lunes, 31 de agosto de 2020

Babasónicos: Suficiente (2020)

"Ilusión a cuenta gotas..."

Dos años atrás, algunos alucinamos tras la aparición de un adelanto como 'La pregunta', sin embargo, la ilusión de (al fin) presenciar un regreso en forma de Babasónicos acabó sepultada bajo los treinta minutos de Discutible (2018), un álbum tan acomodado como cualquier otro que los argentinos hayan entregado durante los últimos quince años. Esa misma falta de hambre, a la que tristemente ya muchos nos hemos acostumbrado (y resignado) se percibe en Suficiente, su más reciente EP.

Nada nuevo bajo el sol por tanto en estas cuatro canciones que en sus quince minutos prácticamente no escapan de los lugares comunes que la agrupación viene visitando desde hace bastante. Con todo, agrada la cadencia y reflexión desde la derrota de una canción como 'Suficiente' ("Los últimos cinco años fueron un total desastre / Caer, levantarse, caer de espaldas, estar desecho y descompuesto a la vez..."), pese a que en lo musical acabe sin proponer demasiado. De igual forma el cierre a cargo de 'Camboriu' regala esa irreverencia cargada al baile y la distorsión que sabemos aún vive en la banda, por más oculta que continúe mostrándose entre canciones tan insípidas e inofensivas como 'Oportunidad' o 'El culo'.

Nos quedamos así con una entrega más de Babasónicos que regala ilusión a cuenta gotas pero que finalmente no escapa de la lamentable regularidad que les venimos oyendo desde hace tanto...

5/ 10
Nada muy especial






Otras reseñas de Babasónicos:

jueves, 27 de agosto de 2020

The Killers: Imploding The Mirage (2020)

"En su contexto, más que bien..."

Desde un buen tiempo a la fecha que las sensaciones en torno a The killers venían rondando la resignación. Y es que tras un gran debut en 2004 los liderados por Brandon Flowers han ido desarrollando una discografía marcada por singles potentes pero conjuntos en general débiles. En este 2020, y con una agrupación quebrada (Dave Keuning y Mark Stoermer, en guitarra y bajo, participaron en la grabación del álbum pero están más fuera que dentro), la llegada de Imploding the mirage sembraba más dudas que certezas, sin embargo, la música tiene estas cosas curiosas y, con todo en contra, la banda (o lo que queda de ella) ha acabado firmando uno de los álbumes más sólidos en su carrera, o al menos uno que se puede escuchar de comienzo a fin sin terminar en el tedio absoluto.

El sexto álbum de The killers abre con un golazo incontestable, 'My own soul's warning' bebe en la fuerza de sus teclados de The war on drugs (y por ende de Bruce Springsteen), es contagiosa y derrocha potencia en su interpretación, con un Brandon Flowers pletórico. Hasta ahí, sin embargo, no hay novedad respecto a anteriores trabajos de la banda, los cuales contaron con sencillos igual de memorables ('The man' o 'Runaways', claros ejemplos) para luego caer en dramáticas irregularidades. La primera mitad de Imploding the mirage marca en ese sentido una clara diferencia, abrazando el vértigo en unas convincentes 'Dying breed' o 'Caution' y adoptando tonos más reflexivos en 'Blowback' o la emotiva 'Lightning fields' (de lo mejor del álbum sin lugar a dudas con sus aires al Peter Gabriel de So/Us), donde Flowers aborda la relación entre sus padres con K.D Lang como invitada adoptando el rol de su madre (fallecida en 2010 a causa de un cáncer). 

Ciertamente la cara B del disco mostrará algunos ripios (sin estar declaradamente mal), con canciones como 'Fire in bone', que intenta colocarle algo de sabor al álbum pero va perdiendo fuerza en medida que avanzas sus coros, o 'Running towards a place', cuyo gancho está en los teclados pero no en mucho más, aunque recuperaran el nivel gracias al trabajo de percusiones que acompaña el tono gospel de 'My god'. El complemento final llegará con 'Where the dreams run dry' + 'Imploding the mirage' (la canción), que llegan para cerrar de manera correcta un disco que va claramente de más a menos, que concentra todos sus puntos fuertes en su primera mitad pero cuenta con una segunda que se deja oír. No es la octava maravilla pero se sostiene más allá de sus singles, lo cual considerando los antecedentes de The killers siempre será una buena noticia. 

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de The killers:
2017: Wonderful, wonderful 
2012: Battle born

lunes, 24 de agosto de 2020

Deep Purple: Whoosh! (2020)

"Un regalo..."

