"Escapando de las expectativas..."
En la odiosa comparativa hacia atrás, no encontramos acá arranques atrevidos ('Under the pressure'), ni grandes desates ('An ocean between the waves'), canciones explosivas ('Red eyes') ni una emotividad cercana a la épica ('Pain'), sino más bien canciones que exudan bajas pretensiones y que pretenden calar hondo con poco, piezas que se dejan oír, que suenan precioso (vaya producción, como gustan estos discos que desprenden amor por el sonido) y conectan pero, para bien y para mal, jamás se desatan. En concordancia, la banda cabalga en algo como 'Harmonia's dream' pero Granduciel nunca sube el registro, manteniéndose siempre plano en el relato y es recién en la pasada por 'Change' + 'I don't wanna wait' donde se huelen ciertas ganas de ir por más entre teclados y guitarras, algo que se concreta por única vez en todo el disco en 'Victim', atrevida y sexy por si sola.
Para la cara b del disco Granduciel ha dejado aquellas canciones que más descaradamente huelen a refritos, como el medio tiempo 'I don't live here anymore' o 'Wasted', que en su partida emula algo de Journey y en sus coros a Survivor, es decir, ochentas total. Ambas están bien de todas formas y serán complementadas con baladas bluseras como 'Old skin' o 'Rings around my father's eyes', enfocada en su reciente paternidad, para cerrar definitivamente con el medio tiempo 'Occasional rain', otro lugar común bonito pero bastante olvidable.
En 2014 fue cuando Adam Granduciel logró expandir el universo de The war on drugs mediante el notable Lost on the dream, que encontró posterior confirmación en A deeper understanding (2017). El quinto álbum de la banda, sin embargo, desprende una necesidad por escapar de las expectativas generadas. Este es un disco sencillo y que en contados momentos apunta a lo alto. Suena bien, bonito y convence, pero no atraerá a ningún auditor casual.
¿Canciones? 'Change', 'I don't wanna wait' y 'Victim'.
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