"El distinto de su generación..."
En el afán de escapar del one hit wonder y asechado por una serie de muertes (incluida la de su abuelo), un veinteañero Beck se encontraba grabando un álbum de corte acústico y melancólico (el cual de hecho acabaría siendo Mutations de 1998), sin embargo, poco convencido por los resultados decidió detener dicho trabajo para cambiar el foco. Sabia decisión. Con los Dust Brothers en la producción, Beck se enfocaría en un álbum mucho más dinámico, alegre y dueño de una particularidad exquisita, la cual acabaría situando al disco entre los especímenes más atractivos de toda la década de los noventa.
El principal mérito con que contó Odelay fue el ser un trabajo que dio rienda suelta a la creatividad. Beck abrió la llave, e independiente de que tan comerciable fuese el resultado, plasmó todo lo que tenía en cada una de las canciones que componen el disco. Eso además de musicalmente cruzar elementos retro y una producción vintage con otros muy actuales, sobretodo el hip hop. Aunque insisto, en Odelay entró todo, tanto en arreglos y estilos como en letras mismas, las cuales incluso incluyen extractos cantados en un divertido e imperfecto español ("Yo soy un disco quebrado / Yo tengo chicle en mi cerebro"). En materia de diversidad el álbum es brillante de comienzo a fin.
Si hablamos de rock, el disco dispara con fuerza en 'Devil's haircut' (que cuenta con un riff original de MC5, de 1966) y 'Minus', con ese bajo maravilloso que marca el tema, cuando abraza el folk lo hace desde el medio tiempo 'Hotwax' (que samplea la batería de 'Song for Aretha' de Bernard "Pretty" Purdie), 'Sissyneck' o la exquisita 'Lord only knows' pero también desde la balada en 'Jack-ass' o 'Ramshackle' (la única en todo el disco que sobrevivió a las viejas sesiones acústicas originales). Hay melodías orientales en 'Derelict' y también momentos donde el disco decididamente se lanza sobre el hip hop, ahí 'Novacaine' o 'High 5 (Rock the catkills)' funcionan muy bien y por si todo lo mencionase fuese poco, están las joyas retro del álbum, me refiero a 'The new pollution' y 'Where it's at', ambas únicas por su singularidad.
"There's a destinition a little up the road
from de habitations and the towns we know.
A place we saw the lights turn low
the jig-saw jazz and the get-fresh flow.
Pulling out jives and jamboree handouts
two turntables and a microphone
Bottles and cans and just clap your hands
and just clap your hands..."
(Where it's at)
Mirado a distancia, no deja de ser increíble lo de Beck: no es un gran vocalista (su registro es más bien limitado), ni un músico virtuoso y menos un intérprete con un desplante contagioso. No es un rapero blanco, tampoco un rockero. Sin embargo, el hombre con su creatividad supo, contra cualquier miramiento en menos que existió frente a su figura tras la edición de Mellow gold (1994), abrirse camino mediante un disco único en su especie, un trabajo que colocó lo situó en una categoría propia y donde de hecho al día de hoy sigue compitiendo únicamente consigo mismo.
Un crack, uno de verdad.
10/10
Obra maestra
Otras reseñas de Beck:
No hay comentarios:
Publicar un comentario