Estaba realmente difícil que Deep purple pudiese superar el listón dejado por el fantástico Infinite (2017), mira que tras cincuenta años de carrera un disco de ese nivel no se encuentra a la vuelta de la esquina, sin embargo, lejos de decepcionar la leyenda británica regresa en este 2020 nuevamente junto al gran Bob Ezrin en producción (quien ya les acompañó en Infinite y Now what?!) con un álbum que continúa mostrándoles en buen pie, y por sobre cualquier otra cosa,  disfrutando de lo que hacen. Whoosh! es el quinto álbum de la banda con su actual formación, ya que en los noventeros Perpendicular (1996) y Abandon (1998) participó el mítico Jon Lord en teclados, y el fiato se aprecia, entregándonos un puñado de canciones que logran tocar de buena forma las distintas aristas que Deep purple tiene hoy para ofrecer, regalando así un álbum dividido en dos almas, una primera parte que agrupa canciones sencillas, directas y que gozan de muy buena vibra (todas ellas rondando los tres minutos de duración) y una segunda que regala momentos muchísimo más experimentales y sorpresivos en materia estructural. 

De esta forma, la cara A de Whoosh! da muestras de una banda que busca pasarse un buen rato, lo cual se aprecia desde la partida, ahí el tridente 'Throw my bones' + 'Drop the weapon' + 'We're all the same in the same in the dark'  trabaja diez minutos en una dirección similar, con un Ian Gillan llevando cada relato en total comodidad, sin desbordes y consciente de que los tiempos ya no están para sobre exigirse sino más bien para cumplir con el cometido, y lo mismo corre para la guitarra de Steve Morse o el Hammond de Don Airey, que acompañan todo el tiempo llevando cada canción con elegancia aunque en los solos soltando un tanto más las riendas, de hecho, cuando ambos se encuentran más adelante en la reflexiva 'Nothing at all' lograrán uno de los momentos más fabulosos del disco. 

Se empantanará un poco el álbum en su nudo eso si, tanto 'No need to shout' + 'Step by step' como el rock & roll de 'What the what' suenan demasiado a lugar común y no logran enganchar como debiesen, sin embargo, una vez superado el impasse el disco recuperará el vuelo con 'The long way round' (la única del álbum que supera los cinco minutos de duración) seguida de 'The power of the moon', ambas representarán el momento más experimental del trabajo en materia de estructuras, con idas, vueltas y oscuros arreglos que escapan de lo predecible, y desde ahí Whoosh! no bajará más el nivel. 'Remission possible' es un interludio instrumental que te deja pidiendo más y que dará paso a una atmósférica y notable 'Man alive' (con un excelente Ian Gillan) para finalizar todo de manera emblemática con una reversión de 'And the address' (instrumental que abrió su disco debut de 1968), en un simbolismo que emociona, ya que inevitablemente el cerrar recordando donde todo comenzó más de cincuenta años atrás, suena a guiño de despedida...

¿Algo más que agregar? Difícil. Solo considerarnos privilegiados de seguir disfrutando de un dinosaurio en activo y, digámoslo, plenamente vigente en materia creativa. Gracias, eternos. 

7,5 / 10
¡Muy bueno!


Otras reseñas de Deep Purple:
2017: Infinite

viernes, 21 de agosto de 2020

Adelantos: Napalm Death + Deftones + Anaal Nathrakh (Bonus: Gojira)


Tiempo de adelantos. Se vienen buenas semanas en septiembre y octubre para el mundo del rock y el metal, con nuevos álbumes de una serie de bandas relevantes por las que vale la pena mantenerse atento. La primera de ellas es una verdadera leyenda del grindcore y el death, nada menos que Napalm death. Su álbum número dieciséis constará esta vez de solo doce canciones (¿es que se han domesticado? ya veremos...), se titulará Throes of joys in the jaws of defeatism y respecto a este Mark Greenway ha anticipado que este reflexionará en torno a la violencia y el antagonismo que se está viviendo hoy dentro de las sociedades modernas (de ahí la portada en donde un hombre estrangula a una paloma). El próximo 18 de septiembre verá la luz y precisamente hoy lo han adelantado con 'Amoral', un temón...


