Las ganas y un poco más.
La carrera de la dupla Alison Mosshart + Jamie Hince venía en ascenso y definitivamente tocó techo en 2011 con la edición del notable Blood presures, álbum que explotó la fórmula rock garage hasta un punto desde donde ya no se podía avanzar más sin comenzar a repetir el plato descaradamente. Tan así fue el asunto que para esta nueva entrega los Kills se han tomado cinco años de plazo, y si bien es cierto que parte de este tiempo fue consumido por el accidente sufrido por Hince, quien debió someterse a una serie de cirugías en su mano y, en palabras propias, aprender a tocar nuevamente la guitarra casi con un dedo menos, también peso en la pausa la necesaria reinvención musical que la banda debía desarrollar esta vez.
Los primeros segundos de la excelente 'Doing it to death' hablan de la mencionada búsqueda por "sonar distinto". Una batería electrónica, un tiempo más pausado y una estructura adictiva sobre la cual la voz de Alison suena mejor que nunca, dulce y sensual a rabiar. Le seguirá 'Heart of a dog', una donde la vocalista se arrastra expresando un notable "Soy fiel, soy leal...tengo el corazón de un perro...", nuevamente sobre una melodía muy pausada pero que convence. Llegando a 'Hard habit to break' el asunto ganará en dinámica, una voz sobre maquinitas aceleradas que abrirán paso a guitarras que acompañan de gran forma. A estas alturas el asunto entra en gracia totalmente, sin embargo, a partir del medio tiempo 'Bitter fruit' las sensaciones irán en bajada...
Los recursos de estudio se manifiestan en plenitud con 'Days of why and how' + 'Let it drop', momentos en donde Jamie Hince (productor además del álbum) marca con fuerza la diferencia musical que quiso ejercer en relación a los anteriores álbumes de The Kills, acá las percusiones electrónicas abundan y los ambientes son más mecánicos, artificiales quizás. En la primera el asunto fluye de manera notable, en la segunda no tanto. Y si algunos arquearon la ceja con esta pasada, seguro que el blues 'Hum for your buzz' los habrá llevado a dejar el álbum, y es que si, la pasada es difícil y no dejará de serlo durante el resto del disco, ni siquiera cuando aprieten el acelerador en 'Black tar' o cierren de manera magistral con 'Whirling eye', ya que a estas alturas solo llegarán los más pacientes.
Una cosa es ser promesa de bajo perfil, otra es que esperen algo de ti al salir a la cancha. Y The kills han sentido la presión. Se tomaron su tiempo, fueron valientes, intentaron salir de su zona de confort y aportar nuevos elementos a su sonido, el problema es que la sopa les ha quedado muy espesa y ahí serán pocos los que de verdad la disfruten. El tiempo dirá si estamos frente a un paso de transición o más bien el comienzo del fin, pero por ahora, Ash & ice nos deja tres o cuatro buenas canciones más una serie de correctas intenciones.
3.0 // Bueno, cumple. |
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