcan desencajados en medio de una recta final que se vuelve algo espesa.
En definitiva, pese a ese cierre en donde el exceso de canciones acaba restando algo de fuerza, Shore es un disco que da muestras de un Robin Pecknold diferente, más luminoso e incluso liviano (en un buen sentido), lo cual lo continúa mostrando como un compositor y letrista realmente iluminado dentro de su generación.
¿Grandes canciones? 'Can I believe you', 'Jara' y 'Featherweight'
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