Otros que regresan tras cuatro años de silencio son Deftones. Ayer conocimos 'Ohms', canción que dará el título a su noveno álbum (además de cerrarlo) y respecto a esta cabe mencionar que resulta un tema bastante atractivo desde su producción (lo cual desde ya se agradece dado lo horrible que sonó Gore de 2016) de la cual estuvo a cargo Terry Date (quien antes trabajó con la banda en Around the fur, White pony y el homónimo de 2003). En materia de estructura no hay sorpresas con la canción (no escapa del estrofa/puente/coro), a excepción quizás de ese minuto final que deja pidiendo por más, y tampoco en el sonido de la banda, que recurre a guiños emocionales marca de la casa que ya les conocemos de sobra.  'Ohms' suena a un buen tema de Deftones, una canción correcta pero no demasiado más. El 25 de septiembre es la fecha, y ya contamos los días...



Por si lo anterior fuese poco, entrando en octubre (el 2 para ser más preciso) llegará a nosotros Endarkenment, el onceavo disco de los fantásticos Anaal Nathrakh y lo han adelantado con el tema homónimo que viene con un videazo que vale la pena disfrutar...


¡Y cerremos con un bonus! Y vaya regalo. Tras cuatro años de silencio hace unas semanas conocimos lo nuevo de Gojira: 'Another world', una canción que responde al clima apocalíptico que nos encontramos viviendo y plantea en su video una desoladora versión de 'El planeta de los simios'. Por el momento no sabemos si la canción será parte de un nuevo trabajo o quedará unicamente en una entrega aislada, pero como sea, se agradece el paquete completo. Hace rato no veía un video tan bonito y cuidado en su producción... 

martes, 18 de agosto de 2020

Haken : Virus (2020)

"Continúan en estado de gracia..."

Definitivamente los ingleses de Haken no están dispuestos a dejar que el plato se enfríe. Conscientes de ser una de las bandas más relevantes del progresivo actual vuelven en este 2020 a tan solo dos años de haber editado su anterior trabajo, en un ejercicio que ciertamente no deja de impresionar considerando el nivel que la agrupación ha mostrado a lo largo de esta década, pasando por el colosal y exquisito en matices The mountain (2013), un luminoso Affinity (2016) para luego haber retomado la oscuridad y peso en Vector (2018). El caso es que cada uno de sus álbumes Haken han dado muestras de una enorme riqueza instrumental, un progresivo característico que ha sabido nutrirse e influencias clásicas y modernas, pero con colores particulares que han vuelto a cada entrega muy especial. En este sentido podríamos afirmar que Virus (ojo que el título no tiene nada que ver con el Covid19 , eh? pues estaba decidido mucho antes de la llegada de la pandemia) es el primer álbum en donde los oímos cómodos en su sitio, un disco que funciona en una linea similar a la trabajada en Vector dos años atrás y cuya estética similar da a entender que hemos recibido un álbum doble publicado de manera separada, una especie de Load/Reload, digamos. ¿Más de lo mismo por tanto? Para nada, ¡que hablamos de Haken!

Y es que si bien Virus abre de la misma forma en que abría Vector, con un single efectivo como 'Prosthetic' que aunque se encuentra marcado por un estrofa/coro reconocible sabe introducir elementos progresivos en su estructura (lo que hacen previo al segundo coro, por ejemplo, retrasándolo casi un minuto entre vueltas y vueltas instrumentales, es notable), rapidamente el álbum aportará otros matices en relación a su antecesor, adentrándose en sonidos mucho más íntimos y profundos en 'Invasion', que huele al Leprous más reciente por todos lados con sus machaques constantes, cortados y golpeados, esto a diferencia de una canción como 'Carousel', que se la juega por melodías más abiertas y accesibles que se debaten entre el peso y la sensibilidad, el metal y el pop, con enorme talento (con un par de minutos finales realmente hermosos, además). Posteriormente 'The strain' será una que retomará lo realizado en 'Prosthetic', un tema ganchero marca de la casa y lleno de matices instrumentales notables mientras que 'Canary yellow' propone a un Ross Jennings en voces agudas todo el tiempo, tonalidades más claras, guitarras limpias y momentos marcados de calma, en el único tema del álbum que intenta explorar con claridad un sonido más cercano a un auditor casual. 

La recta final del álbum estará marcada por los diecisiete minutos de 'Messiah complex', una pieza dividida en cinco partes en donde la banda volverá a desenfundar todo su arsenal progresivo ambicioso y contundente llevando la pieza hacia muchísimas aristas minuto tras minuto, para finalmente cerrar con 'Only stars', dos minutos de un Jennings al desnudo que vocaliza a modo de epilogo. 

Al metal progresivo se le suele atribuir una tendencia a sonar "poco amable" con el auditor, colocando la técnica interpretativa por sobre cualquier otra cosa. Ahí Haken realiza un esfuerzo por acercar su música y por momentos lo logra, aunque el desafío sigue estando presente. De todas formas cada álbum de Haken es mundo en si mismo y Virus no ha sido la excepción, el sexto disco de la banda funciona como una segunda parte de su antecesor pero es capaz de volar con alas propias gracias a la diversidad y osadía con que cuenta. Una vez más estarán dentro de lo más notable que hayamos oído en el año...

