martes, 14 de enero de 2020

Angel Olsen: All Mirrors (2019)

“Ambicioso dramatismo...”

Venía claramente en ascenso pero tocaba dar el salto, escapar de la comodidad y enfrentarse a un reto mayor, que es lo que precisamente Angel Olsen ha llevado adelante en All mirrors. En su cuarto álbum la norteamericana ha abandonado la soledad de su habitación para dejarse asesorar y entregarse de lleno al dramatismo y la emocionalidad, incluso corriendo el riesgo de exagerar en el camino. Y es que si sus anteriores álbumes estuvieron marcados por ese constante vaivén entre lo íntimo y lo intenso, con Olsen vocalizando muchas veces únicamente sobre una guitarra eléctrica, esta vez la cantautora ha decidido dar un giro en 180 grados y entregar absoluto protagonismo a la generación de ambientes, complementado su música con enormes arreglos orquestales y un constante uso de sintetizadores. En este sentido, All mirrors no es un disco fácil de abordar. No hay acá temas inmediatos ni coros particularmente recordables sino más bien un trabajo marcado por una producción que ha colocado intencionalmente a la instrumentación muy por sobre el registro de la vocalista, lo cual vuelve tarea compleja el disfrutar del disco en unas primeras vueltas, y no será tras varias pasadas cuando los temas comiencen a aparecer.

Ahí, destacarán los seis fantásticos minutos de ‘Lark’, con sus constantes explosiones de ira, la sobrecarga de arreglos que entrega ‘All mirrors’ (la canción), el exquisito paso a paso entre bajo, teclados y violines que proponen canciones como ‘New love cassette’ o ‘What it is’, la dolorosa interpretación e instrumentación de ‘Tonight’ , la dinámica ‘Summer’, donde el legado de Kate Bush (una vez más) aparece como una referencia obligada, y ese precioso cierre que nos lleva de vuelta a los años 60’s en ‘Chance’, sin embargo, más allá de una u otra canción en particular All mirrors emerge evidentemente como un todo, un conjunto absolutamente coherente aunque igualmente a ratos espeso y difícil de seguir si lo que buscas es música inmediata.

El cuarto disco de Angel Olsen apostó por marcar diferencias respecto a sus antecesores y vaya que lo ha conseguido. Interpretaciones marcadas por el dolor y la pasión donde la artista aborda el desamor pero celebrando al mismo tiempo el ser capaz de encontrarse consigo misma. Un sonido muy retro, barroco, angustiante y dramático pero bien logrado. Un evidente paso hacia adelante por parte de una de las voces femeninas más interesantes del momento. Aunque el mundo no se entere...

8 / 10
¡Excelente!


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