“La guitarra (inofensiva) como protagonista...”
Al grano: no me vengan con el cuento de que Let’s rock es “la vuelta a las raíces” de The black keys, que no me lo trago, por más que los tipos nos lo traten de vender así, portada, promoción y título incluido.
Y si, que es cierto que no encontraremos en estos casi cuarenta minutos de música arranques psicodélicos o edulcorados como los trabajados cinco años atrás (‘Weight of love’ o ‘Turn blue’, claros ejemplos) y que la guitarra ha vuelto a ser protagonista durante gran parte del trámite que esta vez nos proponen, pero vuelta a lo básico esto no es. Si quizás un grato punto medio entre los primeros álbumes de la banda y los afanes exploratorios alcanzados en 2014 con Turn blue.
Es así como nos encontramos acá con un conjunto de en su mayoría muy directas, con evidente sentido comercial (claro que si) y que pretenden generar gancho inmediato con el auditor. De esta forma ‘Shine a little light’ luce por su coro, ‘Eagle bird’ por su adictiva dinámica, en ‘Lo/hi’ disfrutamos ese exquisito subidón que aparece tras el puente, en ‘Get yourself together’ percibimos un clon de ‘Lonely boy’ mientras que el ‘Go’ esos “Ohhh ohh oh oh” no son otra cosa que una búsqueda de manual por el hit. De esta forma, ‘Let’s rock’ se construye como un álbum realmente disfrutable, donde las guitarras y sus riff dirigen constantemente el asunto y los temas más melódicos, como ‘Walk across the water’ o ‘Sit around and miss you’ (con claros perfumes al clásico ‘Stuck in the middle with you’ de Steeler wheel) únicamente sirven como enlace entre aquellas canciones directas y otras más oscuras como ‘Tell me lies’ o ‘Breaking down’.
Ahora, si bien nadie podría negar que el álbum cumple en su afán de regalar un trámite ameno, este en su global se transmite en exceso inofensivo, con canciones que fluyen adecuadamente pero carecen de garra o explosión (‘Every little thing’, ‘Under the gun’ o ‘Fire walk with me’, casos patentes donde esta situación se evidencia), donde habitualmente se incluyen aplausos en los coros y los solos son en general tímidos, dando muestras de que el dúo se ha quedado a medio camino, como quien si hubiesen querido arriesgar pero sin que esto implique perder la popularidad ganada.
La sensación final por tanto frente a Let’s rock es que este cumple pero se no posee la crudeza de los primeros álbumes de la banda, tampoco encuentra la lucidez compositiva de El camino (2011) y abandona las atmósferas íntimas de Turn blue (2014). Es decir, deja a la banda en tierra de nadie y en medio de todo.
5 / 10
Nada muy especial.
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