8,5 /10
¡Excelente!


Otras reseñas de Haken:

sábado, 15 de agosto de 2020

20 Años De... Halford: Resurrection (2000)

"Histórico regreso en plena forma..."

Los años noventa fueron fabulosos, tiempos que como pocas veces en la historia de la música se prestaron para una abierta experimentación. Sin ir muy lejos, en el mundo del heavy metal no deja de ser curioso que dos vocalistas tan enormes como Bruce Dickinson y Rob Halford hayan experimentado años tan similares en términos creativos. Ambos a comienzos de década por razones creativas decidieron romper el cerco de su zona de confort, abandonar la gloria y fama para lanzarse al vacío en búsqueda de nuevas musas. En ese camino Bruce nos regaló Skunkworks (1996) y tras el rechazo obtenido (el cual se sabe lo sufrió bastante, dada la entrega puesta en dicho trabajo) decidió regresar al metal con álbumes fantásticos como Accident of birth (1997) o el sensacional The chemical wedding (1998), a los cuales ya me referiré en algún momento acá en mi querido blog. En paralelo, Rob Halford vivió quizás una vuelta algo más larga, intentando indagar en el mundo del groove metal junto a Fight mediante la publicación de War of words (1994) + un ignorado A small deadly spaces (1996), para luego romperlo absolutamente todo mediante el proyecto rock/electrónico/industrial Two (también conocido como 2wo) en 1998. Y bueno, tras toda esta vorágine no quedaba más que el regreso a las raíces, situación que se materializó entrando en el nuevo siglo con la creación de Halford, banda que le permitió al vocalista encontrar a sus cincuenta años aires renovados en el mundo del heavy metal.

Y es que si en Fight el vocalista vomitó toda su ira y en Two liberó sus ataduras, con Halford encontró su propia redención, asunto que se expresa con absoluta claridad en el álbum debut del proyecto: desde el título, la estética (vuelta al cuero y la motocicleta), líricas y sonido, todo en Resurrection habla del renacer con nuevos aires. Lo hace además mediante un conjunto fenomenal de canciones, producidas de manera impecable por Roy Z (quien antes trabajó como guitarrista en la banda de Bruce Dickinson) que apelan por momentos a la agresividad del metal, con una afilada dupla en guitarras compuesta por Mike Chlasciak y Patrick Lachman (que más adelante formaría Damageplan junto a Dimebag Darrell), pero que también dan muestras del camino recorrido por el artista, conectando por momentos con lo trabajado junto a Fight.

De esta forma el disco abre con una dupla absolutamente incontestable, suena primero 'Resurrection', una canción demoledora en donde Rob Halford apela a sus impresionantes agudos para transmitir desesperación en su relato ("Estoy cavando a fondo en mi alma / Para traerme de regreso desde ese maldito hoyo / Eliminé los demonios de mi corazón / Y encontré la verdad que estaba conmigo desde siempre..."), seguida de 'Made in hell', una cabalgata incesante que rinde culto en sus líricas al heavy metal y anuncia con letras mayúsculas el retorno del Metal God. Por cierto, en vivo esta canción es una jodida obra de arte...


Más adelante el álbum volverá a apelar a la velocidad como arma en canciones como 'Cyberworld', 'Savior' o 'The one you love to hate' (donde colabora en voces Bruce Dickinson), sin embargo, otra mitad del álbum correrá por una linea diferente, cargada al medio tiempo y en un tono profundamente reflexivo. Así, sonarán canciones oscuras como 'Locked and loaded' (una oda a la venganza), 'Night fall' (con esos exquisitos filtros vocales que aportan a la atmósfera del tema) o la fantástica 'Slow down', una verdadera pequeña joya oculta en este álbum en donde el vocalista clama en su búsqueda de paz ("Estoy tratando de todas las formas posibles / Estoy haciendo daño, lo entiendo...") y esperanza ("Estoy aquí para darme una oportunidad más / Esa opción está descansando en mis manos..."), mientras que en el nudo del disco encontraremos sin lugar a dudas la canción que define el espíritu de Resurrection en toda su magnitud: 'Silent screams', siete minutos de perfección en donde Rob Halford abre en plan balada acústica reflexionando en torno a la búsqueda de su verdad ("Lo que hoy soy es todo lo que importa / Las mentiras se han ido..."), explicando en los coros el porque vuelve al metal ("El mundo se mueve / En todo lo que se ha convertido / Y yo aún grito por dentro / Porque todo el dolor interno no ha cambiado...") para en la recta final estallar en velocidad encontrando un diálogo consigo mismo fascinante que cierra con esa maravillosa e inolvidable línea: "Porque cada vez que grito estoy matando mi dolor...".

No todo será perfecto eso si. El álbum complementará toda esta emocional pasada con una recta final que entregará los puntos más débiles del registro. Ahí Halford se lanza al groove y suena algo falto de chispa y repetitivo en canciones como 'Temptation', 'Drive' o 'Twist'. Como dato curioso cabe mencionar que años más adelante Rob Halford decidió renovar su catalogo, re mezclando sus discos y en esa pasada, agregó algunos extras al álbum que aparece en plataformas streaming, pese a no haber sido incluidas en el disco original de 2000, como las demoledoras 'Hell's last survivor' + 'Sad wings' (que aparecieron más adelante en versiones increíbles incluidas en el vivo Live Insurrection de 2001) o las curiosas 'God bringer of death' + 'Fetish' que definivamente parecen ser descartes de su era Fight. 

En definitiva, Resurrection representó en 2000 el regreso al metal de un Rob Halford de energías renovadas, que vocalmente deseaba demostrarse aún vigente (y vaya que lo estaba, esa gira fue brutal en términos de voz) y creativamente fresco. Un disco fabuloso que por todo lo que involucró y que dio pie para que el Metal God conectará a sus entonces cincuenta años con nuevas generaciones.

8,5 / 10
¡Excelente!


Otras reseñas de Rob Halford:

martes, 11 de agosto de 2020

Lady Gaga: Five Foot Two (Documental, 2017)

"Humana y contradictoria exposición..."

Sabido es que la grabación y publicación de Joanne (2016) significó para Lady Gaga un intento por encontrarse consigo misma, exorcizar sus demonios y, por que no decirlo, demostrar sus dotes como cantautora a una industria que continuaba visualizándola como un divertido clon moderno de Madonna. De aquello va Five foot two, documental que en estos días me he encontrado en Netflix y he disfrutado bastante por lo que he querido comentarlo y recomendarlo acá, en mi querido blog. 

En el filme observamos una intención evidente de Gaga por exponer su intimidad y sensibilidad, contradicciones y debilidades. De esta forma la vocalista opta por quitarse el disfraz y mostrarse tal cual es: pequeña, insegura y llorona, exigente y auto flagelante, pero una artista de pies a cabeza. Gaga respira arte y creatividad en todo momento, es una diva en polera y jeans que no teme mostrarlo todo, culo incluido e incluso las estrías de sus tetas. Se presencian así momentazos, como aquel en donde no esquiva el bulto y se refiere a su relación con Madonna, a quien declara admirar pero le decepciona enterarse de ataques vía prensa, cuando visita a su abuela para mostrarle 'Joanne', canción escrita para su hija fallecida en los años 70s a causa de una dolorosa enfermedad, o sus idas al médico para enfrentar dolorosas lesiones. Todas estas idas y vueltas se intercalan con imágenes de la grabación del álbum (un manjar para mi, pues si hay algo que amo es ver ese tipo de cosillas de estudio), con extractos al piano de 'Million reasons' o grabando a dúo 'Hey girl' junto a la grandiosa Florence Welch.

No todo es perfecto, sin embargo. El documental centra su recta final (y no poco, aproximadamente treinta minutos) en su presentación en el entre tiempo del Super bowl, actuación para la que declara (literal) "haberse preparado toda su vida". Todo este segmento resta bastante puntos al filme, que se vuelve bastante aburrido al redundar y redundar en la presentación del show, presentando además evidentes contradicciones entre lo que se ha querido mostrar durante los noventa minutos previos (un acercamiento hacia lo íntimo y natural) y la frivolidad de una actuación meramente comercial. Gaga siente la presión de "tener que estar a la altura" y continuar demostrando su estatura de showgirl, lo cual se muestra en el documental como algo positivo pese a la evidente sobre exigencia y problemas de salud mental en que sumergen a la vocalista. Entonces... ¿en qué quedamos? ¿queríamos salir o mantenernos ahí? Confuso.

Con todo, Five foot two resulta un documental que vale la pena revisar, que expone a una Lady Gaga en búsqueda de si misma, aunque no exenta de enormes contradicciones. Mi conslusión: ojalá hubiesemos visto más Joanne y menos Super bowl.  

7/10
Muy bueno. 


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